¿Ética de deberes?

En la “Clave hermenéutica” de las Obras completas de Platón, se refiere Juan David García Bacca a determinadas “frases hechas” o “frases-acorde” utilizadas frecuentemente por el filósofo griego; entre ellas la de “bello y bueno” (kalós kai agazós), tan característica de su concepción ético-estética.
En el prólogo a una edición del De officiis de Cicerón, advierte García Bacca que la ética estoica del orador romano está basada en el decoro (decus: belleza, atractivo, esplendor), es decir, en lo que conviene (decet) a la dignidad o excelencia humana.

A partir de estas sugerencias, Miguel Ángel Palacios contrapone dos modelos de ética: el clásico grecorromano (Platón, Cicerón), centrado en el “bien”, y el moderno (Kant), con precedentes en determinadas interpretaciones de la moral judeocristiana, basado en el “deber”.

En efecto, Platón se refiere continuamente al amor (eros), a lo “bello y bueno” como motor de elevación de la vida humana. Porque para él el bien es doblemente atractivo: ética y estéticamente, como bueno y como bello. Y Cicerón destaca igualmente lo decoroso y decente del bien y de la virtud, que casi nada tiene que ver con unos centímetros más o menos de tela, según la moralina o caricatura moral con que a veces se nos ha presentado. Una vez más, lo decoroso y decente es lo que embellece de verdad al ser humano y lo convierte en una “bella persona”, lo que le conviene a su dignidad humana para alcanzar la felicidad. Ya sé que lo bueno y bello, lo decente y decoroso también se nos imponen como deberes (officia), pero creo que el énfasis de esta ética clásica se pone más en el bien que en el deber.

Por el contrario, la ética moderna de Kant se basa en el deber, en el imperativo categórico, autónomo y formal (“obra de tal manera que”…). También la moral judeocristiana de los mandamientos divinos se resume en unos deberes, muchos de ellos formulados negativamente (“no matarás”, “no cometerás adulterio”, “no robarás”…). Si bien es verdad que el genuino mensaje evangélico correspondería más a una ética de bienaventuranzas (“felices, dichosos los que”…) que de mandamientos.

Las campañas por el “Sí” y por el “No” de esta cosa que tratan de llamar “Constitución” de los inventores del “socialismo siglo XXI”, informan a los ciudadanos de un producto llamado “buen vivir”, que desconoce el “mercado”, los “controles” y las “libertades”; en lugar de tratar de convencer al ciudadano de la conveniencia de un comportamiento digno. Seguimos intentando educar en el miedo y el castigo, más que en el amor a lo bueno, bello y decoroso.

Ante el fracaso a que nos han conducido las morales basadas en el deber, ¿no sería mejor recuperar aquellas clásicas morales del bien, la belleza y la felicidad que dignifican al ser humano?
Fuente: http://www.hoy.com.ec/NoticiaNue.asp?row_id=299001
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