Filosofia y vida: el itinerario filosofico de Jose Vasconcelos

Intervención del autor en la ceremonia de lectura y defensa de su tesis doctoral, celebrada en la Universidad de Salamanca el 1 de diciembre de 2010
[El 1 de diciembre de 2010, en el salón de grados de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Salamanca, se celebró la ceremonia de lectura y defensa de la tesis doctoral de Raúl Trejo Villalobos, Filosofía y vida: el itinerario filosófico de José Vasconcelos, realizada bajo la dirección de Roberto Albares Albares, ante un tribunal formado por José Luis Fuertes Herreros, Ricardo Piñero Moral, Gustavo Bueno Sánchez, Juana Sánchez-Gay Venegas y Luis Andrés Marcos. Obtuvo la calificación de sobresaliente cum laude por unanimidad.]
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Después de una revisión relativamente exhaustiva en la historiografía de la filosofía hispanoamericana y mexicana del siglo XX, en la bibliografía que existe sobre la vida y la obra de José Vasconcelos, en las revistas de filosofía y en algunas páginas de Internet que versan sobre la filosofía mexicana e hispanoamericana, podemos afirmar:
1. que la presencia de Vasconcelos en la historia de filosofía en México y en Hispanoamérica es ineludible, aun cuando se plantea en términos generales su sistema filosófico;
que los estudios que existen sobre él los podemos clasificar de la siguiente manera:
aquéllos que tratan sobre un problema en particular, principalmente sobre educación o su candidatura a la presidencia;
aquéllos que tratan sobre su vida, no obstante que él mismo haya publicado su autobiografía en cinco sendos volúmenes; y,
aquéllos que abordan su pensamiento filosófico.

3. que, de los últimos dos grupos de esta clasificación, o bien abordan la vida de Vasconcelos con poca o nula relación con su filosofía, o bien lo estudian en su pensamiento filosófico, pero de una manera sistemática y con poca o nula relación con su vida; y,
4. que la mayoría de sus estudios, tanto en libros como en revistas, lo abordan de manera incompleta en cuanto a lo que se refiere a primeras fuentes o a las primeras y subsecuentes ediciones de sus obras.
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A partir de lo anterior, el propósito de nuestro trabajo consistió en hacer una reconstrucción del itinerario filosófico de nuestro biografiado, en la que afirmamos que hay una serie de relaciones e implicaciones muy estrechas entre su vida, su sistema filosófico y sus contextos histórico e intelectual de manera tal que planteamos, desde nuestro presente, una nueva lectura tanto de su biografía, a la luz de su obra, como de su sistema filosófico, a la luz de su vida; y planteamos, además, cómo cada una de éstas cobran sentido en su relación con la otras.
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En lo que se refiere al marco conceptual desde cual hicimos nuestra investigación, consideramos los siguientes puntos:
1. La idea de la biografía, de Ortega y Gasset, en la que señala: «aún en el caso de que el historiador se proponga hacer una biografía, encuentra a la vida de su personaje trabada con la vida de otros hombres y las de ésos, a su vez, con otras –es decir, que cada vida está sumergida en una determinada circunstancia de una vida colectiva».
2. La idea de la biografía filosófica, de Jorge J. E. Gracia, según la cual plantea, por un lado: «El propósito de una biografía filosófica debe consistir en dar cuenta de los acontecimientos de la vida del autor y su relación con las ideas filosóficas. Como tal, debe contener una referencia detallada de dichas ideas, incluyendo las posiciones principales que sostuvo el autor y las razones por las que lo hizo. De este modo, una biografía filosófica incluye una exposición de las opiniones de la figura histórica en cuestión, y por tal razón, de su contenido y su carácter filosófico». Por otro lado, plantea que: «Estos estudios también pueden hacer referencia a las opiniones de los contemporáneos del autor en cuestión, e incluso de los predecesores y sucesores. La diferencia entre estos estudios y los comprensivos consiste en que su principal propósito es la exposición y comprensión de las opiniones de un autor, aunque, para hacer tal cosa, tengan que referirse a las ideas de otros autores y al punto de vista aceptado durante una época o en una sociedad o lugar determinados. El centro de atención de estos estudios es la filosofía de una sola persona».
3. Las ideas de las generaciones y la edad de las generaciones, de Ortega y Gasset, en las que refiere, respecto a lo primero: «Una generación no es un puñado de hombres egregios, ni simplemente una masa; es como un cuerpo social íntegro, con su minoría selecta y su muchedumbre, que ha sido lanzado sobre el ámbito de la existencia con una trayectoria vital determinada»; y, respecto a lo segundo, define: «La edad es, dentro de la trayectoria vital humana, un cierto modo de vivir –por decirlo así, es dentro de nuestra vida total, una vida con su comienzo y su término: se empieza a ser joven y se deja de ser joven, como se empieza a vivir y se acaba de vivir. Y, ese modo de vida que es cada edad –medido externamente según la cronología del tiempo cósmico, que no es vital, del tiempo que se mide con relojes– se extiende durante una serie de años», de quince años, aproximadamente: infancia, juventud, primera madurez, madurez plena y senectud.
4. Algunas ideas de la hermenéutica analógica; sobre todo, aquéllas que la refieren como recognitiva y como una metodología, y según la cual reconoce tres pasos o tres sutilezas: la de la intelección, la de la explicación y la de la aplicación. Según Beuchot, en la primera, se toca la cuestión de la sintaxis, en la que se va al significado textual; en la segunda, considera la cuestión de la semántica, en el sentido que tiene que ver con la conexión de los textos con los objetos que designa; y, en la tercera, se aborda a la pragmática, en el sentido de poder captar la intencionalidad del autor.
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Para efectos de tratar el contexto histórico e intelectual en el que se gestó y desarrolló el itinerario filosófico de Vasconcelos, así como para explicar las relaciones inter e intrageneraciones, aprovechamos el estudio que tiene Luis González y González (La ronda de la generaciones) sobre la historia de México y un ensayo («Cuatro estaciones de la cultura mexicana») de Enrique Krauze en el que aplican el método de las generaciones. De estos, elaboramos el siguiente esquema.

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Como puede advertirse, en éste se aborda la historia de un siglo, de la mitad del XIX a la mitad del XX, el cual se divide en seis momentos históricos. Del lado derecho, tenemos a las siete generaciones protagonistas de cada momento histórico y en la parte inferior del nombre de la generación, el periodo de años de su nacimiento. En el resto del cuadro, lo que se observa es la edad de las generaciones y sus respectivos empalmes. Es decir, mientras una generación es la minoría rectora, la que le sigue es la que está pasando por la edad de su primera madurez. El detalle de este esquema, sin embargo, es que trata de la historia general. Por esta razón, a partir de este mismo esquema, elaboramos otro, en el que especificamos la historia del pensamiento filosófico.
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Los cambios, como pueden verse, son significativos. Ahora tenemos, en la parte derecha, en primer lugar, la generación del liberalismo, a la que pertenece Gabino Barreda, introductor del positivismo en México. Posteriormente, tres generaciones de positivistas. Enseguida, la generación del Ateneo, que en términos de la filosofía son antipositivistas; y, por último, las generaciones del 15 y del 29, con las respectivas orientaciones filosóficas a las que pertenecieron. Agregamos, además, algunos de los representantes de esas generaciones y la orientación filosófica que cultivaron, particularmente en las últimas dos generaciones.
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Los ciclos vitales en los que dividimos el itinerario filosófico de José Vasconcelos son cuatro: Los años de formación (1882-1910), en el que incluimos la infancia y la juventud; Las mocedades (1910-1924), en el que modificamos el periodo de años, atendiendo más a la biografía de Vasconcelos que a lo periodos marcados por Luis González y González para la historia de México; Madurez plena (1924-1938), la cual coincide con sus dos últimos y más prolongados exilios; y, El último Vasconcelos (1938-1959), que corresponde al periodo de su regreso a México hasta su muerte.
Algunos aspectos biográficos que destacan en su infancia y en su juventud y que cobrarán importancia posteriormente son: los viajes y la vida en la frontera con los Estado Unidos, la formación en el cristianismo y en la historia de México e Hispanoamérica (en la que su madre la hizo de maestra), la formación en el positivismo (primero en la Escuela Nacional Preparatoria y luego en la Escuela Nacional de Jurisprudencia) y la formación, junto con los miembros del Ateneo de la Juventud, en las nuevas orientaciones del pensamiento filosófico, donde destaca Bergson.
En lo sucesivo, algunos otros aspectos biográficos coinciden y se funden con la Historia de México. Por ejemplo, en el periodo de las mocedades (1910-1924), Vasconcelos participa en la Revolución (primero con Madero, posteriormente con Carranza y finalmente en la Convención Nacional Revolucionaria de la que saldrá como Ministro de Educación). Otro ejemplo, entre 1920 y 1924 funge como Rector y desde ahí reforma el Sistema Educativo Mexicano. En el periodo de la madurez plena (1924-1938), Vasconcelos vive prácticamente en el exilio, a excepción del año de 1929, cuando se postula como candidato a la presidencia de la República.
En el último periodo de su vida, Vasconcelos regresa a México para radica ahí definitivamente, cambia una serie de ideas políticas, religiosas y filosóficas y se le condena, en cierta medida, al olvido aún en vida.
Algunos puntos de relación entre su vida, su contexto y sus ideas filosóficas, en términos generales, son las siguientes:
a) el espiritualismo, el intuicionismo (a partir de la emoción) y la teoría de la raza mestiza son una respuesta al positivismo, al racionalismo y a la teoría de la raza pura;
b) la reforma del Sistema Educativo Mexicano y la organización de la Secretaria de Educación Pública responde a un esquema general de su sistema filosófico, todavía por elaborarse; y,
c) dentro de su candidatura, tiene la convicción platónica de que el gobernante, para efectos de que la sociedad llegue al periodo estético que propone en su Ley de los tres estados, debe ser rey.
En términos particulares, lo que presentamos enseguida son el conjunto de textos filosóficos en cada una de sus etapas, destacando algunas ideas de los mismos.
Los años de formación (1882-1910)
De los últimos años del periodo de formación, contamos con cuatro textos: Teoría dinámica del derecho (1905), Don Gabino Barreda y las ideas contemporáneas (1910), «Cuadernos de juventud» (ca. 1901-1903) y «Los tres grados de la belleza: o lo apolíneo, lo dionisíaco y lo místico» (ca.1910). De estos textos, se destacan la idea de la energía, en el primero; una revisión del pensamiento de las generaciones anteriores y un programa para la generación a la que pertenece, en el segundo; la idea de la síntesis, en el tercero; y, finalmente, la idea de la belleza, en el cuarto.
En el tercero, concretamente, dice: «No ha llegado la hora de formar la síntesis (y a veces se pregunta uno con temor si llegará alguna vez). Estamos en la época de las explicaciones parciales y de las teorías aisladas, compadecerlas todas, unificar sistemas, formar un cuerpo de segura doctrina que abarque siquiera un gran conjunto, ya no todos los conocimientos, es obra del porvenir. Ni los datos con que contamos ni los trabajos realizados por más que serán muchos y muy penosos, ni las inteligencias actuales quizá son suficientes para alcanzar esa generalización magna, bóveda y base de todas nuestras hipótesis». [Ca. 1903]
Y, en el cuarto, señala: «Tengamos presente que la belleza es una cosa en sí, no un accesorio ni un ornamento, más bien, una ley interior de la imagen, ley diferente del simple mecanismo físico químico que rige la agregación y disgregación de los átomos y distinta también de la lógica que relaciona los conceptos así como la ley psicológica que maneja las imágenes por medio de analogías y asociaciones. La belleza puede participar de todo esto, pero es algo más que todo esto y a veces se atreve a contradecir todo esto; teniéndolo así presente intentemos un breve examen de las condiciones exteriores del proceso de la belleza».
Las mocedades (1910-1924)
Durante este periodo, Vasconcelos publicó, entre otros, los siguientes libros: Pitágoras: una teoría del ritmo (1916 y 1921), Monismo estético (1918), Divagaciones literarias (1919), Estudios indostánicos (1920), Prometeo vencedor (1920), La revulsión de la energía (1924). En el primero de éstos, plantea una interpretación estética de la doctrina pitagórica; en el segundo, el título que inicialmente le da a su sistema filosófico; en el tercero, algunas notas de viaje por California; en el cuarto, un manual de filosofía indostánica y la idea de la mística como ciencia de síntesis; en el quinto, la idea de la desaparición de la humanidad; y, en el quinto, el núcleo de su metafísica –desde un punto de vista intelectualista–.
Respecto a la idea de ritmo, en el primer texto, dice: «La noción de ritmo es lo más profundo de nuestro yo y a la vez lo más profundo de todos lo fenómenos». Y, enseguida, enfatiza: «Al meditar Pitágoras, ciertamente descubre el número, pero al mismo tiempo, una energía desarrollándose como música y que cierto ritmo está en la esencia de las cosas».
Como puede verse en la cita anterior, la idea de ritmo se complementa con la de energía. De aquí, que en el último texto, La revulsión de la energía, establezca los siguientes principios: «La mecánica de la existencia formula entonces sus leyes de la manera siguiente: 1.- Unidad de la existencia en el concepto de energía (…) 2.- La energía, una en esencia, no obedece, sin embargo, a los mismos ritmos de movimiento en todas sus manifestaciones, y, además, para obrar se organiza en ciclos que siguen un orden terciario. Cada ciclo poseeun ritmo peculiar y se desenvuelve en procesos trinitarios. Se pasa de un ciclo a otro por medio de revulsiones de la energía (…) 3.- Para desenvolverse y trabajar, la energía procede por triadas, reflejando constantemente el precepto divino de la trinidad de la acción. Cada triada constituye un ciclo y cada ciclo transforma totalmente el valor y el sentido general de la existencia y el valor y el sentido del ciclo antecedente».
Madurez plena (1924-1938)
Durante esta etapa, José Vasconcelos publica sus principales libros, los más socorridos en los estudios que se han hecho sobre él. Estos son algunos títulos: La raza cósmica (1925), Indología (1926), Tratado de metafísica (1929), Pesimismo alegre (1931), Ética (1932), La sonata mágica (1933) Bolivarismo y Monroísmo (1934), De Robinson a Odiseo (1935), Ulises Criollo (1935), Estética (1936), La tormenta (1936), Historia del pensamiento filosófico (1937), Breve historia de México (1937), El desastre (1938). A partir de la mayoría de estos, podemos reconstruir su sistema filosófico en los siguientes términos:
Según Vasconcelos, desde un punto vista, todo es energía. Y, desde otro, todo es Dios. Desde esta perspectiva, según Vasconcelos, toda la filosofía debe partir de los últimos conocimientos científicos y debe conducir al hombre y la totalidad de la realidad hacia Dios, en tanto que ser absoluto y como sentido último de todo lo existente.
Desde el primer punto de vista, todo cuanto existe, la realidad toda, está compuesta en tres órdenes o en tres ciclos de una misma sustancia: la energía. Estos tres órdenes o ciclos son, a saber: el de la materia, el de la vida y el de la conciencia o el espíritu. Para decirlo en otros términos, podemos hacerlo de la siguiente manera: el mundo del átomo, el mundo de la célula y el mundo de la conciencia.
Cada uno de estos ciclos o mundos, aunque pertenecen a una misma sustancia, se refieren a cosas distintas que tienen diferentes características. El primero es una estructura (todo lo que es materia inanimada) que se caracteriza por el acto repetición, el segundo es un organismo (naturaleza vegetal, especies animales, hombre) que se caracteriza por el acto finalidad y el tercero es una conciencia (principalmente en el hombre) que se caracteriza por el espíritu creador.
En tanto que monismo, en la medida que todo emerge de una sustancia, la explicación del paso de un ciclo a otro, Vasconcelos lo expone en su teoría de la revulsión de la energía. Primero, en términos generales, entre la energía material y la energía espiritual, está la energía vital. Entre la primera y la tercera, muy cercano a Plotino en este aspecto, para Vasconcelos la primera (la material) es una energía descendente y la tercera (la espiritual) una ascendente. Segundo, en términos más concretos, el paso de la primera a la segunda, de la estructura al organismo, consiste precisamente en la aparición, en algún momento, de unos movimientos sin orientación, sin sentido y sin fines específicos a unos movimientos con orientación, con sentido y con fines concretos.
Ahora bien, dentro de este mismo punto de vista, pero concentrándonos en el mundo del hombre, en tanto que entidad histórica y social, Vasconcelos plantea su filosofía de la historia y su filosofía social a través de la Ley de los tres estados.
Contrario a la que plantea Comte, Vasconcelos considera que todas las sociedades han pasado por al menos dos momentos o dos periodos: el material y el intelectual. Las características del primero son la guerra y la necesidad. Las del segundo, los contratos sociales y las leyes.
Según Vasconcelos, el tercer estado de la sociedad está por venir: es el estado en el que hay un florecimiento del espíritu, de la libertad, mediante la síntesis de las razas y las culturas, mediante el mestizaje. La América hispánica, según nuestro autor, es la llamada a realizar dicha utopía: la de la raza cósmica.
A modo de acotación, cabe destacar que con estas dos teorías (La ley de los tres estados y la del mestizaje), partes fundamentales de su sistema filosófico, Vasconcelos se opone a las teorías del evolucionismo y las teorías de las razas puras, teorías positivistas ambas, muy en boga a finales del siglo XIX y principios del XX.
Desde el otro punto de vista, desde la conciencia, el espíritu y el camino que conduce a Dios, Vasconcelos plantea su estética. En este sentido, según Vasconcelos, algo de las tres etapas cósmicas se repite o se reproduce, análogamente, en la conciencia del hombre: inteligencia, que ordena y discierne sobre los hechos y las cosas; vida, que nos obliga a realizar actos y propósitos, que nos obliga a querer, que nos devela el mundo de la voluntad y de la ética; y, por el último, el espíritu o, mejor dicho, lo más alto del espíritu, en el que todo lo material se transforma de acuerdo a arreglos de la imaginación y de la poesía y nos pone en el camino de lo sobrenatural, en la senda de la revelación.
La teoría del a priori estético es la idea central en esta parte de su sistema filosófico. De acuerdo a ésta, el conocimiento ya no se da por el intelecto ni por los sentidos sino por la intuición, la imaginación y la emoción; o, para ser más precisos: por el ritmo, la melodía y la armonía que hay en las cosas y en nosotros mismos.
Por otro lado, específicamente en lo que respecta a las artes, Vasconcelos concibe la tres categorías estéticas: lo apolíneo, que atiende a las artes de la imaginación y de las formas; lo dionisíaco, que atiende a las artes de las pasiones; y, lo místico, que atiende a la conjunción de las artes, sobre todo, cuando éstas están consagradas a Dios.
El ejemplo que pone nuestro filósofo respecto a lo último es la liturgia católica: síntesis de las artes que nos pone en el camino de la transfiguración de todas las cosas en el Espíritu Santo y de la revelación y de la redención. Si todo es energía en un determinado momento, al final de cuentas: todo es Dios.
En resumen: la teoría de la revulsión de la energía, la de la ley de los tres estados de la sociedad y la del a priori estético son, grosso modo, las teorías que componen su sistema filosófico y las que dan cuenta del por qué y el sentido final de la existencia.
El último Vasconcelos (1938-1959)
Algunos de los libros que publicó en la última parte de su vida, son: El proconsulado (1939), Manual de filosofía (1940, que es, en buena medida, lo mismo que la Historia del pensamiento filosófico, pero mutilada y con algunos ligeros cambios), Realismo científico (1943), Lógica orgánica (1945), Todología (1952), Filosofía estética (1952, que es lo mismo que Todología, pero con algunos capítulos mutilados), Temas contemporáneos (1956), En el ocaso de mi vida (1957), Don Evaristo Madero: biografía de un patricio (1958), La flama (1959). Además, reeditó La raza cósmica (1948, mutilada) y los cuatro tomos de sus memorias (1958, expurgadas). Entre 1957 y 1961 se editaron cuatro tomos de sus Obras Completas; edición que quedó incompleta toda vez que no se recogen en éstas todas sus obras.
Algunos de los cambios que se gestaron en esta etapa, tienen que ver con el nombre de su sistema. En este sentido, en Lógica orgánica, dice: «Comenzamos llamando lógica estética a la doctrina que hoy ofrecemos al lector (…). En nuestra Estética publicada hace ocho años y todavía en las conferencias que se dieron en el Colegio Nacional sobre el tema de la presente obra, volvimos a usar la denominación: lógica estética. Ello se debió a que poníamos particular atención en el juicio estético y en el pensamiento artístico. Poco más tarde, al escribir estas páginas y corregirlas, nos dimos cuenta de que es más exacto y más amplio el título de Lógica orgánica. Porque sin salirnos de la lógica formal y prescindiendo de nuestra doctrina estética, creemos haber llegado a una concepción mucho más amplia que la de los lógicos del logos o el pensamiento puramente dialéctico. La importancia que nuestra doctrina otorga a principios como el de la parte y el todo;nuestra definición del conocimiento como coordinación de conjuntos conceptuales y reales; nuestra tesis sobre la comprensión, todo esto justifica un nombre que abarque todas las funciones cognoscitivas de la conciencia y las coordine. No hallamos ninguno mejor que el de Lógica orgánica. Conocemos con todo el ser, coordinadamente, orgánicamente».
Una de las cosas que no cambiaron, sin embargo, fueron sus ancías de totalidad, como lo expresa en «Cuadernos de juventud». Desde esta perspectiva, dice en Todología: «Descubrir la colocación y la función de las partes dentro del Todo, es sin disputa el problema y también el propósito de una filosofía completa. El Todo encierra misterios y tesoros que en vano pretenderíamos agotar; pero somos aspirantes al todo. Todología es apenas un ensayo, a la medida del ingenio del autor, que es corto, pero su afán es vehemente en la exigencia de la totalidad».
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La biografía filosófica de Vasconcelos, sin embargo, no se explica y se comprende por sí sola. En este sentido, mucho tiene que ver la relación con sus compañeros de generación: Antonio Caso, Alfonso Reyes y Pedro Henríquez Ureña. Todos ellos se caracterizaron por su antipositivismo y por reestablecer los estudios humanísticos en México. Sin embargo, Caso y Vasconcelos fueron los filósofos y Reyes y Henríquez Ureña los literatos y estudiosos de la lengua.
Todos ellos coincidieron en un momento de su juventud y cada uno de ellos tuvieron distintos destinos, diferentes historias de vida: Caso vivió como catedrático en México la mayor parte de su vida, Henríquez Ureña también vivió como catedrático pero en Argentina, Alfonso Reyes como diplomático y Vasconcelos como exiliado. Sin embargo, todos se caracterizaron por ser herederos de Rodó, por su hispanoamericanismo.
Caso y Vasconcelos, los dos filósofos, comparten el antipositivismo y la idea de reestablecer la filosofía, en tanto que metafísica, sin embargo, el sentido último de la existencia para Caso está en la ética de la caridad y para Vasconcelos en la experiencia mística y estética. De manera particular, después del intuicionismo bergsoniano que ambos aceptaron en la juventud, en las etapas de madurez y senectud, Caso acepta la fenomenología y la incorpora a su sistema; Vasconcelos, por su parte, la rechaza. En algún momento dice que su filosofía es una epojé a la inversa.
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Además de las etapas de la vida de Vasconcelos, están las de la generación. Y conjuntamente con éstas, las de las otras generaciones. En este sentido, una parte constitutiva de un momento histórico determinado son las relaciones intergeneracionales. En el caso particular del pensamiento filosófico en México, de 1867 a 1925, predominó el positivismo, las distintas orientaciones del positivismo. Pero éste coexistió al principio (1867-1876) con el liberalismo y al final (1910-1924) con el vitalismo y espiritualismo de Antonio Caso y José Vasconcelos. Ciertamente, en el periodo de 1910 a 1924 ya no era tan fuerte la presencia del positivismo como lo fue en décadas anteriores, pero todavía estaban en activo Horacio Barreda, Agustín Aragón, Ezequiel A. Chávez. Además, cabe señalar que este periodo es el del inicio de la filosofía académica, con Antonio Caso a la cabeza.
En el periodo de 1925-1938 los ateneístas viven su periodo de madurez y, a la vez, la generación siguiente, la del 15, vive el de la madurez incipiente: nos referimos particularmente al grupo de escritores Los Contemporáneos y al de intelectuales y políticos que se conocen como Los siete sabios. Dos hechos que marcan dicho momento histórico, en el ámbito del pensamiento filosófico, es la polémica entre Antonio Caso (el maestro) y Samuel Ramos (el alumno) en 1927 y la publicación del libro El perfil del hombre y la cultura en México, de Ramos, en 1934.
En el periodo de 1938-1959 la filosofía académica adquiere cierto grado de consolidación con la llegada de los filósofos españoles, con Gaos a la cabeza. En 1940 se crea el Centro de Estudios Filosóficos y se publica la revista Filosofía y Letras. Durante todo este periodo, los filósofos españoles traducen bastantes libros del alemán al español y se crean nuevas instituciones en las que se imparte la licenciatura en filosofía.
Desde otro punto de vista, en este momento histórico, la generación del Ateneo vive su etapa de senectud, los grupos de la generación del 15, viven su etapa de madurez y los de la generación del 29 viven su madurez incipiente. Los referentes obligados son: la polémica sobre la idea de la filosofía (La filosofía como confesión personal y como ciencia de los valores) entre José Gaos y Francisco Larroyo (representante de la filosofía neokantiana en México), en 1939; y, además, la publicación del libro de Leopoldo Zea, Nacimiento, auge y decadencia del positivismo en México (1943-1944), una muestra, a la vez, del magisterio de José Gaos.
Otro acontecimiento en este periodo, de bastante importancia para la historia del pensamiento filosófico en México, es el surgimiento del grupo Hiperión, en el que participaron los jóvenes Luis Villoro, Emilio Uranga, Ricardo Guerra (todos ellos, miembros de la generación del medio siglo, la siguiente de la del 29), entre otros, bajo el magisterio de Gaos, Ramos y Zea. A partir de los sesenta, cuando los del Hiperión viven su etapa de madurez incipiente y madurez plena, inicia otro momento de la historia del pensamiento filosófico en México. Un momento histórico que es tema digno para otro estudio.
En cuanto a Vasconcelos, quizás sea necesario estudiar de manera más detenida cada una de las etapas de su biografía filosófica; o, también, quizás, hacer un seguimiento sobre las fuentes de su pensamiento, es decir, seguir puntualmente aquellos autores que cita y refiere para elaborar su propio pensamiento; o, quizás, además, estudiar la historia de los estudios vasconcelianos, una historia sobre cómo ha sido recepcionado Vasconcelos por la posteridad, una historia en la que el presente trabajo, esperamos, pueda representar un aportación.
Fuente: http://www.nodulo.org/ec/2010/n106p01.htm

SPAIN. Enero de 2011



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