Pensando en la Biología

Cuando la biología toma el liderazgo de las ciencias se vuelve imperioso revisar sus conceptos. En un diálogo algo técnico, el jinete conversa sobre la vida y sobre si las leyes existen en el mundo o no.
–Usted se dedica actualmente a la filosofía de la biología, ¿verdad?

–Sí.

–¿Qué problemas filosóficos generales tiene la biología?

–Hay problemas filosóficos clásicos que comparte con todas las disciplinas: problemas ontológicos de los objetos que estudia, la ontología de la metaciencia (tales como la teoría, las hipótesis, las leyes). En la biología, todas esas preguntas tienen su particularidad. Hay ciertos conceptos que son cerrados, definidos. Por lo general, sin embargo, los conceptos de la ciencia son conceptos abiertos: no se dan condiciones necesarias y suficientes para su aplicación, sino que en realidad uno puede ir agregando aplicaciones nuevas y eventualmente eliminando algunas otras que se habían aceptado en algún momento.

–¿Y qué problemas particulares tiene la biología?

–Algunos de los problemas generales entonces adquieren dimensiones particulares dentro del campo de la biología. Por ejemplo: ¿qué son las teorías biológicas? ¿Qué son las leyes en biología? ¿Hay leyes en biología? Eso depende de dos cosas: del concepto de teoría, de ley y, por otro lado, del objeto de estudio.

–Pero no hay leyes en el sentido de la física.

–Si uno hace una distinción entre leyes de la naturaleza y leyes de la ciencia, está claro que leyes científicas hay tanto en el ámbito de la física como en el ámbito de la biología. La pregunta física acerca de leyes de la naturaleza, como sabemos a partir de Carnap (o nos podríamos retrotraer a Kant), son mucho más difíciles de responder y quizá, como diría Kant, aunque tenemos tendencia a planteárnoslas siempre, nunca las vamos a poder responder. Para Carnap directamente era una pregunta que no tenía sentido.

–Ahí está el problema de si las leyes de la ciencia son o no leyes naturales. Yo, en el caso de la biología, pienso que hay mucho de taxonomía… Y está el problema de cuál es el objeto de la biología.

–Sí. Yo creo que el concepto de “vida” es un concepto borroso, difuso. Por lo general, los conceptos no se dan aislados, sino que se dan en conjunción con otro tipo de conceptos (y esto es lo que se da en todas las teorías científicas). El concepto de vida es un concepto ubicuo dentro de las ciencias biológicas, y no es que claramente sea un concepto de una sola teoría biológica. Eso es diferente de, por ejemplo, el gen: el gen es diferente si uno tiene el marco de la genética clásica o si tiene el marco de la genética molecular. El concepto de vida, sin embargo, muy probablemente sea un concepto ubicuo que permee la totalidad de las teorías biológicas y, por eso, es difícil de apresarlo.

–¿Y los genes tienen algún tipo de entidad ontológica? ¿Y las especies?

–Esta es una pregunta clásica de teoría del conocimiento. Yo diría, de un modo kantiano aggiornado, que está claro que nosotros creemos que el mundo depende en gran medida de nuestras capacidades cognitivas (lo que Kant llamaba formas puras de la sensibilidad y del entendimiento), además de otras cosas que se supone que andan por ahí fuera. Claro que la manera en que nosotros luego conceptualizamos esto es producto de la invención humana. Pero eso no quiere decir que aquello a lo que se aplique sea una invención humana. Para poder analizar cuáles son los presupuestos ontológicos de la ciencia, lo que diría es –en una especie de vuelta a Carnap– que veamos cuáles son los dominios de objetos que ocurren en las distintas teorizaciones científicas. En la medida en que esas teorizaciones sean aceptadas por la comunidad, la comunidad está aceptando que esas cosas, en un sentido no tradicional-metafísico, existen.

–Pero eso linda con la sociología. Se le echa la carga de la prueba a la comunidad.

–Yo creo que son razones epistémicas. El conocimiento es un producto humano y social, pero eso no quiere decir que sea arbitrario. A diferencia de lo que creía Kant (que hay un único marco conceptual), nosotros a lo largo del tiempo vamos desarrollando de manera colectiva nuevos esquemas conceptuales. Está claro que lo que nosotros aceptamos como sujetos cognoscentes es lo que primero fue aceptado de manera colectiva. Y yo creo que, en principio, hay buenas razones para pensar que esas cosas que consideramos que existen, en verdad existen. No es que un grupo arbitrariamente se reúne y va imponiendo una idea en la sociedad. Eso no pasaría la crítica colectiva. Pero la relación entre nuestros conceptos y aquello que está por fuera de eso no deja de ser problemática. Y el conocimiento, si bien es producto de intercambios sociales, es también intercambio con aquello que excede a los objetos y a las relaciones sociales. Digo: para que haya buenas razones para que creamos que esos objetos existen, no alcanza el consenso colectivo (y con eso me desprendo de ese temor que me manifestaba usted de que me desviara hacia la sociología). No es sociologismo, pero sí hay que reconocer la dimensión social que tiene el conocimiento científico.

–Volvamos a los problemas específicos de la biología. Uno, dijimos, era el de la vida y los límites difusos del concepto. ¿Qué otros problemas hay?

–Está claro que en el imaginario social la biología, a través de sus aplicaciones tecnológicas, ha pasado a ocupar un lugar central.

–Aplicaciones que, dicho sea de paso, generan gravísimos problemas éticos. Hay otro problema, que es el de la vida artificial. Pero no quiero tratar ese problema ahora, me gustaría ir más a lo cotidiano.

–Ahí hay varios problemas que tienen que ver con las distintas subdisciplinas biológicas. Por un lado está la llamada “biología molecular” y, por otro lado, lo que históricamente se ha llamado “historia natural”. Están, entonces, los que hacen trabajo de campo y los que hacen trabajo de laboratorio, que tienen una estrecha vinculación con los que hacen bioquímica. Uno de los temas problemáticos es la vinculación entre forma y función en biología.

–Póngame un ejemplo.

–Esto se puede vincular con alguna otra de las subdisciplinas, como la morfología o la anatomía. Hay ciertos órganos que tienen cierta forma y que eventualmente cumplen cierto tipo de función. ¿Qué tipo de funciones pueden desarrollar las mismas formas? ¿Hay formas distintas que puedan cumplir la misma función? Esta es una vinculación interesante.

–Hay otros problemas que yo creo ver. Como, por ejemplo, las relaciones sociales entre los seres vivos. ¿Qué pasa con una manada? ¿Qué pasa con el pensamiento allí adentro? Porque los biólogos evolucionistas le buscan un explicación evolucionista a todo, pero puede haber cosas neutras. El otro día leía un artículo sobre si la teoría de la evolución es sintética o analítica… Y hay muchas otras cosas. Nosotros, por ejemplo, ¿estamos evolucionando ahora? ¿O la cultura de alguna manera interrumpe la evolución biológica?

–Ahí hay varios aspectos involucrados. En realidad, yo lo que sostendría para el caso de la evolución es que uno podría pensar, en la tradición kantiana, que existen componentes sintéticos a priori para poder hacer el mix entre analítico y sintético. Hay gente que, teniendo exactamente la misma idea, pero siguiendo más la tradición analítica, hablaría de componentes analíticos a posteriori. La denominación es lo de menos, pero la idea es que habría componentes tanto de una como de la otra. Lo que decía luego tiene que ver con el panseleccionismo, con el papel que juega en la teoría de la evolución la selección natural. ¿Es omnipresente? ¿O hay otras maneras, como el neutralismo? En ese caso habría evolución, pero la selección natural no sería el principal mecanismo evolutivo. Para Darwin no era el único, pero sí el primordial. Ahora se vuelve a discutir eso.

–¿Y eso cae dentro del terreno de la biología o dentro de la filosofía?

–Yo creo que cae, como casi todos estos temas, dentro de ambos. Por un lado es una preocupación de los propios biólogos, en la medida en que es una teoría que alteraría la biología; y por otro lado requiere un análisis filosófico. Muchos biólogos, de hecho, discuten permanentemente sobre puntos filosóficos. El otro tema que había mencionado tiene que ver con un problema muy viejo, que es la dicotomía naturaleza-cultura. ¿En qué medida nuestras conductas están guiadas sólo por la naturaleza o sólo por el medio social? Yo creería que cualquier posición extrema en este punto es implausible e indeseable (desde un punto de vista ético, moral, político). Sin duda que hay un fuerte componente biológico en nuestras actitudes, pero también hay un fuerte componente social. Nosotros somos, además de seres sociales, seres biológicos. A pesar de que la tradición filosófica clásica nos ha querido diferenciar radicalmente de las bestias, nosotros seguimos siendo bestias, aunque tengamos algunas cosas que otros seres biológicos no tienen, o no tienen en un grado tan elevado como nosotros. Pero ésa no sería, para decirlo en términos filosóficos clásicos, una diferencia esencial.

Informe: Nicolás Olszevicki.

www.leonardomoledo.blogspot.com
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/ciencia/19-148975-2010-07-07.html

ARGENTINA. 7 de julio de 2010



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