“Evaluación de la diferencia”

El ser humano en todas las latitudes, no entra en consciencia de su función como individuo… cientos de civilizaciones se han sucedido a lo largo de siglos, en oriente y occidente, que marcan pautas de comportamiento de nuestra especie, “el eterno retorno” (Nietzsche dixit) de lo que se creía perdido.
Podría hablar de la humillación a la que está sometida el pueblo griego; los asesinatos y desapariciones de ciudadanos de México; el genocidio de palestinos y sirios, cometido por mercenarios que siembran caos y muerte, entre naciones que conviven hace siglos; la justicia criminal siempre del lado de los poderosos… podría hablar de las instancias mercantiles, antepuesta al valor del hambre de los pueblos, no ignoro que no lo ignoran quienes llevan a cabo la tarea de dibujarnos la realidad.

Con una lucidez tal vez simple, quizás insuficiente, pero en general bastante clara, comprendo el por qué de las guerras, comprendo que no quieran comprenderlo los poderosos que dictan y rigen en el planeta… sé que las justificaciones basadas en ideologías de ocasión, en filosofías con fecha de vencimiento y otras razones que dan, son coartadas, medio conscientes, nacidas de patologías diversas, aplicadas a sus “políticas” de exterminio.

Cuando el hombre ya no piensa en las cuestiones esenciales: verdad, libertad, vida, muerte, los fines primeros y últimos, cuando solo le interesa el destino de una nación política y sus candidatos fetiche, en democracias procedimentales fingidas, cuando las grandes cuestiones metafísicas no causan dolor, ni extrañeza, la humanidad se vuelve bestial… la filosofía postmoderna, hace dos décadas procuró desembarazarse de la metafísica… física y literalidad ocupan el lugar de la metafísica y la superficie sustituye a la dimensionalidad del abismo psicológico y la altura metafísica.

Pues desacreditada la distancia entre representación de vida y vida, la cultura de hoy juega a menudo a mantener los privilegios mediante estatutos de poder y discursos externos que legitimen como diferente lo igual… la diferencia sufre un exilio involuntario, al márgen del acontecer del pliegue de espectáculo puesto en escena, donde la retórica del lenguaje sustituye a la fluidez de la dialéctica, donde los actos deberían sobrevolar a las voces.

¿Cómo ser objetivo?, ¿Cómo ser justo?, ¿Cómo ser exacto?, ¿Cómo decir la verdad “verdadera” y no la que yo deseo?… planteados estos interrogantes, indecisos y conscientes de la subjetividad de todos, dándonos cuenta que cualquier juicio es relativo, verdadero, falso y oportunista, no podemos hacer otra cosa que negarnos a juzgar, dejar de una vez por todas de proyectar nuestro egoísmo, nuestras miserias, nuestra subjetividad apasionada… pero, casi imposible lograr una relatividad absoluta.

Descubrir que nuestras instituciones, nuestra vida cotidiana, nuestros sistemas de interpretación, están sometidos al imperio de la simulación, es poco más que descubrir que el modelo humanista de la vida es algo más que un modelo.

Este es el estado natural y continuo que como paisaje recibimos. Lo que resultaría aún más ingenuo, sería elevar al terreno del deseo justo lo que ya existe como realidad. Porque aunque el conocimiento implique realidad, la irresponsabilidad, instalada en los poderes, no va a “curarnos del conocimiento”, ni de la incapacidad para asumir responsabilidades.

“A partir de cierto punto, ya no se puede volver atrás, ese punto es el que hay que alcanzar” (Franz Kafka, Diario Íntimo).

Fuente: http://www.republica.com.uy/evaluacion-de-la-diferencia/527377/

22 de julio de 2015. URUGUAY



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