El ser y la nada

¿Por qué hay algo y no más bien nada? La pregunta metafísica por excelencia encuentra en el libro de Dardo Scavino una multiplicidad de respuestas en busca del núcleo humano de la filosofía.
¿Qué tienen en común la obra de César Vallejo, Rimbaud, Freud, Aristóteles, Platón, Avicena, Lacan, Tomás de Aquino, Plotino, James Frazer, Sor Juana Inés de la Cruz, Ernesto Laclau, Marx, Heidegger, Foucault, Derrida, Giorgio Agamben, Paul Celan y Juan José Saer? En todos ellos aparece una respuesta a la pregunta metafísica por excelencia: ¿por qué hay algo y no, más bien, nada? Aun cuando la pregunta no sea planteada expresamente, la filosofía, el psicoanálisis y la literatura no han hecho más que señalar un fundamento último organizador de la realidad, un principio de todos los principios, un arjé. “Idea”, “objeto a” o “logos” son diferentes modos de una misma necesidad: la de reducir una multiplicidad a una unidad, hacer uno a lo múltiple. La hipótesis de Dardo Scavino (profesor de literatura latinoamericana en la Universidad de Versalles, Francia, autor de numerosos textos) es la siguiente:

“El dispositivo metafísico involucró siempre a tres personajes: el señor, el amante y el poeta. Y estas figuras siguen regresando en el pensamiento actual aunque traten con cierto desdén, y hasta con hostilidad, a esa misma metafísica cuyo proyecto prosigue”.

Escritas con una elegante y sorprendente simplicidad, las Notas sobre la perennidad metafísica de Scavino dan cuenta de los nudos etimológicos que guían el curso del pensamiento occidental. La metafísica, la disciplina que pregunta por el ser, por la causa primera, por el origen, se revela –a través de las tres figuras de Scavino– como política (o dominación), amor (o deseo) y literatura (o poiêsis). Cada uno de estos elementos no es posible sin el otro. Este panorama deja a toda la filosofía del llamado giro lingüístico dentro de la historia clásica de la metafísica sustancialista. Desde los griegos hasta la deconstrucción derridiana o la arqueología foucaultiana, los filósofos no han dejado de rondar en torno de la pregunta aristotélica: ¿Qué es la sustancia? ¿A qué obedece? ¿Cómo se produce? Pregunta política, por la obediencia; pregunta poética, por la producción. Y las preguntas no se hacen sino porque se desea conocer, diría Aristóteles.

Si en un principio es Nietzsche el metafísico más afín al autor, a medida que las Notas… avanzan, el análisis etimológico con consecuencias ontológicas da lugar a una delicada lectura de Sor Juana Inés de la Cruz, César Vallejo y Juan José Saer. Scavino mezcla textos y lecturas de un modo vertiginoso. El significante-amo lacaniano es leído como cristianismo: que el inconsciente está estructurado como un lenguaje no es algo diferente de lo que aparecía en el origen de la doctrina cristiana: en el origen fue el Verbo (o Logos, o la Palabra).

El ensayo de Dardo Scavino tiene como principal objetivo hacer evidente hasta qué punto la filosofía, el arte, la comunidad y el lenguaje tienen su sino en la política. ¿Quién fija el sentido? ¿Cómo rigen los conceptos? El problema de la metafísica es un problema político; esto se pone de manifiesto en la voluntad de dominación tecnocientífica de la naturaleza por parte del hombre. Si para salir de la metafísica hace falta otro modo de pensar completamente diferente, otro lenguaje, incluso la ruptura con las reglas de la sintaxis no hace más que clamar –sin dejar de señalar– ese núcleo de unidad ideal, lo Uno, el significado, la Idea platónica, la causa o primer principio como significante vacío. Somos metafísicos, hijos del rigor, de la dominación… A esto mismo se refería Nietzsche cuando nos llamaba humanos, demasiado humanos.

El señor, el amante y el poeta
Dardo Scavino
Eterna Cadencia
384 páginas
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-3494-2009-07-12.html

ARGENTINA. 12 de julio de 2009



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Una respuesta a "El ser y la nada"

  1. Gracias por el articulo, intentaré comprar el libro, creo que esa pregunta metafísica es esencial en el filosofar, y ademas pretende ser un final, pero en la realidad siempre, siempre, es un comienzo…

    Un saludo

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