¿Para que pensar? [14 abril 2009]

La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa: Albert Einstein
En mi colaboración anterior, comentaba el análisis que Popper hace acerca del racionalismo donde sostiene que la actitud racional es, por un lado, una actitud crítica, pero por el otro lado, que ésta no puede prosperar en el aislamiento sino que requiere de interlocutores que adopten también una actitud racional. En la actividad científica y filosófica que se caracteriza por la búsqueda de la verdad, es natural esperar que los miembros de estas respectivas comunidades adopten entre ellos una actitud racional. De este modo, una comunidad científica puede compartir como verdadera una determinada teoría, aunque en una comunidad filosófica donde prevaleciera una postura racionalista, no necesariamente habría el mismo resultado porque la filosofía se caracteriza por el conflicto. La diferencia está en que la verdad científica y la verdad filosófica son diferentes, pues esta última es resultado del puro pensar y de la naturaleza de su objeto que se presta a diversas interpretaciones. No es lo mismo por ejemplo estar de acuerdo en la solución de un problema de química, que en un tema tan amplio y controvertido como la libertad. Sin embargo, en ambos casos, el pensamiento crítico permite superar las verdades racionalmente establecidas, aunque sólo se pueda hablar propiamente de progreso de las ideas en el ámbito de la ciencia, pues las teorías que prevalecen en ella, desplazan a las anteriores; mientras que en la filosofía, muchas teorías antiguas siguen siendo vigentes o por lo menos mantienen un interés o valor. El problema está entonces cuando alguien con una actitud raciona, trata de generar un diálogo con interlocutores que se parapetan en posturas irracionales. La comunicación en este caso se torna imposible.

Aristóteles definía al ser humano como un animal racional, pues observaba que lo común a la especie humana era la razón, aunque desde luego, él, al igual que otros filósofos de su época y de ahora, sabían que el filosofar no es algo espontáneo sino algo aprendido, de manera que si bien todas las personas tienen la facultad o disposición natural para filosofar o pensar, ésta actividad intelectual se adquiere mediante la educación. Gramsci decía que en términos generales, hay un filosofar espontáneo, entendiendo por ello la capacidad que tienen las personas de tener ideas generales acerca de todas las cosas o de tener una concepción del mundo, pero la limitación de este filosofar espontáneo –acotaba- es que es casual y contradictorio, pues suele albergar inconscientemente ideas de perspectivas antagónicas, es decir, puede aceptar acríticamente ideas racionales con creencias irracionales e incluso antirracionales, sin percatarse de su conflicto o incongruencia. Este pensar espontáneo es asistemático, está limitado al sentido común y es propenso a los prejuicios, es decir, no alcanza a erigirse como un pensar reflexivo.

Hegel por su parte, llegó a afirmar que “todo lo real es racional y todo lo racional es real”, justificando el mundo de su época como “el mejor de los mundos posibles” a decir de Leibniz, cuando es obvio que la historia muestra una repertorio de horrores, atrocidades, crueldades e injusticias de toda laya. Hegel “justificaba” esos hechos irracionales arguyendo a la “astucia de la razón”, esto es, viéndolos como males necesarios pero que conducían -según él- a la realización de la humanidad.

En este punto, es evidente que la razón o el conocimiento racional deben estar asociados a la moral, asunto en el que ya habían reparado Sócrates y Platón, para quienes el mal era producto de la ignorancia. En este sentido, el mal era una privación del bien, donde el bien a su vez era considerado un valor absoluto, mientras que el mal era por el contrario un desvalor relativo, de manera que la relación entre el bien y el mal, no era la misma que existe entre el día y la noche, pues si el bien existe, es porque existe el mal y a la inversa, pero el mal podría ser superado mediante la sabiduría. Ahora bien, al margen de la validez o invalidez de suponer que basta el conocimiento para elegir el bien (pues hay sujetos muy cultos que eligen el mal y personas poco cultas que son buenas), hay que decir en descargo de Sócrates y Platón, que su noción de sabiduría no era un fin en sí mismo, sino sólo un medio para realizarse como seres humanos plenos, es decir, que no bastaba ser enciclopédico, sino que había que asumir la filosofía como una forma de vida, por eso decía Platón en su famosa séptima carta, que su filosofía no se encontraba en sus libros.

A contrapelo de esta ecuación que ligaba el saber con la moralidad, las mal llamadas “sociedades del conocimiento” de la era neoliberal, han tratado desde un rancio positivismo desvincular el conocimiento referido a los hechos, de los valores, en aras de una supuesta objetividad científica, promoviendo con ello la razón instrumental en detrimento de la razón crítica. Con ello han intentado reducir la moral al campo de lo religioso, al mismo tiempo que han tratado de hacernos pasar sus intereses particulares como valores universales, como cuando se refieren a la economía capitalista como un proceso natural, o con nociones como “competitividad” o “calidad” que en el fondo tratan de inculcar a los individuos que su fracaso es su culpa personal y no de un sistema social injusto. En esta misma línea han resignificado valores como la democracia, la libertad y el bien y el mal mismos, adaptándolos a su imagen y semejanza, es decir, haciéndolos “compatibles” con la desigualdad social. En este sentido, para ellos la democracia sólo son reglas formales donde cada cabeza es un voto y el que obtenga más votos tiene la representación legítima del pueblo, haciendo abstracción de muchas situaciones concretas que pervierten la decisión de los electores. Con simplificaciones o reduccionismos como éstos, deslindan asimismo al Estado de su obligación de defender a la sociedad (pues el voto popular es asumido como un cheque en blanco), cuando en realidad, la legitimidad del poder político no se agota en las urnas sino que debe de refrendarse constantemente en el ejercicio del gobierno defendiendo a las mayorías de las minorías y a los connacionales de los extranjeros perniciosos.

¿De qué sirve entonces el pensar para construir un mundo mejor? Parece que de poco porque el poder económico y político es de naturaleza irracional y para subsistir necesita de ejercer el dominio y sometimiento de las mayorías. No obstante ello, no debemos renunciar al pensamiento crítico sino por el contrario, éste es más necesario ahora que nunca, aunque desde luego, quienes quieren mantener el status quo, trataran de impedir a toda costa que el pensamiento crítico prospere para lo cual tienen muchos recursos, desde usar los medios masivos de comunicación para aturdir y mantener enajenadas a las personas mediante un entretenimiento frívolo, la manipulación de las noticias y la falsedad de las opiniones; hasta intervenir en la educación para sofocar toda traza de pensamiento crítico, entre otras medidas que tienden todas ellas a limitar al máximo la presencia pública del pensamiento crítico marginándolo en todas sus manifestaciones. Los ataques a la filosofía son parte de esa estrategia, de lo cual hablaremos en la próxima entrega.

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Fuente: http://www.eltiempodenayarit.com/nota.php?id=12895

Tepic, Nayarit, MEXICO. Miércoles, 15 de abril de 2009



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6 respuestas a "¿Para que pensar? [14 abril 2009]"

  1. “LOS ORIGINES DEL TERRORISMO”
    (O: “Utilizando a Rousseau como chivo expiatorio”)

    Los sentidos de la vista, el tacto, el de la audición, el olfativo nos conectan con el mundo “externo”, el físico, jugando un papel de gran valor la mente, constituida, en este caso, como el elemento medular. En este sentido podemos afirmar que el ojo es un órgano, como también lo son el oído, la nariz, la piel; la mente es el sentido o los sentidos; es decir: la mente es quien ve, escucha, siente, huele… ¿Por qué?; porque somos la mente; lo demás es materia. Cuestionando el concepto, tenemos materia y espíritu; esto es: la mente y el espíritu son una misma cosa… Al decir nosotros: “nuestra mente”, estamos diciendo: “nuestro espíritu, nosotros”. Si somos mente, somos espíritu; en donde: cada persona es un espíritu… dentro de la materia, del cuerpo. La mente o espíritu no muere; la mente o espíritu es universal y eterno. Eso somos.

    Los sentidos captan los fenómenos y transmiten estas imágenes y sensaciones a la matriz, la mente. Desafortunadamente ésta se halla bajo el dominio de los animales-pensamiento, nuestros huéspedes, encargados de clasificar y calificar la información. Esto nos lleva a darnos cuenta de que estamos desconectados con nosotros mismos, con nuestra parte esencial, nuestro principio. Los animales- pensamiento, al apoderarse de la mente, nos hacen creer que somos ellos. Es como cuando los ladrones se meten en una casa, amarran al dueño y toman su lugar. Así estamos nosotros en nuestro cuerpo. Estos animales-pensamiento son los encargados de crear nuestra personalidad, nuestra imagen, debiéndose esto a la existencia de los ladrones, los estafadores, los mentirosos, los asesinos, los violadores, los fumadores, los bebedores de ron, la prostitución, los pirómanos, los invertidos, etc., etc., relacionándose todas estas actividades con lo incorrecto y lo indigno si se pretende la integridad en el individuo, conociéndose además que cualquiera de estas disposiciones contiene el principio de la violencia.

    A falta de la conexión con la mente y estando, por tal motivo, a merced de los animales-pensamiento, al hombre se le imposibilita el conocimiento de sí mismo, la incursión en el mundo filosófico, única manera de deshacerse de los huéspedes oscuros para conseguir la verdadera libertad. Así, por ejemplo, cuando Rousseau dice: “… Nada he dicho del rey Adán, ni del emperador Noé, padre de tres grandes monarcas que se repartieron el imperio del universo, como los hijos de Saturno, a quienes se ha creído reconocer en ellos. Espero que se me agradecerá la modestia, pues desciendo directamente de uno de estos tres príncipes, tal vez de la rama principal, ¿quién sabe si, verificando títulos, no resultaría yo como legítimo rey del género humano? Sea como fuere, hay que convenir que Adán fue soberano del mundo, mientras lo habitó solo…” Esta parte es clave para reconocer que los trabajos de Rousseau no se refieren a lo externo. ¿Por qué le llama rey a Adán, y emperador a Noé? Sencillamente porque el elemento Noé contiene mayor carga, teniendo en este caso, mayor sensibilidad la sustancia, en comparación con el elemento Adán. Aquí Noé representa lo dicho por Kant: “Puedo reconocer antes analíticamente el concepto de cuerpo, impenetrabilidad, forma, etc., las cuales son todas ellas pensadas en este concepto.” ¿A qué imperio del universo se refiere Rousseau? Cuando Rousseau dice: “… descendiendo directamente de uno de estos tres príncipes, tal vez de la rama principal, ¿quién sabe si, verificando títulos, no resultaría yo como legítimo rey del género humano?”, se refiere a un proceso llevado por él con respecto a la sustancia, donde el sujeto, su otra personalidad, la no física, en ese otro plano, expresa lo de su vínculo directo con la escena filosófica, reconociendo sus dos mundos; mostrándose además, que la única forma de ser rey del género humano o rey del mundo es desde el componente sustancial. Si escudriñásemos minuciosamente los tratados de filosofía, veremos cómo a estos héroes míticos los llaman dueño del mundo, Señor del universo o del cielo, Señor de los océanos, Dueño de la Tierra, etc.; a uno de estos elementos de nombre Abraham mencionado en un tratado de metafísica, su dios le obsequia toda la tierra, diciéndole: “Alza tus ojos y mira el lugar en donde estás hacia el norte, el mediodía, el oriente y el poniente. Pues bien, toda la tierra que ves te la daré a ti y a tu descendencia por siempre.”; otro de estos héroes, llamado dios del mundo, dice: “Mi reino no es de este mundo.”

    Género humano es la misma sustancia sensible, puede ser sensible a medias o en su totalidad; es lo mismo que muchedumbre, pueblo, asociación, hombres, masa, etc., etc. Sobre estos componentes metafísicos, Rousseau desarrolla sus temas “Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres”, “Discurso sobre las Ciencias y las Artes”, etc. Ya hemos hablado sobre el término desigualdad entre los elementos sustanciales, mismos hombres (nada externo), donde unos elementos expresan menos voluntad que otros, debiéndose esto a que la ciudad legisladora, sea Roma, Atenea, Ginebra, etc. (Ginebra es utilizada por Rousseau en reemplazo de otras), es atrayente. Como filósofo, Rousseau se vale del método o sistema “binario en la narrativa filosófica”, utilizando elementos del plano exterior, relacionados inclusive con el tiempo, simplemente para dejar en claro ciertos puntos, algunas veces, como fue usual en Nietzsche, o porque determinados nombres le son muy apropiados, o porque otras acciones externas se prestan para enfrentarlas en el plano interno.

    En la actualidad existe un abismo entre la real filosofía y lo conocido en estos tiempos como filosofía; de eso somos conscientes. Y ha sido tan estruendosa y violenta la caída de los que se consideran filósofos sin serlo, que para ellos es inconcebible creer que todos los trabajos de Rousseau sean metafísicos. Podríamos nombrar a otros filósofos reales de los últimos tiempos utilizados como chivos expiatorios por los antifilósofos o seudofilósofos. Podríamos nombrar algunos de los pocos filósofos reales habidos, pero por el momento traemos a Rousseau, si bien a éste se lo utilizó, malinterpretando su doctrina, para encender la chispa que ocasionó la “Revolución Francesa.”

    Cuando Rousseau dice: “… lo que es aún más grande y más difícil, concentrarse en sí mismo para estudiar al hombre y conocer su naturaleza, sus deberes y su razón de ser” se refiere a que esto de concentrarse en sí mismo para estudiar al hombre, es conectarse con la sustancia, no es otra cosa; en este caso hombre es un elemento sustancial. Refiriéndose a esto, Platón lo deja claro cuando expresa: “La Filosofía es un silencioso diálogo del alma consigo misma en torno al ser. ¿Se le ha oído decir a algún antifilósofo lo de la necesidad de concentrarse en sí mismo para estudiar al hombre y conocer su naturaleza…? Porque en este caso el hombre necesitaría hallarse dentro del hombre… Cosa que sí sucede con el filósofo, como en el caso de Rousseau, donde él estudia al hombre en su interior, al hombre sustancial…

    También habla Rousseau de la patria, de la necesidad de defender la patria, refiriéndose a esa patria interior. ¿Pero qué es la patria interior? Se trata del entorno donde se “mueve” el elemento sustancial, la muchedumbre. Puede decirse también que es el lugar desde donde se proyecta dicho elemento, entendiéndose que todos ellos deben vincularse al proceso, implicando tal cosa su alejamiento del punto de origen, pero manteniéndose siempre conectados con a aquél, gracias a la sensibilidad en la sustancia. No obstante se da también el fenómeno de que la patria es todo lo acumulado, un capital (de aquí el nombre de “capital” de un país; así, capital no es otra cosa distinta a recaudo, acumulación de bienes, donde toda capital es un bien común, una riqueza obtenida con el sacrificio). En lo externo, capital también es la ciudad donde se instala el gobierno. Esto nos está corroborando lo de pasar los significados metafísicos al plano exterior. De esta manera vemos cómo patria y capital son una misma cosa. Para el elemento sustancial, capital representa el esfuerzo, sus ahorros, y algo muy importante: la razón de su vida. Así, el capital se convierte en el tesoro, en la hacienda, y de hecho lo es: constituye la riqueza, la aparición del rey en la escena filosófica y forma parte del ser. Uno de los propósitos del plan filosófico es la conservación del capital, su buen manejo y su entrega sin tacha; esto es: el capital, al entregarse, debe ser excelso, conocido como crisol. Eso es la patria, eso es el capital: el agua transformada en oro (en metafísica, naturalmente, conociéndose que una parte de la metafísica es la alquimia). De este plano se tomaron estas ideas y se pasaron al mundo exterior. De esta idea de la transformación de trabajo en capital, de esta idea de transportar el material sustancial, por parte de los elementos, la muchedumbre, el pueblo, los trabajadores, etc., etc., los antifilósofos crearon el socialismo, la lucha de clases, la movilización de los obreros, las masas; es decir, trastocaron elementos metafísicos por elementos externos, el hombre de carne y hueso, desconociendo que todo se reduce a una ofrenda a Dios, eso es la movilización de las masas en metafísica: trabajar para Dios; sin embargo se le dio un giro adverso. Con razón Rousseau dice: “Todo es perfecto al salir de las manos de Dios y todo degenera en manos de los hombres”.

    Cuando Rousseau dice: “Yo no hubiera querido vivir en una república de reciente institución, por buenas que fuesen sus leyes, temiendo que, no conviniendo a los ciudadanos el gobierno, tal vez constituido de modo distinto al necesario por el momento, o no conviniendo los ciudadanos al nuevo gobierno, el Estado quedase sujeto a quebranto y destrucción casi desde su nacimiento”, se refiere a que la república o patria de reciente institución carga con la experiencia última (en este caso la experiencia de que nos habla Kant, de donde emana el conocimiento transcendental), un tanto incómoda debido al sentimiento de culpabilidad que se percibe al ver “el edificio en ruinas” de que también nos habla Kant. En este punto, donde también se es consciente de que sus leyes se muestren firmes a simple vista, estado común en el inicio de toda república, aunque se sabe que poco a poco y con el sacrificio de todos, se va adquiriendo la templanza. Pero no todas las veces es así, si bien nadie puede garantizar el no consumo temprano de la bebida. Es a lo que se refiere Rousseau cuando dice: “…o no conviniendo los ciudadanos al nuevo gobierno, el Estado quedase sujeto a quebranto y destrucción.”

    En todos los tratados de Filosofía se muestra a los elementos defendiendo la patria, el capital. Lo que se conoce como Imperio Romano no es otra cosa que la pelea por este capital, por este componente de la sustancia; ¿cómo iba a darse este fenómeno en lo externo si todos estos personajes pertenecían a la sustancia?, si ninguno existió en el plano físico. La figura del héroe mítico de las Galias es tan antigua, que la “gaya ciencia” se refiere a su ciencia.

    Por lo general, en los trabajos de filosofía aparece un héroe conduciendo a las masas, las cuales conforman el capital, mostrándonos la figura del transporte de dicho producto. Todo héroe lucha por conservarlo, inclusive pagando por ello con su propia vida. Utilizando erradamente esta figura, esta simbología, los antifilósofos, queriendo aparecer como conductores de masas (fanatismo que terminó convirtiéndose en síndrome), como defensores de pueblos, dieron comienzo al socialismo.

    En trabajos anteriores, ya hemos explicado lo de la comunión, la igualdad de clases, lo del derecho, la rectitud, la disciplina, donde todos piensen en un bien común, donde todos sean iguales, esto para que no haya alteración en el conjunto, dándose así una conducción ordenada. Lo de este comportamiento, el interés del “guía de hombres” en mantener la igualdad de comportamiento en todos, de que ninguno posea más que otro, no es sino porque, al uno poseer más que el otro, adviene el desequilibrio en toda la masa, la sustancia. Aclaramos que la sustancia es atrayente, todos quieren tomarla, y con uno solo que meta la mano en el plato antes de tiempo, se pierde el trabajo, el trabajo de muchos, de todo el pueblo; por eso se hace necesario la igualdad de clases; esto es la igualdad de clases, lo cual se da únicamente en el plano metafísico; en el exterior es imposible que se dé, porque la vida misma radica en eso, en la desigualdad, el desequilibrio. Así ha sido y será por siempre. Esta terquedad por pretender conseguir la igualdad entre los hombres sin que sea cada quien, individualmente, quien la busque en su interior, ha contribuido también a la destrucción del planeta. Recordemos que nadie es perfecto, nadie lo será jamás; quien diga serlo, miente; solamente se puede controlar, con esfuerzo, el mal; pero el mal siempre está en el hombre, siempre estará, porque el mal es el soporte para el resurgimiento del bien; por eso se dice, y con razón, que de la materia descompuesta emerge la vida. Ahora, en el plano metafísico sólo se da, esta igualdad de clases, en un determinado tiempo, corto, conocido, en los tratados de metafísica, como tiempo de reposo, sabad, sin vinculación con el último día, ya que el tiempo de reposo o igualdad de clases lo determina la tenacidad del elemento guía; o sea que el sabad no obedece a un ciclo establecido, sino a la voluntad recia del guía, siendo este guía la suma del conjunto, el pueblo; así, el guía contiene al pueblo, mas no éste al guía, si bien no son de la misma naturaleza; es como decir: la mónada en el pueblo, en la masa. Vemos entonces cómo la escena filosófica se compone de dos acciones fundamentales: la guerra y la paz; movimiento y reposo, ambas conteniendo al ser. Esta guerra o lucha, determinante en filosofía (de aquí las guerras púnicas y todas las demás mencionadas en los escritos de Tito Livio, Plutarco, Hesíodo, Herodoto, Julio César Cayo, las nombradas en los cartuchos y papiros de los egipcios antiguos, etc., etc.) se la conoció como “Lucha Santa”, “Esfuerzo en el Camino de Dios”, “Yihad”, etc., etc. Esto es: defender lo de Dios, la ofrenda, el hombre mismo o su esencia; es como cuando uno siembra un grano de maíz con el objeto de recoger la cosecha, siendo estos frutos la esencia del hombre, lo bueno que éste pueda brindar a Dios, la ofrenda, el oro, el oro extraído de las aguas (sin estar hablando de diezmos ni dinero; los diezmos son espirituales). Vemos cómo el cuerpo del hombre no es más que un elemento de Dios, con el cual puede El conseguir su alimento; esto es: somos el alimento de Dios, siempre y cuando lo procesemos limpiamente, procesemos esa sustancia contenida en nosotros. Intentando cumplir con este requisito, obviamente confundiendo el simbolismo, a las iglesias o templos se los adornó con oro, y muchos reyes se “bañaban” en oro, se cubrían en oro. En lo referente a las Luchas Santas, tomándose el asunto por la letra muerta, el hombre de carne y hueso propició y continúa propiciando guerras reales, matanzas bestiales. Son tan determinantes las guerras en la escena filosófica, que los dioses se hacen llamar “Dios de los Ejércitos”, “Dios de la Guerra”, “Thor”, “Marte”, etc., etc. El mismo Sun Tzu, buscando guiar a los filósofos sobre este componente filosófico, escribió “El Arte de la Guerra”, pero como sucedió con elresto de tratados filosófico, el hombre de carne y hueso lo malinterpretó, creyendo que se trataba de guerras en lo externo, siendo unos de estos equivocados Mao Tse Tung y el mismo Napoleón, entre otros.

    Llevando la equivocación a los extremos, los antifilósofos inculcan a sus seguidores las consignas de “¡Patria o muerte!”, donde los incautos, sin conocer de dónde viene todo, se arman, se lanzan a la guerra, matan y se hacen matar. ¿Qué tenemos aquí? Tenemos lo siguiente: En vez de convertirse en un alimento para Dios, para su Creador, el hombre se convierte en un alimento desechado por Dios. Esto nos está mostrando que la única forma de solucionar todos nuestros problemas, económicos y demás, es convertirnos en alimento de Dios. ¿Cómo puede el grano de maíz revelarse contra quien lo siembra?, ¿qué es el grano de maíz frente al hombre? He aquí el principio de la claridad, la inteligencia: reconocer nuestra posición. Para solucionar nuestros problemas no debemos pensar en que otros nos los resuelvan, porque nadie nos los va a resolver si no comenzamos con ofrecernos como alimento para quien nos sembró. Al no hacer esto, quedamos desamparados y nos aprovechan otras fuerzas, muy terribles por cierto.

    Esos que se hacen llamar “salvadores de masas” esos “libertadores” o “salvadores del mundo”, que es lo que ha dado la antifilosofía, la proliferación de “salvadores”, no salvan a nadie, ni siquiera a ellos mismos. Y no lo pueden hacer porque ellos mismos están hundidos en el inframundo.

    Cuando Rousseau dice: “Todo hombre nacido esclavo, nace para la esclavitud. Los esclavos pierden todo, hasta el deseo de su libertad: aman”, no se refiere al hombre de carne y hueso, al de este mundo, sino al de la sustancia, el del plano metafísico. La esclavitud aquí no es otra cosa que la debilidad por la sustancia, su fuerza atrayente; se es esclavo mientras exista esta rendición.

    Fragmento del libro: LA REAL FILOSOFIA II, del filósofo ANTONIO RAMOS MALDONADO

  2. hola
    primero que nada muchas felicidades esto era lo que nos faltaba un espacio para filosofos xD
    pues en mi opinion pensar nos sirve para distinguirnos de los animales,las piedras o cualquier otro objeto inanimado NOS SIRVE PARA DISERNIR LO QUE ES MEJOR PARA NOSOTROS Y TENER NUESTRA PROPIA OPINION DEL MUNDO EN QUE VIVIMOS…

  3. El pensamiento humano.
    Por Jesús Moisés Delcid R.
    [email protected]

    El cuerpo humano es el carruaje, el yo el hombre que lo conduce, el pensamiento son las riendas y los sentimientos los caballos.
    Platón.

    Una de las características distintivas del ser humano es su razonamiento o capacidad intelectual, la cual comúnmente se llama pensamiento. Bien lo mencionan que el hombre es un animal racional por decirlo de otra manera el ser humano es un ser pensante.

    Poco o mucho los hombres piensan, y esta es una actividad constante en su vida ya sea de manera consciente o inconscientemente el hombre, ser inserto en una realidad que lo sobrepasa en su comprensión, se esfuerza por encontrar un sentido en ella, una certeza en su deambular por el mundo y esto lo realiza no de una manera puramente instintiva sino esforzadamente mediante la actividad intelectual. Para tener concordancia en su quehacer humano con las finalidades en su existencia.

    “El cuidado del pensamiento radica en buscar la verdad a través del saber humano”.
    Alfonso X.

    El hombre es un ser valorante, y en esta valoración recurre al peso de su raciocinio hacia lo que se le presenta como benéfico en su desarrollo tanto particular como social. Por ello hay quienes se han pronunciado que el pensamiento es la capacidad de juicio personal. Y para ello en su esfuerzo pensante conduce las ideas a un escenario de relaciones lógicas que derivan en la negación o afirmación de algún aspecto, objeto o persona.

    El lenguaje es el vestido de los pensamientos.
    Samuel Jonson.

    Aunque bien el juicio es el pensamiento que aun no confirma certeza o verdad a lo que juzga, el cuidado de un pensamiento disciplinado que es mas conocido como lógica, nos lleva más allá de una actividad desenfrenada de pensamientos para llegar en lo mejor posible a la verdad de los juicios personales y manifestarlos con orden coherente, evidente, universal, científico y filosófico. Llamado especulación.

    “Si de veras llegásemos a poder comprender, ya no podríamos juzgar.”
    André Maluras.

    En la filosofía cuya consigna es el conocimiento de las cosas por sus causas, es donde se trata de conocer los fines u objetivos del devenir de los seres y las cosas. El pensamiento es esa actividad intelectiva del conocer humano que pretende comprender la finalidad de los problemas y cuestiones de una manera intelectual, mas allá (metafísica) de la simple utilidad practica y utilitaria de dichas cuestiones.
    El pensamiento filosófico objetiva lo personal y personaliza lo objetivo.
    George Simmel.

    Aunque es un tema de índole generalmente psicológica, las diversas teorías científicas presentan explicaciones confusas acerca del pensamiento en la actividad cerebral.

    Es por ello que el pensamiento es una actividad mayormente trascendente que una visceral interacción orgánica y fisiológica de impulsos eléctricos cerebrales en el ser humano. Ya que si fuera así, los hombres obrarían de una manera autómata y sin diversidad opcional en sus decisiones del vivir humano. El pensamiento aunado a la actividad corpórea se enlaza a una actividad espíritual que aunque imperfecta, lleva a la decisión o conclusión en lo que se piensa. El pensamiento es la evidencia de la imperfección o falibilidad humana, por que en el pensamiento se da el esfuerzo en la intelectualidad humana en la manera de alcanzar la compresión en el devenir de las cosas. Es en esta actividad cognoscente donde nos percatamos que conocemos de una manera mediata y no inmediata a las cosas. Y es donde podemos encontrar el sentido correcto o el error de nuestras ideas.
    No hay hombre que pueda tener un pensamiento o representación de algo que no esté sujeto al orden de lo sensorial.
    Thomas Hobbes.

    El pensar es el medio en que, en el filosofo ocurre el entrecruzamiento en las estructuras de sus argumentos, por las relaciones de las ideas. El pensamiento científico o filosófico es el edificio ordenado, coherente, evidente y verdadero en la expresión de un filosofo o el hombre de ciencia. Y esto ocurre con la capacidad de discernimiento y creatividad personal. El filosofo encarna el pensamiento para vivificar las sabiduría. Es decir una forma o estilo de vida donde hay que ser coherente en lo que se piensa con lo que se hace.

    El trabajo del pensamiento se parece a la perforación de un pozo. El agua es turbia al principio pero luego se clarifica . Proverbio chino.

    El pensamiento es la actividad intelectual en la adquisición del saber acerca de un objeto.

    Sé noble en cada pensamiento, y en cada acción.
    Henry Longfellow Wadsworth

  4. Excelente me gustó mucho. Y al parecer el pensar solo nos sirve a nosotros, a veces pocos logran cambiar lo que quieren del mundo así no sea totalitariamente pero lo hicieron. 😀

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