Nuestro futuro cultural

Quienes nos dedicamos a la cultura hemos tenido un papel pasivo, por la costumbre de recibir durante años apoyos del gobierno.

En sus Seis propuestas para el próximo milenio, Italo Calvino resumió los conceptos que debían regir el siglo por venir. A casi once años de distancia, encuentro que, metafóricamente, estas propuestas pueden englobar y a la vez describir en forma simple, los cambios que requiere el sector cultural en México para lograr ocupar el sitio que merece como uno de los motores primordiales de desarrollo del país.
Levedad

La legendaria primacía del Estado como único actor en la cultura, hoy es un freno para su desarrollo.

La cultura, que a inicios del siglo pasado fue la punta de lanza de la nueva política post-revolucionaria y que contribuiría a perfilar la idea de la patria y sus aspiraciones, ha permanecido prácticamente intacta a lo largo de casi 80 años. Desde que José Vasconcelos ideó en 1921 la Secretaría de Educación, la cultura fue su mancuerna y apéndice, cuya misión era sentar las bases para la cohesión social a través del insistente repaso de un heroico pasado.

Cargamos a cuestas la idea de la nación como el gran factor aglutinante. Desde las lecciones de historia propinadas por los muralistas, hasta los libros de texto, se debía velar por el futuro idiosincrático de los nuevos representantes del México por venir. Si bien estor preceptos tuvieron su razón de de ser, hoy es claro que la naturaleza y alcance de la educación es muy distinta al de la cultura. Que permanezcan ligados es un anacronismo que limita su desenvolvimiento y coarta su misión natural.

Exactitud

No existe una concepción adecuada sobre el valor de la cultura.
¿Cuántas personas componen sector cultural?
¿Qué porcentaje del PIB representa su actividad?
A ciencia cierta nadie lo sabe, ni a nivel federal ni local. Varios estudios han tratado de establecerlo y concluyen que las actividades relacionadas con la cultura representan hasta el 7% del PIB. (¿Cuánto vale la cultura? Ernesto Piedras).

Un censo continuo que cuantifique y ponga de manifiesto la importancia de la contribución real que este sector representa, revelaría la necesidad de abandonar la idea de la cultura como un conjunto de actividades insulsas que promueven el esparcimiento de la población. La cultura es una actividad económica y, como tal, requiere de un tratamiento muy distinto del que hoy tiene.

Rapidez

De la oportunidad y acciones concertadas para la apertura del sector a otras formas de inversión, dependerá su crecimiento en un corto plazo.

Comparado con varios países, México presenta un atraso con respecto a las nuevas formas de hacer política cultural. Entre otras, una de las tendencias ha sido la de incentivar la creación de industrias culturales.

Porque para subsistir, una empresa debe ser independiente, se ha optado por fomentar los mecanismos que les permitan contar con las herramientas para allegarse recursos, llevar a cabo proyectos, sustentarlos y volverlos productivos.

Multiplicidad

La alianza entre los diversos sectores es clave para lograr la transformación que se requiere a nivel legislativo.

La mancuerna sociedad civil-gobierno es fundamental para que la cultura sea considerada por otras secretarías de Estado como la de Hacienda y de Economía.

Debemos reconocer que quienes nos dedicamos a la cultura hemos tenido un papel pasivo: la costumbre de recibir durante años apoyos del gobierno ha creado un pasmo que nos mantiene supeditados a que el responsable en turno tenga “buenas ideas” o que se produzca un milagro.

Consideremos por ejemplo la nula movilización ante el terrible fiasco que representaron los tres primeros años de la administración del Conaculta, lo que resultó una pérdida irreparable, ya que esto limitó de forma irreversible el espacio de maniobra para proponer cambios estructurales.

Las experiencias que han generado los cambios más importantes se han logrado a través de la unión. Prueba de ello son la Ley 226 del ISR para fomentar la producción cinematográfica y recientemente para el teatro.

¿Pero qué estamos esperando?

¿Qué cada uno de los sectores haga lo mismo?

Tendríamos que encontrar la forma para que la actividad cultural en general, tenga un tratamiento especial a nivel fiscal para que ya sea que se trate de danza o de cine, puedan recibir donativos o la inversión directa de la iniciativa privada.

Visibilidad

Quienesnos dedicamos a la cultura sí somos sujetos de crédito.

Instancias como el FONCA podrían ser de gran utilidad si además pudiera funcionar como el garante de aquellas personas o grupos que son susceptibles de recibir créditos.

En su último informe ante los medios, se confirmó que su presupuesto para 2010 fue de 279.9 millones de pesos, con el que se otorgaron mil 122 estímulos económicos a creadores y proyectos artísticos, y 200 becas para jóvenes creadores. (La Jornada 10 de Mayo, 2009).

Es evidente que los escasos recursos destinados para esto son insuficientes y aunque se quintuplicara el presupuesto del que dispone la dependencia, no alcanzaría si se compara con el tamaño y necesidades del sector.

Considerar a las empresas que nos dedicamos a la cultura como PYMES, es decir, como empresas productivas, contribuiría a abrir opciones de financiamiento diseñadas con base en modelos de préstamo acorde a sus ingresos y posibilidades.

Consistencia

Sólo una política de Estado coherente logrará la concatenación de todos los factores que permitirán modificar su estructura. Para imprimirle dinamismo al sector, hay que dotarlo de libertad. Esta consiste en tener diversas formas de poder llevar a cabo aquello con lo que soñamos.

Los mexicanos que nos dedicamos a la cultura acabamos invariablemente atrapados en un embudo con una boca ancha donde aparentemente todos cabemos pero que paulatinamente se va estrechando y dejando a la mayoría fuera. Así ha sido por años y debe dejar de funcionar de tal manera para ser eficiente.

Este fenómeno no resulta de un afán de exclusión propositivo, refleja una estructura anquilosada y estatizante que pretende abarcarlo todo porque así fue concebida, y así se ha quedado.
http://www.eluniversal.com.mx/notas/722712.html

MÉXICO. 11 de noviembre de 2010



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