Las tinieblas del pensamiento

La revolución copernicana o de la importancia del pensamiento


La Feria Internacional del Libro [Guadalajara, Jalisco, México] es más que una convención literaria que propicia el encuentro entre escritores, lectores e industria editorial. A 31 años de haberse inaugurado la primera edición, pareciese que el encuentro ha transmutado a una liturgia dionisiaca, una verbena en la cual los asistentes se embriagan del elixir de las letras, en donde el hombre se reencuentra con las musas que glorifican el pensamiento.

Sin embargo, la llamada posmodernidad ha transformado a los individuos en entes adormecidos; lo que hace de este tipo de encuentros, tan sólo una bocanada de aire para un patético ser que parece dormitar de forma perpetua. El esplendor de la ilustración ha quedado en el olvido, el hombre ya no se cuestiona, ha dejado de lado su capacidad de juicio para alienarse a verdades demagógicas que lo mantienen maniatado.

Tras el paso de los años, Europa ha dejado de ser el arquetipo del Siglo de las Luces. El Estado ha despojado a los estudiantes de un currículo que propicie la reflexión critica que se adquiere a través del estudio de Aristóteles, Platón, Dante, san Agustín, Kant, Hegel, Nietzsche, entre otros. Los clásicos se han vuelto reliquias de aparadores empolvados, mitos que los jóvenes no desean conocer.

Por su parte, América en su búsqueda insaciable de identidad ha hecho de su juventud una especie caótica inmersa en ideales que no comprenden. Las escuelas han dejado de ser el epicentro del pensamiento, estas edificaciones no son más que la estatua de sal de un mundo que decido volver la cabeza hacía atrás, de un mundo subyugado.

El advenimiento de un ocaso del pensamiento ya había sido profetizado. En su obra Nietzsche y la filosofía, el pensador de origen francés Gilles Deleuze, hace mención de la importancia de la filosofía como parte de la cotidianidad del ser humano. El filósofo aseguró que de no existir esta disciplina del pensamiento el hombre hubiera cometido errores mucho más fatídicos de los que ya ha ejecutado. Desde la perspectiva de Deleuze, la filosofía es el medio por el cual se evidencia la estupidez. Su utilidad es la de subyugar la ignorancia, la de arremeter en contra de los falsos ídolos del “pensamiento”.

El término “pensamiento” debe ser concebido como la necesidad humana de juzgar su realidad. Se denomina pensante al individuo que tiene la capacidad de discernir sobre los aspectos de su entorno social, político y económico. Sin embargo, se debe ser cauteloso al hablar del logos, pues se tiende a confundir con la “verdad”. La “verdad” es una cuestión moral relacionada con el bien; por su parte, el “pensamiento” es la capacidad de deconstrucción de la realidad, ¡vaya! Salir del das man heideggeriano para concebirse como un ser ahí.

Es incomprensible que el hombre y sus instituciones sean piedra angular en la devastación del “pensamiento”. ¿Qué sería de la humanidad si la Republica platónica se llegará a consolidar?

Es pues, el “pensamiento”, un atributo escaso entre nuestros congéneres. Una carencia que el Estado ha sabido aprovechar a la perfección. Cada vez es más frecuente ver recortes presupuestales en términos de cultura y educación, los educandos del siglo en curso no tienen idea de la vasta diversidad de “pensamiento” que se arraiga en sus antepasados.

Mucho me temo que la FIL es solo un destello inocuo dentro de las tinieblas del pensamiento. No cabe duda de que Miguel de Unamuno tenía razón: “Cuanto menos se lee, más daño hace lo que se lee”.
Fuente: https://elsemanario.com/estados/236755/las-tinieblas-del-pensamiento/

1° diciembre de 2017



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