Los clásicos, por ejemplo

En época de crisis material, consecuencia de la espiritual que arrastramos, es saludable leer a los grandes pensadores, que en su rigor y pensamiento en ocasiones todavía no han sido superados.
Transcribo unas líneas de Aristóteles en su Ética a Nicómaco. Sorprende la actualidad de sus palabras.

«Es claro que el fin de todas nuestras aspiraciones es el bien, el bien supremo. Vivir bien, obrar bien, es sinónimo de ser dichoso. Aunque no todos estamos de acuerdo en la naturaleza y la esencia de la felicidad. Unos la colocan en las cosas visibles y que resaltan a los ojos: el placer, la riqueza, los honores. Los sabios la colocan en otro lugar. El enfermo cree que es la salud, el pobre que la riqueza. Las naturalezas vulgares y groseras creen que la felicidad es el placer, y he aquí por qué sólo aman la vida de los goces materiales. La mayor parte de los hombres son verdaderos esclavos que escogen por gusto una vida propia de brutos. Y los que están en el poder sólo se aprovechan de éste para entregarse a excesos dignos de un Sardanápalo. Por el contrario, los espíritus más distinguidos y verdaderamente activos ponen la felicidad en la vanagloria, que es el fin más habitual de la vida política».

Aristóteles concluye «que la virtud tiene preeminencia sobre la gloria». ¿Podría ser una salida a nuestra crisis releer a los sabios y con humildad rectificar en lo que nos equivocamos?
Fuente: http://www.20minutos.es/carta/435619/0/leer/etica/nicomaco/

ESPAÑA. Viernes, 12 de diciembre de 2008



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