Parménides

¿Y la ciencia que está en nosotros, no será la ciencia de la verdad que está en nosotros? ¿y cada una de las ciencias que están en nosotros, no será la ciencia de cada uno de los seres que están entre nosotros? (del discurso platónico “de Parménides o de las ideas”)

Si podemos considerar a Thales de Mileto el primer filósofo, Parménides ( Elea. s. VI y V a.C) constituye el primer metafísico, considerado el fundador de la ontología, al referirse al ente/ser de manera abstracta y no referida a una realidad concreta. Por primera vez, un presocrático alude al ente como elemento generador o principio generador de la naturaleza (arjé) y por lo tanto del universo, diferenciándolo de los elementos tradicionales; agua, fuego, tierra y aire y, al mismo tiempo rechaza la idea de la existencia de un principio o elemento generador, por cuanto, todo lo que existe es uno, y es por ello que ni se genera, ni se destruye ( y ese UNO no pudo haber nacido de un sólo elemento generador). De esta manera su doctrina desecha el creacionismo del universo y sin ser consciente surge con él, la teoría del evolucionismo[1].

El eléata es además el primer filósofo que usa el lenguaje como elemento para filosofar de modo abstracto y lógico, su poema “sobre la naturaleza”, que se conserva parcialmente, es un ejercicio de deducción lógica; es decir trabaja con y desde la dialéctica, quizás por ello, o quizás por su pensamiento contrario a la teoría de las ideas de Platón, éste le hace partícipe de un discurso “Parménides o de las ideas” (Discurso con el que se desconoce la verdadera intención de Platón; servir de autocrítica a su teoría de las ideas; ser meramente un ejercicio lógico-dialéctico en el que la crítica de su doctrina es una mera excusa; ó la crítica es una excusa para elaborar una reexposición su metafísica platónica).

Para Parménides el pensamiento puede captar la esencia del mundo tal y como es, de este modo en su discurso se observa un pensamiento racionalista. La razón surge como instrumento para conocer el origen del mundo.

En cualquier caso, Parménides es un gran desconocido, su lenguaje es oscuro y simbólico, y probablemente no habrá nunca unanimidad sobre el significado preciso de algunas de sus sentencias (pensamientos/ideas). E incluso, para sus estudiosos (Gilson, Fabro, Heidregger) sigue presentándose como una incógnita la expresión griega

PARMENIDES-M-M

que es traducida como “ser” o “ente”, si bien ninguna de estas acepciones en sí mismas parece correcta. Pues el término griego empleado por el filósofo, constituye un participio y por tanto exige la presencia de un sujeto y de un objeto; “lo que es” y “el ser del ente”.

Es el primer filósofo en darse cuenta, que las cosas, antes de nada, son y que el ente está siendo, por lo que el ser constituye la esencia misma del ente, desde el momento en que el ente es.

La influencia de Parménides es decisiva en la historia de la filosofía y del pensamiento mismo. Hasta él, la pregunta fundamental de la filosofía era: ¿De qué está hecho el mundo? ¿Cuál es el origen del mundo y de la constitución del cosmos? (a lo que algunos filósofos habían respondido que el elemento fundamental era el aire, el agua, los números, el apeirón _lo indefinido_ etc.). Parménides instaló al “ser” en su discurso, siendo a partir de entonces, ese ser el objeto principal del discurrir filosófico.

Para el estudio de Parménides, como de cualquier otro filósofo presocrático, debe tenerse en cuenta que la filosofía nace como alternativa a la explicación que de la realidad daba la mitología. Estos primeros pensadores, concibieron que bajo los cambios aparentes subyace algo permanente; la esencia, y el verdadero conocimiento será separar la esencia de lo particular, lo permanente de lo cambiante. De esta manera el conocimiento racional se opondrá al de los sentidos (alconomimiento sensible), concluyendo que sólo desde el conocimiento racional se puede llegar a conocer la esencia, el ser de las cosas. En su obra Parménides hace una deducción lógica partiendo de la premisa “existe” para desde la razón llegar a determinar todo lo que podemos saber del Ser, dejando al margen los sentidos (al tiempo que les niega cualquier tipo de veracidad).

Pero, profundizar en el trabajo de Parménides, sin tener un conocimiento cierto de los filósofos presocráticos, así como de aquellos, a los que Parménides con su obra quisiera rebatir (Heráclito/Pitágoras) resulta un trabajo que excede, no sólo de mis conocimientos sino en estos momentos de mis facultades para interrelacionar al filósofo con su tiempo y su lengua. A ello se añade que el único texto que se conserva de su obra está incompleto y evidentemente su estudio pasa por el estudio de los doxógrafos que se han cuidado de conservar sus palabras, por ello en este trabajo me limito a recoger las ideas que me han parecido más importantes tras el “descubrimiento de Parménides”, atendiendo a un hecho cierto, como lo es que soy iniciada, por lo que cuando Parménides en su poema habla de “vía de la salvación”, lo leo como la vía del conocimiento.

“solo la vía de la salvación lleva a un hombre incólume hasta la meta y no hay otra ruta sino la ruta de la verdad que así lo haga para el hombre que conoce”.

La obra: “sobre la naturaleza[2]”

En el proemio (la introducción al poema), en el que el eléata desarrolla su filosofía y comunica su conocimiento, describe el viaje del “hombre que sabe”; es un viaje en carro, tirado por un par de yeguas, y conducido por las Helíades, realiza la ruta de la noche y del día, de la oscuridad a la luz. Es el tránsito del error a la iluminación. El filósofo no conoce el camino sino que es guiado por las hijas de Helios, quienes apartan sus velos y ruegan a Dike que abra la puerta que le separan del lugar en el que la diosa[3], le revelará la verdad. Será la diosa la que transmita a Parménides el conocimiento que después él recogerá en las dos partes del poema. Le mostrará dos vías, dos caminos, el que ha de transitar que es el de la verdad; el único que le llevará al conocimiento y el de la opinión que es transitado frecuentemente por los mortales (hombre bicéfalos) guiados por los oídos y los ojos.

He tratado de profundizar en ciertas ideas que se desgranan del poema, y abstraerlas de la realidad siguiendo el pensamiento de Parménides: el pensamiento pude captar la esencia de las cosas tal y como son, y he reconocer que es un ejercicio muy difícil, como lo es desgranar el discurso platónico de Parménides.

I.- ¿Es el conocimiento algo que nos tiene que ser “revelado”?, utilizo este término en contraposición al de “dado”, pues el término revelado, delimita quien nos da ese conocimiento (un ser superior). En el caso de Parménides es “una diosa” quien el revela el conocimiento.

Parece desprenderse del poema que el pensamiento de Parménides, no es propio, sino que ha llegado a él (ha sido elegido por ser el “hombre que sabe”) por boca de una diosa y Parménides convencido de su certeza, lo comunica a los hombres que le escuchan.

Nos encontramos así, con un conocimiento revelado al que el hombre por sí mismo no llega, y que además es transmitido por una mujer, quien le enseña el camino de la noche a la luz.

Debemos cuestionarnos si debe ser así, si al conocimiento llegamos por nosotras mismas o nos lo tienen que revelar. Para responderme necesito introducir a la sabiduría; por nosotras mismas, podemos adquirir conocimiento, el que está en los libros, en la vida, en la naturaleza, en la experiencia, en nuestra propia física, pero ¿necesitamos la revelación para alcanzar la sabiduría, para entender en su totalidad ese camino de la verdad de la que habla Parménides[4]?.

II.- ¿Somos las mujeres las portadoras de la luz? Y no como elemento creadorde vida, sino como transmisoras de la esencia, del “ser”?. Recordemos que el filósofo alcanza el conocimiento, y puede transitar del mundo de la apariencia al de la verdad gracias a las palabras trasmitidas por una diosa (Curiosamente es en la feminidad en la que se representa el saber perdido, las energías secretas de las corrientes telúricas y griálicas). Además la presencia de la mujer, no lo es sólo como transmisora del conocimiento, sino también como guía para llegar al mismo; ese sendero por el que ha transitado Parménides hasta encontrar la puerta guardada por DIKE, lo ha encontrado con la ayuda de las hijas de Helios:

“Cuando las hijas de Helios acrecentaron la velocidad de mi marcha, olvidando la morada de la noche al dirigirse hacia la luz y quitándose los velos de la cabeza con las manos[5]”

¿Debemos pensar que no es baladí que fuera una diosa quien le mostrara el camino de la verdad, ó simplemente es un recurso poético?. ¿Es la mujer quien mejor representa la sabiduría, las ciencias ocultas de la tierra, el ser mismo y su interior?.¿Somos nosotras las portadoras del saber ancestral? Son cuestiones que dejo en el aire.

III.- Es justo, _de conformidad con el orden lógico de las cosas_ que le sea revelado el conocimiento a quien lo merece.

Parménides proclama la “verdad” sobre el ser, y proclama que es eterna y sin principio, opuesta a la apariencia y a todas las engañosas “opiniones de los mortales”. Verdad, que insisto, sólo se le transmite a él, a un elegido(por ser el “hombre que sabe[6]”:

“ no es ninguna mala MOIRA quien te hace venir por esta vía (pues en rigor está alejada de los senderos frecuentados por los hombres)

Sino TEMIS y DIKE y ahora tienes que estudiar todas las cosas:

No sólo el intrépido corazón de la Verdad bien redonda,

Sino también las opiniones de los mortales, en que no cabe verdadera confianza[7].

Así se concluye del poema de Parménides, que no es equívocamente (mala Moira _destino_) por lo que, el que anhela el conocimiento, se acerca a la verdad, sino que es gracias al empeño, al trabajo y al estudio, que podemos alcanzarlo, y es de justicia (orden lógico de las cosas) que a quien se esfuerza se le premie.

Sin duda la presencia de TEMIS y DIKE en el poema recuerda la glorificación del trabajo, porque con él podremos ser libres, desde el momento que la verdad nos sea revelada.

IV.- Lo que es, es y el no-ser, no es.

“Ven pues, voy a decirte (y te ruego que atiendas bien mis palabras)

Cuáles son las únicas vías de indagación concebibles.

La primera, sostiene que es y que no puede no ser; y éste

Es el sendero de la convicción, que sigue la verdad.

Pero el otro afirma: no es y este no ser tiene que ser.

Este último sendero, tengo que decírtelo, no puede explorarse.

Pues lo que no es, ni puedes conocerlo (pues esto se halla más allá de nuestro alcance), ni puedes expresarlo con palabras”.

Parménides expone su doctrina a partir de la existencia de dos caminos para acceder al conocimiento: la vía de la verdad y la vía de la opinión, y concluye que sólo el primero de ellos es un camino transitable, siendo el segundo un camino de continuas contradicciones y apariencias de conocimiento.

El descernimiento de las dos vías, la buena y la mala, pone al hombre moral en la obligación de elegir, ese es el trabajo constante del ser humano, que debe utilizar la moral, los principios éticos universales e inamovibles, para escoger la vía recta o la vía del error.

Estas vías constituyen la vía del ser y del no ser, rechazando Parménides la vía del no ser, a la que muchos hombres aceden por las ilusiones, de esta forma los ojos y los oídos constituyen órganos que extravían a los hombres. Según Parménides los sentidos son forzosamente engañosos, siendo necesario su sometimiento al escrutinio del intelecto. Idea que yo comparto, pues son sin duda los ojos y los oídos, los órganos más vulnerables, a los que con más facilidad se les puede engañar, pues se quedan en lo externo de las cosas sin entrar en su esencia, siendo necesario el raciocinio para valorar aquello que hemos percibido por los sentidos.

La decisión sobre el ser y el no ser, se basa en esto: es o no es, y si es, no puede ser el no-es, ni nacer de la nada. De forma que el ser, (el ente) es, y será todo y uno continuo, imperecedero, inmóvil y sin fin. Al establecer esto, Parménides señala que ni el pasado ni el futuro tienen importancia, porque el único tiempo es un eterno presente, oponiéndose de esta manera a la existencia del vacío como “elemento” del que nace el ser (idea pitagórica: el ser está naciendo del vacío irreal)[8].

V.- “Pensar y ser son uno y lo mismo”. Lo mismo es pensar y ser porque no puede existir lo que no puede ser pensado.

La necesidad de profundizar en el ser y el desarrollo de la metafísica nace cuando el hombre es consciente que los sentidos no nos ofrecen lo que es real, sino lo que se aprende con el pensamiento.

_ Esta idea obliga al ser humano a trabajar desde el pensamiento, la acción debe estar precedida de un pensamiento que con rigor establezca pautas, y valore las consecuencias.

Quizás de Parménides lo relevante es que rompió moldes, cambio el discurso filosófico e intentó a través de la razón profundizar en la propia existencia de las cosas, rechazando a los sentidos como elementos científicos y portadores de la verdad de las cosas, en cuanto son los sentidos los que nos muestran un mundo de multiplicidad sujeto al cambio. Es Parménides también, quien introduce por primera vez la diferencia entre el conocimiento racional y el conocimiento sensible, entre razón y sensación, entre verdad y apariencia.

Ese tránsito de la noche al día o de la ignorancia al conocimiento que a nosotras nos parece tan cercano y tan lógico (en cuanto que iniciadas, nos sentaron en la oscuridad del mundo para que a lo largo de nuestro eterno viaje nos acercáramos a la luz), era una novedad en el mundo griego.

Pero yo me quedo finalmente con otra idea arrancada de sus palabras y de las palabras de otros filósofos cuando lo cuestionan y explican el mundo de las apariencias; todo ocurre según el orden lógico de las cosas, de su esencia, del ser del ente. Nada se escapa al caos, ni nada ocurre sin razón, al tiempo que sinrazón ocurre porque está en su esencia. Esta es una conclusión a la que quizás por error o por osadía llego y comporto con vosotras. Desde pequeña tras leer a Edipo y a Electra me preguntaba si realmente somos juguetes en manos de unos dioses (entendidos como seres superiores) y formamos parte de un extraño juego, como si fuéramos piezas de ajedrez en un gran tablero, hoy pienso que aún siendo así, nuestro destino no estaría escrito si nuestra esencia es otra, no será la fuerza de un dios quien determine nuestros pasos, sino nuestra propia esencia que será la que nos conforme como personas con una u otra ideología, con unos u otros valores, y seremos el UNO y el TODO, aún respecto de quien no nos conoce, porque el todo solo es posible con las partes que lo forman y al ser parte del todo, SOMOS EL TODO MISMO.

He dicho.
(1) Los últimos presocráticos aludirán ya esa idea de evolución de una manera más clara, Empédocles de Agrigento define la realidad como una esfera (el ser del Parménides) si bien dentro de ella introduce los cuatro elementos, que al confluir con las dos fuerzas cósmicas el amor y el odio, genera el cambio del mundo. Anaxágoras de Clazomene, en la idea de “todo está en el todo” (ser de Parménides, incluye en ese todo unos elementos que se denomina “semillas” y finalmente Demócrito de Abdera, respetando los principios de Parménides, señala la existencia de los átomos cuyo choque genera el cambio.

(2) Poema didáctico escrito en hexámetros, compuesto de un proemio y dos partes. Al estilo del poema de Homero.

(3) Se emplea el termino diosa en minúscula y sin mencionar ningún nombre, a diferencia del otras diosas que le han guiado hasta el lugar _ Dike o Temis_

(4) La diosa le dice a Parménides: “es preciso que aprendas todo, tanto el imperturbable corazón de la verdad bien redonda, como las opiniones de los mortales, en las que no hay verdadera creencia: aprenderás, empero también, estas cosas, cómo las apariencias, pasando todas a través del todo, deben lograr la apariencia de ser”. En otras traducciones se lee…. “como las apariencias de los mortales, para las cuales no hay fe verdadera” ó …“como las apariencias de los mortales, para las cuales no hay creencia verdadera”

(5) Otra traducción: “cuando con prisa me condujeron las doncellas Helíades, tras abandonar la morada de la noche, hacia la luz quitándose de la cabeza los velos con las manos”.

(6) “Las yeguas me llevan tan lejos como mi ánimo alcance, me transportaron cuando, al conducirme, me trajeron al camino, abundante en signos, de la diosa, el cual guía en todo sentido al hombre que sabe”. Ó según otra traducción: ““Las yeguas que me arrastran me han llevado tan lejos cuanto mi ánimo podría desear, cuando en su conducción, me llevaron pal famosos camino de la diosa, que conduce al hombre vidente a través de todas las ciudades”.

(7) Otras traducciones sustituyen nombres de las diosas por sus cualidades: “pues no es mal hado el que te impulsó a seguir este camino que está fuera del trillado sendero de los hombres, sino el derecho y la justicia”.

(8) Parménides niega el tiempo y el vacio. Si lo uno existe, no es multitud. Y si es uno, no tiene principio, ni fin. Porque si ese algo” tuviera principio o fin, estaría rodeado por aquello otro que delimita el fin, de forma que el ser, no sería ya uno, sino dos, el ser en si mismo y lo que le rodea y delimita. De forma que al uno no se puede poner ni principio ni fin, porque ello supondría destruir la propia idea de lo UNO; y convertirlo en múltiple

Fuentes consultadas además del Google y wikipedia;

“Los filósofos presocráticos I”, Eggers Lan y Victoria E. Julia,

“Los filósofos presocráticos”, G.S. Kirk, J.E. Raven y Editorial. Credos.

“Parménides y el ser”. Raul ReChauri Moré.

“El sentido de la ontología de Parménides”. Alberto García Salgado.

“De Parménides o de las ideas”, discurso de Platón.

Mythos y logos en Parménides. (revista Areté).

Textos de Martin Heidegger sobre Parménides.

Fuente: http://mujeresmasonas.org/tag/platon/

26 de enero de 2013



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