La reconstruccion de la memoria

La experiencia vital ya no tiene valor porque vivimos en una patología del tiempo es el diagnóstico de Rüdiger Safranski sobre nuestra realidad globalizada, en la que el tiempo se mecaniza y la vida adolece.


Foto: Especial
Rüdiger Safranski, optó por un proyecto de vida y obra que despertara el pasado de la vida alemana y reavivara el entusiasmo por una tradición humanística que pocos países tienen con tales dimensiones y fuerza.

Safranski nació en Rottweil, al suroeste de Alemania, en 1945. Se formó en filosofía, historia y germanística en las universidades de Frankfurt del Meno y en la Libre de Berlín. Desde su etapa estudiantil mostró interés por el devenir social y político, y en sus paralelismos con la filosofía y la literatura. Investigó para la Facultad de Germanística y en 1975 se doctoró con la tesis Estudios sobre el desarrollo de la literatura obrera en la República Federal Alemana.

Al igual que sus contemporáneos W. G. Sebald y Peter Sloterdijk, nació en un país destruido, castigado y señalado como verdugo ante el mundo. No obstante, venciendo la amnesia colectiva y la autocensura, abismo de muchos escritores de la llamada “literatura de las ruinas”, optó por un proyecto de vida y obra que despertara el pasado de la vida alemana y reavivara el entusiasmo por una tradición humanística que pocos países tienen con tales dimensiones y fuerza.

En 1984 entró a la escena con el libro E.T.A. Hoffmann, inaugurando un estilo que oscila entre la biografía literaria, la historia y el ensayo filosófico. Tres años después se instala en Berlín y publica Schopenhauer y los años salvajes de la filosofía. En este texto se asoma la preocupación ante la marginalidad de la filosofía para cambiar el curso del mundo: “la filosofía brillaba todavía […]. Nunca hasta entonces se había depositado tanta pasión por el pensamiento filosófico”. Schopenhauer fue testigo de la inercia subversiva del pensamiento que generó movimientos políticos; sin embargo, siempre eligió el arte del abandono. Buscaba un mundo que fuera espejo de la música y antepuso el pesimismo trágico al culto de la razón, durante la eclosión del idealismo y el romanticismo.

En 1990, a partir de un cuento chino, Safranski escribió ¿Cuánta verdad necesita el hombre? Alude a un pintor que se sumerge en su propio cuadro para hablar de la utopía de la verdad: establecer la armonía entre uno y el mundo. Asimismo, parte de Rousseau, Von Kleist, Nietzsche y Kafka para disertar sobre la certeza que requiere el hombre para vivir.

Posteriormente publicó Un maestro de Alemania. Martin Heidegger y su tiempo, un libro que aborda un episodio polémico de Alemania. El filósofo del logos y del ser-ahí estuvo vinculado al nazismo. En la historia de Heidegger, Safranski observa la historia de Fausto: fue un maestro para resarcir la metafísica donde ya no la había y, al tiempo, de Fuga de muerte, de Celan.

En dos libros están más evidentes las aproximaciones sobre la actualidad, sus patologías y su impostergable debate. El mal o El drama de la libertad (1997) esboza una genealogía del mal a lo largo de la historia y su compleja relación con la libertad. El mal, subraya Safranski, no es un concepto, sino aquello que simboliza una amenaza: devorar o ser devorado en el agujero negro de la existencia. La conciencia de la libertad incita a la autoafirmación y a la delimitación, conceptos que se han utilizado para dañar. ¿Cuánta globalización podemos soportar? sugiere el origen del malestar que cubre a la Tierra como una capa de moho. Lo que comenzó siendo una idea global de cultura y progreso se volcó hacia un dinamismo que abusa de los estatutos económicos, globalizando el temor y la inestabilidad en un contexto de inseguridad: desde la bomba atómica estamos inmersos en una comunidad global de la amenaza. El potencial de las armas atómicas y biológicas deja al descubierto lo fácil que es el suicidio colectivo en Estados cada vez más frágiles, porque el poder se controla desde otros lados: “globalización significa el expolio de nuestro planeta”.

En el umbral del segundo milenio, Safranski obtuvo el premio Nietzsche por Friedrich Nietzsche. Biografía de su pensamiento. Nietzsche fue un “laboratorio del pensamiento, una central eléctrica”. Radicalizó lo que el hombre es capaz de pensar y vivir: “Quien tenga el pensamiento por un asunto vital, nunca podrá despedirse de Nietzsche”.

A manera de tríptico se pueden leer Schiller o la invención del idealismo alemán (2004), Romanticismo (2007) y Goethe y Schiller (2011) porque una línea del tiempo conecta el pensamiento de Schiller con el nacimiento del romanticismo. Para Schiller la voluntad es el “órgano de la libertad”, y la libertad es “tiempo abierto”. Para Goethe y Schiller, amigos inseparables, la libertad era un principio estético y de vida. El movimiento Sturm und Drang (Tormenta e Impetu), en el que participó Goethe, propició que nuevas generaciones continuaran la búsqueda de un nuevo modelo de vida. La aventura de la libertad, la experiencia extrema y lo multiforme fueron fundamentales para que se originara uno de los periodos más fértiles de la historia: el romanticismo. Nada perseguían más los artistas románticos que la trascendencia de la realidad.

Safranski es miembro de la Academia Alemana de Lengua y Poesía y del PEN Club. Desde 2002 modera, junto a Peter Sloterdijk, el prestigiado programa de televisión Das Philosophische Quartett. Su obra le ha valido numerosos premios como el Friedrich Märker y el Ernst Robert Curtius. Safranski demuestra que la filosofía todavía tiene un lugar fundamental en la vida, tanto para reconstruir la memoria como para entender la compleja actualidad.
Fuente: http://impreso.milenio.com/node/9064601

MEXICO. 19 de noviembre de 2011



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