Ramón Xirau, a unos días de su homenaje.

“Escribir poesía surge de un estallido de sensaciones espontáneas; es algo que no se puede planear”, dice Ramón Xirau, a unos días de su homenaje
“No tengo rutina para escribir poesía. Eso no se puede planear. Simplemente surge de un estallido de sensaciones espontáneas e instantáneas”, asegura Ramón Xirau, y confiesa: “me gusta más escribir versos porque es la máxima expresión de los sentimientos que surgen de esos momentos de mayor júbilo o tristeza”.

A unos días de recibir un homenaje por sus 85 años de vida, el filósofo señala que para él es una celebración, un festejo con amigos, colegas, alumnos y lectores. “No lo veo como un homenaje, porque eso es para gente pedante y arrogante”. Pero también, dice, es tiempo para reflexionar sobre lo que ha hecho y lo que le falta.

En 1939 llegó a México con su familia y obtuvo su nacionalización en 1955. Está sentado en un sofá, rodeado de cientos de libros, y habla de sus pasiones: la poesía, la filosofía, su familia y la UNAM.

La poesía y la filosofía son dos disciplinas completamente diferentes, pero en un punto se cruzan y, una vez fusionadas, forman la más pura explosión de sentimientos reflexionados.

El secreto, explica, para leer o escribir poesía es que “hay que tener los sentimientos a flor de piel; en cambio, para entender y hacer filosofía debes tener la mente abierta. Para concebir versos no hay una metodología que indique cómo hacerlo: solamente es leer y escribir diario, aunque no sean precisamente poemas. Mientras tanto, para la filosofía se debe ser más cuidado, más rigor y más disciplina”, agrega, porque, dice, “la filosofía no se puede hacer a partir de un acción impulsiva de ira”.

TRIBUTO. En el homenaje por sus 85 años de edad, que organizan la Universidad Nacional Autónoma de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes, estarán presentes los escritores José Emilio Pacheco, Federico Reyes Heroles, José María Espinasa y el doctor Juan Ramón de la Fuente.

“Estoy contento. Para mí es una celebración, un festejo con mis amigos, colegas, alumnos y lectores. No lo veo como un homenaje porque eso es para gente pedante y arrogante”.

Y es, afirma, “una magnifica ocasión para reflexionar sobre lo que he hecho y cómo lo he realizado y lo que me falta: escribir y escribir. La verdad, estoy muy sorprendido”.

Rodeado de libros, pinturas de temas religiosos, grabados, fotografías y textiles, agrega que todo lo que es se lo debe a la Universidad, que bondadosamente lo acogió.

“La UNAM es mi segunda casa. Es la cuna de la sabiduría que generosamente me abrigó y preparó para la vida. Afortunadamente, tuve muy buenos maestros, como Antonio Caso y Samuel Ramos”.

Para él, ser docente es devolverle a la Universidad un poquito de lo que le dio. Además, es reconfortante ser una guía para los jóvenes que son el futuro del país.

Sobre su familia, asegura que es su sostén, el pilar que cada día lo reanima para hacer lo que más le gusta: escribir.

“Mi esposa (Ana María Icaza Güido) es mi mejor amiga y compañera. Siempre hemos coincidido en muchas cosas: a ella le gusta pintar, lo que la acercó al arte, igual que a mí la escritura. Estamos conectados en lo personal y lo afectivo; en resumidas cuentas: nos queremos mucho”, añade.

“Ella es la primera persona en ver mis textos y luego hacemos un debate sobre cómo le pareció la obra. Es la primera en revisarlos porque tiene interés en mis cosas, en lo que hago, no porque se los dé para que los lea. No me gusta enseñar mis textos, porque eso es pedante, autoritario”.

Después de la conversación, camina por un pasillo largo rodeado de pinturas, sube por las escaleras y llega a su estudio, un cuarto amplio, tapizado por más de dos mil libros de historia, filosofía, comedia griega y poesía.

Hay libros por todas partes, incluso en el piso, donde únicamente hay espacio para el trayecto de la puerta al escritorio. Sobre el escritorio sólo hay hueco para una hoja tamaño carta. “Este es mi espacio donde escribo, donde mi imaginación y mi razón se encuentran para formar mis textos, es mi lugar sagrado, al que ningún intruso puede pasar”.

Perfil

Ramón Xirau nació en Barcelona, España, el 20 de enero de 1924. Llegó a México en 1939 y se naturalizó como mexicano en 1993. Estudió en la Facultad de Filosofía y Letras dela UNAM en 1942-1947. Su maestría en filosofía la hizo en 1947. Tiene diplomados de filosofía por la Universidad de La Sorbona, 1955, y la Universidad de Cambridge, 1974. En 1973 fue admitido en El Colegio Nacional de México; fue el primer integrante del colegio no nacido en México. Fue fundador de la revista Diálogos.

Homenajes

Los homenajes serán el 20 de enero en el Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM y en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes el 27.
Fuente: http://www.cronica.com.mx/nota.php?id_nota=409464

MEXICO. Sábado 17 de Enero, 2009



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