Epicuro en el jardín de Sierpes

EL presidente del Círculo Mercantil, Práxedes Sánchez, le dijo la víspera que se habían apuntado dos personas “y eran matrimonio”. Pese a tan negros presagios, Antonio Parrilla, moderador de la charla Atrévete a pensar, se llevó cuatro fotocopias de su proyecto. Al final se quedó corto y por poco se queda sin sillas en esta ilustre sala convertida en jardín de Epicuro.


Antonio Parrilla, en plena intervención filosófica en el Círculo Mercantil.
Parrilla empezó sin papeles, con atuendo de “víctima de las rebajas” y desprovisto de “cacharrería tecnológica”, en referencia al power point. Sólo la palabra, sumando de su binomio lenguaje-pensamiento. Y de la nada, de este movimiento de resistencia “contra este bobo mundo” construyó un vivo intercambio de opiniones. “El lenguaje cura, pero también mata”.

Si alguien lo retransmite, habría batido marcas de audiencia. Porque se habló, sí, de muchos filósofos, de Platón y Sócrates, de Kant y de Leibniz, de Hegel y Ortega. Parrilla planteó tres preguntas kantianas y una de Woody Allen: “¿cuánto cuesta?”. Pensar es gratis, pero su génesis es controvertida. Unos creen que nace en el sufrimiento, pero Parrilla cree que si nace en Grecia es porque allí “hay una clase ociosa en una sociedad esclavista”.

Sólo estaba Daniel en representación de los 3.200 socios del Círculo Mercantil. Socio escéptico y pesimista. El primero que abrió el fuego de las opiniones empezó pidiéndole a Parrilla su opinión sobre el libro Más Platón y menos Prozac. Lo tildó de “libro de autoayuda” y prefiere El mundo de Sofía. Desertó una señora “que decía que tenía frío”, pero de las que aguantaron el tipo una defendió que vivimos tiempos de mudanza, de tránsito. “Los antiguos valores no sirven, los nuevos todavía no han surgido”.

No cambian los valores, cambia la sociedad, replicó otra participante. Respaldada por su compañero de asiento. “¿Saben ustedes dónde apareció un texto que dice que la sociedad va hacia su autodestrucción y los hijos no respetan a los padres? Es de hace cuatro mil años, escrito en una tabla etrusca que apareció en el norte de Italia”.

El lector de Más Platón y menos Prozac llegó a Sevilla en los años sesenta procedente de Bélgica. “Me llamó la atención la cadencia del ritmo. La gente se paraba. Se prohibía cantar en los bares, pero las mujeres cantaban mientras hacían las faenas de la casa. Vi a un guardia de tráfico en la Puerta de Jerez cantando y tocando las palmas en pleno caos de coches. Esta sociedad ha cambiado”.

El belga cree que la mejor terapia es iniciar a los niños en el contacto con la naturaleza. Daniel, el socio del Círculo Mercantil, dice que vamos a peor. “La sociedad de consumo nos ha vuelto locos, con tendencia a no pensar, a no ser felices”. Una mujer que tenía a los hijos en el Claret recordó que su casa fue la última en tener un video. “A los niños los atiborran de televisión y videoconsolas, llegan angustiados al colegio. La gente no quiere niños ni viejos. Cuando seamos mayores, nos iremos a Sebastopol o a un sitio de la cultura oriental donde respeten a los mayores”.

Parrilla estaba al volante del ágora. No le extraña tanto pesimismo. “Siempre tendemos a personalizar los infiernos. Tampoco es que vivamos en el mejor de los mundos posibles, como creía Leibniz”. Fueron apuntando sus nombres apoyándose en un ejemplar de la novela Autopsia, de José Luis García, que ha empezado a leer Daniel, el socio escéptico.

A la misma hora, Rafael Raya Rasero presentaba en el salón de actos del Ateneo el libro Historias y Leyendas de Sevilla. La Filosofía, según Parrilla, no es una cosa ni la otra. “Yo soy una abstracción, un peripatético, el que pasea por el patio”. Estuvo años buscando una tertulia de filosofía hasta que dio en el Ateneo con las que mantenía Mariano Peñalver. Siempre le hizo ilusión hacer algo así en este local de la calle Sierpes desde que su padre, en Villanueva del Río y Minas, le ponderaba los méritos de un prócer local de quien decía que “se había leído todo Ortega y Gasset, hablaba por la radio y daba conferencias en el Mercantil”.

Se reunirán una vez al mes. El método de trabajo será el diálogo socrático. Las herramientas, la razón y el lenguaje. “Coste: Gratuito”, se lee en el tablón de anuncios. Por lo que iban contando, el ejercicio de pensar es cualquier cosa menos gratuita. Dice Parrilla que en Sevilla hay tertulias de todo menos de filosofía. “Está últimamente muy preterida. Platón propone en la República que gobiernen los más sabios”. Y enumerala serie de conceptos-afluentes: del conocimiento a la verdad, de la verdad a la virtud, de la virtud a la felicidad.

La felicidad. El partido político que la garantice ganaría por mayoría absoluta. Domina el vacío, la insatisfacción. “No concuerdan la experiencia vivida con nuestra información genética”, dice el que vino de los Países Bajos. “Y en ese vacío, en esa sociedad que valora más el tener que el ser, llega la publicidad para convencerte de que lo que necesitas es un BMW”.

La filosofía es el arte “del buen vivir y del buen morir”, argumenta Parrilla. Un bel-morir. Así tituló Álvaro Mutis un relato incluido en su trilogía Empresas y tribulaciones de Maqroll el Gaviero. La charla prosiguió en la calle Sierpes, la más universal de la ciudad. Llena de escaparates con diferentes propuestas de alcanzar la felicidad y atajar las frustraciones.
Fuente: http://www.diariodesevilla.es/article/sevilla/878956/epicuro/jardin/sierpes.html

SPAIN. 13 de enero de 2011



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Una respuesta a "Epicuro en el jardín de Sierpes"

  1. Excelente iniciativa, Antonio.Espero que fructifique. Que no acuda mucha gente pero sí interesada y constante. Amenazo con asistir algún día, si me lo permites. Por cierto, ¿cuándo os reunís?, ¿hay alguna forma de saber el “temario”?

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