Crítica del capitalismo neoliberal

Crítica del capitalismo neoliberal desde la categoria filosofica de sustantividad
1. La idea griega de esencia como sujeto de atribuciones plantea, en forma explícita o implícita, que hay una realidad en devenir y que tras ese movimiento hay un substrato que permanece idéntico a sí mismo intransformado. Hay un principio, como principialidad, de donde todo proviene, el cual quedaría inafectado en el cambio. Dicho principio sería la esencia. Desde ahí se intentaría escapar al carácter inestable de la movilidad para plantear una estructura fija y absoluta.

Para Heráclito todo cambia, menos el cambio mismo, lo cual sería el ser de lo real, esto es la kinesis o mutabilidad de las cosas.

Para Parménides lo que subsiste bajo el movimiento aparente de las cosas es el ser; las cosas en tanto que tienen ser son entes, y por tanto todas permanecen en el ser ya que el no-ser también es. Parménides negó el cambio esencial de lo real argumentando que si el movimiento consiste en el paso del ser al no-ser, la mutabilidad es inexistente porque el no-ser también es. El mismo Demócrito que proponía que todo consiste en ser átomo y que éstos se mueven en el vacío terminó aceptando que el cambio es sólo apariencial debido a que todas las cosas son.

Aristóteles quiso darle una salida distinta al problema de la mutabilidad: planteó que el cambio consiste en el paso del acto a la potencia y de la potencia al acto, y que el ser se dice de muchas maneras; en definitiva postuló la idea de lo real como sustancia (hypokeimenon), de una esencia que permanece siempre idéntica a sí misma por debajo del movimiento. Para Aristóteles hay, pues, un sujeto substante: el ser; y este fundamentaría la mutabilidad aparente de lo real.

En definitiva, el problema del horizonte de la movilidad se resuelve en la filosofía griega a favor de la permanencia, del principio lógico de identidad.

Esto es coincidente con la conceptuación griega de la virtud; la vida virtuosa se fundamenta en la imperturbabilidad, en la capacidad de mantenerse siendo sí mismo; en esto coinciden los planteamientos del estoicismo y el epicureísmo. Par los epicúreos el fundamento de la felicidad es la búsqueda del placer, pero el placer humano viene por el atenerse a la razón, a la vida teorética renunciando a la sensualidad de las cosas, cuestión típica de los animales. Para el estoico el fundamento de la felicidad se la encuentra en la ataraxia o renunciación de las cosas sensibles para dedicarse a la contemplación de las esencias por la vida teorética.

En definitiva, lo que nos interesa dejar sentado es que todo el pensamiento filosófico occidental se ha movido en el horizonte de la sustancialidad; hay en lo real una estructura esencial que no habría de cambiar manteniéndose siempre idéntica sí misma por debajo del movimiento.

Para Aristóteles la sociedad es sustancia, es, por tanto, un tipo de realidad puesta más allá de la acción transformativa de la subjetividad individual.

II. Para Hegel, que a decir de Xavier Zubiri expresa la madurez intelectual de occidente, la realidad es sustancia. Lo real-histórico se constituye en el doble movimiento de la realización de la realidad de la Idea. Hay un macrosujeto, la Idea, en despliegue. Podríamos decir un movimiento encarnatorio, y este macrosujeto es el que al desplegarse va creando diferentes determinaciones; esto es, distintos tipos y formas de realidad que no son más que fenómenos de aquél macrosujeto esencial. Meras manifestaciones espacio-temporales, mal logradas, de la perfección del Absoluto.

Las determinaciones, por ejemplo, en la sociedad medieval no logran expresar la perfección de la Idea, y tienen que ser superadas por ella. Por ello dice Hegel que “todo lo que existe merece perecer”. Todo es puesto y superado por el macrosujeto, el Espíritu Absoluto; este pone la realidad pero al no reconocerse plenamente en ella lo supera. Todo cuanto existe es mera posición de la Idea, por tanto no hay alteridad absoluta, y no hay, por tanto, contradicción real; y al no haber contradicción tampoco hay dialéctica ni movimiento esencial.

En Hegel hay una especie de dialéctica cerrada. La historia es un proceso que tiene carácter finalístico y determinado. La historia es un proceso sin sujeto, sin sujeto humano por lo menos. El hacer humano queda integrado, mejor dicho disuelto, en la logicidad del sistema. No hay lugar para la libertad en el panlogismo hegeliano, como no sea una libertad entendida como conciencia de la necesidad: libre es aquél que sabe de antemano lo que de todas formas va a pasar. Por tanto los procesos de lo real, natural y social, se le imponen al sujeto como un destino inexorable.

Desde Hegel habría que renunciar a la posibilidad de crear una sociedad cualitativamente nueva y superior.

Por ello, no resulta obra de la casualidad que Francis Fukuyama, teórico neoliberal, fundamente su propuesta del “fin de la historia” con el capitalismo desde la dialéctica hegeliana del reconocimiento de las autoconciencias. Para Hegel la praxis humana es incapaz de transformar efectivamente la historia; más aún, no hay praxis humana, sólo acción finalística y destinada. Según Hegel, hay un reconocimiento pleno del Espíritu Absoluto en el Estado Capitalista; por tanto, la historia habría tocado a su fin.

III. Pero la realidad no tiene estructura de sustancia, sino de sustantividad. La sustantividad como idea y forma de ser de lo real implica la consideración del carácter sistemático y estructurante de las cosas reales. En este planteamiento no hay una sustancia que habría de permanecer intransformada y fuera del movimiento inclusivo de las cosas. Lo real es más bien un sistematismo dinámico co-determinado.

Como propone Leonardo Boff “… todo lo que existe, co-existe. Todo lo que co-existe, pre-existe, subsiste a través de una trama infinita de relaciones inclusivas”. No hay una sustancia absoluta puesta fuera de la co-determinación. Ser esencial no significa ser absoluto. Quizá esta es una de las lecciones fundamentales de la visión ecológica de lo real.

Aún el materialismo dialéctico que propone Federico Engels habría quedado atrapado en la concepción sustancialista de lo real. La diferencia entre el materialismo dialéctico engelsiano y el de Marx es que para el primero lo real, todo lo real, es dialéctico de derecho, en el sentido de que no puede no serlo; mientras que para Marx hay una dialéctica en lo real-histórico de hecho, pero perfectamente podría no haberla; para Marx no podría haber una “Dialéctica de la Naturaleza”, para Engels sí. Uno de los fundamentos de la dialéctica es la contradicción, y sólo la razón puede decir-contra, esto es contra-decir. Para que haya dialéctica se necesita de la presencia del sujeto. Engels postula la existencia de unas leyes de la dialéctica como macrosujeto que mueve y dirige la realidad, pero que, como sustancia de las cosas, estas leyes quedarían puestas fuera del movimiento mismo: todo cambia, menos las eternas leyes de la dialéctica.

La idea de lo real como co-determinación sistemática de las cosas, tanto para ser como para existir, no postula una homogeneización de todo haciendo desaparecer el concepto de esencia como fundamento último de lo real. Establece que hay niveles esenciales de sistematismo y de co-determinación, pero que en último término, en línea de realidad, lo más real es siempre la totalidad, el cosmos entero como totalidad dinámica, abierta y estructurante.

IV. La visión estructural de lo real no implica, necesariamente, un estructuralismo. Planteamos las siguientes críticas a la racionalidad estructuralista, sobre todo en el campo de lo socio-histórico.

a) En una lectura estructuralista de los socio-histórico, a lo Althusser o a lo Foucault, se continúa atrapado en un enfoque sustancialista. Hay una infraestructura económica que determina el conjunto de la práctica humana. Hay una disolución de la subjetividad humana en la eficacia del juego y complejización de las estructuras. El sujeto real de la vida es la estructura social, y el sujeto humano individual es sólo fenómeno de la fuerza de imposición del sistema. Como diría el coro de una canción género salva muy conocida “la vida es así, no le he inventado yo”.

b) En este sentido, los hombres somos “soportes”, “efectos” del funcionamiento de las estructuras, sobre todo, aunque no exclusivamente, económicas. Los hombres serían actores sociales, pero no autores sociales.

c) La práctica planificada y consciente sólo podría darse en el contexto de una “conciencia de la necesidad” de la cualidad y eficacia propia de la estructura.

d) La realidad sustante sería la base económica, las estructuras, y en este contexto no hay posibilidad de transformar revolucionariamente la totalidad social.

e) No es fortuito que las lecturas estructuralistas del marxismo, por ejemplo, no hayan dado lugar ni siquiera a una teoría de la acción social organizada.

En el entendimiento de lo real como sustancia hay una subrepticia idea de lo real como esencia absoluta frente a la cual tendría que justificarse y funsionalizar su existencia cualquier otra realidad “no esencial”. Hay la idea de un orden jerárquico dado de una vez por todas. La cosmovisión neoliberal de la vida preconiza ciertos absolutos: el individuo, el mercado, la propiedad privada; frente a la cual se puede sacrificar otra realidad “menos esencial”.

Hay una especie de dawinismo social según el cual se debe sacrificar los menos aptos en función de los más aptos.

Hay una línea de pensamiento que tiene como raíz la idea de lo real como sustancia; y a partir de ahí se establece la funcionalidad y el propósito de las cosas reales.

Lo inesencial es sacrificable porque la esencia, entendida como absoluto, no necesita de ello para ser lo que es. Pero desde la cosmovisión ecológica de lo real se puede criticar este darwinismo social del capitalismo neoliberal sustancialista, ya que, como decía Leonardo Boff “al afirmar la interdependencia de todos los seres, la ecología funsionaliza toda jerarquía y niega el derecho de los más fuertes”.

V. Conclusión:

a) La co-determinación estructural como modo de ser real y de existir de las cosas, naturales y sociales, niega la concepción sustancialista de lo real que postula una esencia absoluta puesta fuera del devenir.

b) La refunsionalización ecológica de la vida niega la visión estructuralista y neoliberal de la vida ya que para esta última hay existencias menos aptas que habría que sacrificar. La idea de lo real como sustantividad preconiza la interdependencia orgánica y sistemática de todo en la totalidad de las cosas reales. No hay darwinismo social posible.

c) La absolutización de la lógica del capital, en todas sus variantes, cierran la historia, clausuran la dialéctica, y por tanto el futuro.

d) Cuando los partidos políticos, fuerzas sociales, los intelectuales, y el pueblo en general pierden el horizonte crítico en función de la solución de lo inmediato, de la solución pragmática y reformista entonces pierden realidad y permiten que el sistema se nos imponga como un destino.

Lo real no es sustancia, sino sustantividad.
Es catedrático de la Facultad Multidisciplinaria Paracentral
http://www.diariocolatino.com/es/20120412/opiniones/102286/Cr%C3%ADtica-del-capitalismo-neoliberal-desde-la-categoria-filosofica-de-sustantividad.htm

12 de abril de 2012



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Una respuesta a "Crítica del capitalismo neoliberal"

  1. Muy interesante el recorrido de los conceptos. Es una buena argumentación. La conclusión precisa. Solo que no hay aportes significativos desde la Filosofía. Sin hacer dicho recorrido histórico desde la visión occidental, el sentido común percibe la misma conclusión. Por tanto, no se ve el aporte del filósofo, seguimos siendo repetidores de ideas hasta el cansancio. La filosofía necesita innovarse desde sus fundamentos. Esta debe ser la primera tarea de las mentes pensantes.

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