El (sin)sentido de la ficción

Clásicos o modernos. Apocalípticos o desintegrados. ¿Son los filósofos sospechosos habituales del cómic? ¿O, por el contrario, habitan los márgenes como quien se resigna a ocupar el segundo plano de este universo paralelo? En este presente, decadentista e impredecible, en el que los libros de autoayuda inundan los mostradores de los grandes almacenes, es importante rescatar de las tiendas especializadas algunas pequeñas joyas filosóficas para las masas. Obras escritas y dibujadas por autores que utilizan la ficción para proponer alternativas. Los maestros en el manejo de los arquetipos han decidido volver a la esencia, empaquetarla en formatos digeribles y ponérnosla en el plato, para desayunar.
No son pocos los teóricos y académicos que han visto en la cultura de masas un escenario idóneo para la discusión filosófica. Con las fronteras entre alta y baja cultura diluidas, el terreno abonando es todo potencial para la interpretación. De ello saben bastante William Irwin, Mark T. Conrad y Aeon T. Conrad, editores de Los Simpson y la Filosofía (Blackie Books, 2009). «Sófocles y Shakespeare eran cultura popular en su tiempo y nadie pone en cuestión la validez de las reflexiones filosóficas sobre sus obras», apuntan en el prólogo. Esta publicación teórica, nacida a la vera de un gran éxito de crítica y público al otro lado del charco -Seinfeld and Philosophy: A Book about Everything and Nothing- aspira a aplicar «las armas de la dialéctica a la cultura pop».

Los Simpson son la excusa; no en vano, Matt Groening fue estudiante de filosofía antes que dibujante, dato que los editores recogen en la obra, aunque restándole importancia en lo que a las intenciones de la serie se refiere. «Ninguno de los colaboradores de este volumen opina que haya alguna sesuda teoría filosófica en el origen de la serie». Entonces, ¿cuál es el propósito de este ensayo? ¿Reducir la filosofía a un común denominador, quizás? «Al contrario», se defienden estos estudiosos. «Esperamos conseguir que nuestros lectores no especializados lean más filosofía, del tipo del que no necesariamente se ocupa la televisión».

El filósofo como excusa

No son muchos los filósofos y pensadores que podemos encontrar protagonizando su propio cómic, lo que no quiere decir que la biografía de todos ellos no sea apasionante. El matrimonio Beauvoir-Sartre, sin ir más lejos, podría inspirar más de un culebrón subido de tono, al igual que las desventuras de Friedrich Nietzsche en el manicomio o los problemas de Arthur Schopenhauer con el vecindario. Se ha llegado a un punto en esta era del consumo en el que cualquiera es susceptible de ser empaquetado para consumir en forma de agradable productor cultural.

El problema del filósofo radica, quizás, en el prejuicio y/o en la dificultad a la hora de hacer más accesible el pensamiento que cada uno de ellos representa.
Fuente: http://www.comicdigital.com/2235_1-Vinetas_filosoficas.html

SPAIN. 17 de marzo de 2010



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