Un libro escrito con las figuras y el lenguaje geométricos y matemáticos.

La “desconexión radical” entre filosofía y ciencia ha resultado “muy dañina” para ambas disciplinas, según Juan Arana, que defiende la “audacia” filosófica como motor del progreso científico.
“La filosofía está escrita en este grandísimo libro expuesto ante nuestros ojos: el Universo. Pero no puede entenderse si antes no se procura entender su lengua y conocer los caracteres en los cuales está escrito. Este libro está escrito en lengua matemática, y sus caracteres son triángulos, círculos y otras figuras geométricas”. En esta cita de Galileo Galilei se define la síntesis entre la filosofía y la ciencia -“la especulación y la experiencia”- que se produjo entre los siglos XV, XVI y XVII. Según Juan Arana, catedrático de Filosofía de la Universidad de Sevilla, este “maridaje” entre ambas disciplinas hizo posibles numerosos avances científicos.

La “desconexión radical” entre estos campos comenzó a generarse a finales del siglo XVIII y ha resultado “muy dañina” para ambos. Los científicos dejan entonces de estar en contacto con los filósofos, mientras que estos “dejan de tener el ojo puesto en los descubrimientos y los datos de los científicos”. La superación de este divorcio sólo ha comenzado a producirse en el último siglo mediante las aportaciones de los cosmólogos, cuyo trabajo tiene una importante carga especulativa y que guarda un “corazón filosófico” y unas preocupaciones “de mayor calado, de carácter más abstracto”.

Arana intervino ayer en el curso de la Universidad de Verano de Adeje “La cosmología en el siglo XXI: entre la física y la filosofía”, en el que se mostró crítico con la actitud dominante en los científicos de hoy de “mandar al rincón los problemas filosóficos para centrarse únicamente en encontrar un algoritmo que funcione”. La consecuencia es, advirtió, entrar en “el laberinto de los algoritmos, que son infinitos”. Sólo guiados por un modelo filosófico -y por la “audacia” que caracteriza el pensamiento de los filósofos- podemos albergar la esperanza de dar con la formulación matemática que buscamos.

A juicio del profesor de la Universidad de Sevilla, “la distinción entre filosofía y ciencia es meramente fáctica”, por lo que animó a recuperar el diálogo y a que los representantes de ambas disciplinas “se sienten en la misma mesa” bajo la premisa de que “todos somos científicos y todos filósofos”. Si no es así y se parte de la idea de que unos son de determinada manera y otros de otra, será “un diálogo entre extraños”.

Para salvar esta distancia es necesario afrontar lo que, según Arana, debe ser “el gran reto del siglo XXI”: el “desarme lingüístico” de las disciplinas, afectadas actualmente por una “babelización del saber” y un exceso de jerga que impide el entendimiento entre ellas. Durante su ponencia, Juan Arana expuso las principales preguntas cosmológicas que se han planteado los filósofos a lo largo de la historia y que demuestran cómo estos pensadores han hecho propuestas concretas, no siempre acertadas pero necesarias para “poner en marcha el mecanismo” que lleva a los hallazgos científicos.
Fuente: http://www.eldia.es/2008-07-25/canarias/canarias17.htm



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