La tentativa filosofica de Manuel Olasagasti

EL caso de Manuel Olasagasti en la historia de la filosofía se parece al desafío del furtivo en una cacería. Olasagasti, a pesar de su sesudo ensayo sobre Heidegger, a pesar de su otro escorzo sobre Ortega en “Raíces cristianas de Ortega”, es un gran desconocido, un ignorado entre estudiosos. Yo diría que es un talento por descubrir, un honrado trabajador del pensamiento europeo en traducciones e interpretaciones sobre sorprendentes y no tan sorprendentes mentes del ensayo filosófico.
Olasagasti, tal vez por sus muchos años de docencia en seminarios de aspirantes a franciscano-capuchinos, se había recluido del mundo del pensamiento y de la presentación en público. Solo sus afortunados alumnos podían dar crédito de la seriedad de su pensamiento y de la fina crítica de sus juicios en materia de filosofía. Pero su talento no pasaba de las estrechas fronteras del Derecho Canónico y del “nihil obstat” de la censura eclesiástica. Para el gran mundo de la cultura seguía siendo, como el soldado desconocido, un gran ignorado.

Hace unos años, a punto de abandonar los reductos de la obediencia franciscana o de sumarse, aunque dignamente, al estado laical, Olasagasti nos sorprendió con un libro sobre Dios titulado “Estado de la cuestión de Dios”, en el que valientemente exponía su drama personal o su honradez filosófica sobre lo que él creía y no creía de la imagen del “Dios que todos hacemos” de Machado. Olasagasti, con una dignidad y un estilo de alto vuelo de pensador, emitía juicios y reflexiones sobre nuestras creencias y maneras de entender y relacionarnos con el Creador. Criticaba con solvencia y rigor de pensador libre las figuras deformadas de la presentación de Dios y hasta de las preconcebidas experiencias de Dios. Y, sobre todo, el filósofo insistía, por la vía del pensamiento, en un Dios más amigo del silencio que de la vana palabrería. Aquel libro fue, tal vez, la primera tentativa del Olasagasti filósofo, por apartarse de la estrechez mental de las cinco vías del Aquinate y reducir el misterio de Dios a un silencio y una búsqueda constante. Pero aquel ensayo, editado por Espasa-Calpe, no atrajo a los estudiosos ni encumbró al autor.

Ahora, con renovada terquedad, Olasagasti vuelve sobre el tema de Dios en otro libreo (¿será el último?, ojalá que no) titulado “Otras noticias de Dios”, tan bello en el estilo y tan serio en el tratamiento como el anterior, pero me temo que tan desapercibido como el “Estado de la cuestión de Dios”. El mismo autor con una modestia digna de su anterior condición de franciscano, dice que trata de hacer un “balance provisional” de las actuales discusiones sobre el tema de Dios. Y por la vía de la honestidad confiesa que “el mejor anuncio del Dios que viene, que está viniendo -el Dios oculto- sería el monótono y repetitivo “Dios es lo que importa y, sin embargo, es preciso hablar menos de él”.

Al tratar del caso Olasagasti como filósofo apartado voluntariamente de la obediencia eclesiástica y liberado de la misma censura, he podido constatar que la mente del filósofo de Lezo se diferencia de los tratadistas anglosajones del tema de Dios, tales como el famoso biólogo Richard Dawkins en su libro “El espejismo de Dios” y de Christopher Hitchens en “Dios no es bueno”, autores que no dudan de la existencia de Dios, sino que lo niegan sin fundamento y sin seriedad, en que nuestro filósofo desconocido, pero honrado, deshace prejuicios, derriba imágenes casi como un iconoclasta, pero sigue creyendo en un Dios que, aunque no se haya manifestado o revelado nunca, según piensa el ex franciscano, sigue siendo una referencia y una razón para seguir creyendo y esperando en él. Y si el pensador creyente, pero libre, piensa que “las religiones muy dogmatizadas se van cargando de anacronismo porque rehuyen los cambios a fondo. Dependen en exceso de sus libros sagrados”. Piensa también que puede ser bueno poseer libros inspirados, pero es malo sacralizarlos. El precio que las religiones pagan por ello es el lenguaje (y el contenido anacrónico”. “De este vicio adolece comúnmente la teología, pese a los intentos de renovación, que suelen quedar en “neos” con aportes de alguna filosofía o ideología de última o penúltima hora”.

Siempre me ha llamado la atención el talante de estos liberados de las estrecheces y cánones del extramundo de la clerecía que con decisión y dando un paso al frente deciden exponer su pensamiento y más aún, como otros Sísifos, repiten la hazaña (ahora con otra piedra filosofal) de escalar la montaña del Dios invisible y del Dios que buscan con honradez. En esto Olasagasti y su tentativa filosófica son dignos de ser conocidos y comentados. Y de darle el veredicto de creyente, a pesar de sus dudas y crítica razonable.
Fuente: http://www.noticiasdegipuzkoa.com/2012/01/07/opinion/tribuna-abierta/la-tentativa-filosofica-de-manuel-olasagasti

7 de enero de 2012



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2 respuestas a "La tentativa filosofica de Manuel Olasagasti"

  1. Me gustó el contenido de este artículo porque mi filosofía: la filosofía de la luz, trata obre las cosas de Dios,pero de una manera donde Dios si se manifiesta. No había leído nunca sobre Olasagasti, gracias por este artículo. Estoy de acuerdo en algunos pensamientos con su filosofía. Deseo recibir el boletín de ustedespero me marca error al ingresar mi dirección de correo. Espero la tomen para recibirlo. Mi sitio web es: http://www.filosofiadelaluz.com, también estoy en facebook como Vera Bolaños y como Filosofía de la luz. Los felicito por el contenido de sus artículos. Saludos de Guatemala.

  2. Don Manuel Olasagasti Gaztelumendi de Lezo (Gipuzkoa), nacido en 1924 como don Gonzalo Puente Ojea, nos ha legado un “libro, folleto, opúsculo, libelo, panfleto, o lo que estime el lector/a”, titulado Otras noticias de Dios [1] , una “especie de recetario de bien vivir y morir”. Manuel es un hombre crítico pero receptivo ante un Dios silente. Es un creyente tenue pero radical, que desde su atalaya de los ochenta y con ayuda de sus traducidos vuelve al Estado de la cuestión de Dios, libro suyo publicado en el 76. Y vuelve “con mi atormentada duda de si el motivo supremo de la conducta humana, más a la altura del hombre y de Dios, no tendrá que ser el buen gusto, el obrar bien porque sí, sin esperar recompensa por el mérito. Recrearse en la obra bien hecha como Dios, que se recrea en crear continuamente”. Dirá que en el ámbito cristiano la actitud de duda es el resultado de toda una historia. La suspicacia del cristiano actual en materia de fe está cargada de sabiduría. Su mejor maestro de la sospecha es la historia misma del cristianismo bien contada. Y, por supuesto, la historia de cualquier religión dogmática bien contada es el mejor maestro de la sospecha para sus fieles. Aunque advierte: “La fe real no suele ser firme. Abriga la duda. La fe real no quita la incertidumbre”. Y es que, dirá en su libro, que al humano tiene que constarle la revelación de Dios para creer firmemente. Y como no le consta sólo puede creer débilmente. “Dios se da a conocer sin ninguna claridad”.

    Otras noticias de Dios viene a ser como el libro Mil nuevas noticias insólitas del también gipuzkoano Iñaki Egaña, “las historias que nos sacan de la rutina, las que nos hacen olvidar precisamente que el mundo está mal construido y que humanos somos y, por tanto, nos movemos en otras coordenadas como las culturales, históricas e, incluso, pasionales”.

    Olasagasti se rebela en todas las hojas de su libro contra ese Dios justiciero, temido, de infierno y castigo, envidioso del hombre, tan predicado a lo largo de los siglos, acartonado y desfigurado en dogmas y biblismo. “Además de la no justificación por las obras (buenas) hay que proclamar la no condenación por las obras (malas)… Los pasajes del nuevo testamento, que hablan de castigo y condena de Dios, no deberían llamarse relatos sagrados sino apuntes o fragmentos de comedias bárbaras, pertenecientes a épocas salvajes en religión”. Diríamos abiertamente, que Manuel Olasagasti en absoluto es un comercial del dios de las religiones al uso y sí, en cambio, un adorador de un Dios desnudo, cual cordero asado de amor, entresacado y fabricado a lo largo de su vida, un Dios hecho a retazos por un uomo qualunque convencido firmemente de la presencia ausente de Dios cual música al alba o brisilla de atardecer. “Es invisible, está ausente; pero se presiente”. El hombre no acaba de creerse que Dios le quiere. Su inconsciente está ocupado por el mysterium tremendum, que le han presentado interesadamente los poderes religiosos y civiles. Y Olasagasti quiere vaciar ese inconsciente contaminado. “El humano puede soñar que la nieve arde, pero también que Dios le quiere de modo pleno y sin condiciones. Y hasta puede llegar a pensarlo en serio”. Como él. Lo que falta a la humanidad, lo que está por llegarle al homo religiosus es el cambio radical de mentalidad, la conversión, la metanoia: atreverse a pensar, capacitarse para creer en la bondad de Dios. “Dios está por aligerarle al hombre de obligaciones desde el principio… El hombre se va cargando de obligaciones al vivir en sociedad. A medida que conoce al Dios verdadero tiende a aliviarse de las obligaciones”.

    Manuel Olasagasti sospecha que: “El hombre se fabricó un dios malo. Cuando quiera es hora de deshacer el entuerto y devolverle a Dios la bondad robada”. De la mano de la ciencia y la razón y echando mano del método crítico-histórico aplicado a la Biblia , Manuel Olasagasti despoja de adherencias al Dios de la historia, lo desnuda y acerca, le despoja de esa careta de terror y mueca, le humaniza y piropea con ojos de amante, le redondea y hermosea. Si no se enojara, diría que su Dios es más vendible que el impresentable de Rouco o Ratzinger.

    ¿Pero por qué sospecha don Manuel que el hombre se fabricó un dios malo y no más bien que se fabricó todo un dios? ¿De qué fuente brota su firmeza? ¿Y las citas bíblicas, a las que acude, son de Jesús, son esas frases y pensamientos querer de dios o reflexiones de Lucas, de algún iluminado o de algún Manuel Olasagasti de su tiempo descontento con lo anterior?

    Otras noticias de Dios es libro interesante y muy útil para creyentes angustiados: Morir es perderse en Dios. En laotra orilla se encuentra salvado en Dios. “El hombre, al morir, queda sumido en la materia y transfigurado en Dios; perdido y salvado en la materia, que es madre tierra; perdido y salvado en Dios, que es amor”. Manuel Olasagasti, un autor que hace pensar y merece leerse porque, cuando menos, siempre provoca una sonrisa.

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