Opinando sin política

Estamos ante un Estado enfermo, y esto podemos comprobarlo yendo al concepto de Estado de Platón. Platón establece como causa del Estado, la necesidad que tienen los hombres de auxiliarse recíprocamente. Ningún hombre se basta a sí mismo, dice en La República, y por ello, todo hombre busca unirse con otro para auxiliarse mutuamente.
Esta unión de los hombres para resolver, juntos, sus necesidades, es, precisamente, el Estado. Platón establece como necesidades mayores en el hombre, (las naturales, recurrentes, cíclicas, vitales), el alimento, la habitación y el vestido. No incluye a la educación y a la salud porque las da por descontado, están siempre con el hombre y no son, pues, cuestiones a resolver. El gran filósofo ateniense no concibe al hombre sin educación y sin salud. Así de simple. En la resolución de estas necesidades mayores, el Estado necesita cuatro individuos: Un labrador, un arquitecto, un tejedor y un zapatero, aunque la complejidad de las necesidades va haciendo que aparezcan luego los mercaderes, los comerciantes, los guerreros y los gobernantes, cuya naturaleza, en estos últimos, es precisamente el ser filósofos.

Este es el famoso Estado Sano de Platón. En él no aparecen sino las cosas necesarias de la vida sencilla, un Estado justo. Cuando ya aparecen los lujos, las cortesanas, el oro y el marfil, y muchas otras necesidades inducidas e innecesarias para la vida, el Estado se infecta, dice sabiamente el Maestro de los que saben, y aparece el Estado enfermo. Estado sano, Estado enfermo, Estado de necesidad-Estado de abundancia. Esta es la alternativa a resolver. Caer en los lujos, en los placeres insanos, sin antes haber satisfecho las necesidades propias del labrador, del arquitecto, del tejedor y del zapatero, es pasar del Estado sano al Estado enfermo, del Estado de necesidad al Estado de abundancia, y con ello, preparar el camino para que la Democracia degenere en Demagogia por efecto de las acciones impropias de los malos gobernantes y de los malos dirigentes.

Fíjese usted, mi estimado amigo de Opinando sin Política, lector del Co Latino, el mejor diario del país, que Platón dijo lo anterior hace ya casi dos mil quinientos años. ¿No le parece que nosotros, salvadoreños guanacos de pura cepa, hemos caído en el Estado enfermo al dejarnos seducir, alienados, enajenados, por las necesidades inducidas?¿No le parece que es tiempo de rectificar?¿El FMI, el Banco Mundial, el …….?¡Déjelos en paz!¡No les haga caso!¡Viven en otro mundo! ¡Piénselo! Según Platón, estamos enfermos, víctimas de nuestros malos gobernantes y de nuestros malos dirigentes. Así, sin más. Pues bien, ¡Curémonos!

Ahora bien, desalienarse, desenajenarse, volver a la salud, volver a ser sanos, no es difícil pero tampoco fácil. No es cosa de recetas de rabí, de modificaciones light a un modelo impropio y colapsado, sino más bien cuestión de decisiones valientes, inteligentemente ejecutadas, con sobriedad pero con firmeza. El primer paso, y esto lo dicen todos, lo repiten a todas horas y en todos los lugares, aunque nadie hace nada por implementarlo, es ¡educar!, educar al pueblo. Sin embargo, en nuestro país, como afirmara acertadamente aquella famosa comisión del excelente diagnóstico pero de la pésima propuesta, la educación, más que elemento liberador, ha sido recurso de sumisión, forma de mantener al pueblo atado y sojuzgado.

Lo dijo la comisión, no yo, aunque por supuesto comparto y respaldo tal opinión de manera absoluta. El mined, ministerio raro y difuso, no ha podido ver que la alienación que sufrimos, este sojuzgamiento del hombre por la cosa, tiene su mayor caballo de batalla afuera de las aulas. En El Salvador, el problema de la cultura se encuentra afuera del aula, en la calle, en ese mundo alienante que se llama propaganda y publicidad, y que la lucha hay que darla, por tanto, ciertamente en el aula pero también en la calle.

Los medios masivos de comunicación social son los vehículos que emplea el jinete apocalíptico del consumismo para lograr sus propósitos. El mined debe entender que uno de los principales problemas de la educación nacional está afuera de las escuelas, de los colegios, de los institutos, de los liceos, de las universidades. Está en el modelo, que hace que los padres entreguen a sus hijos pequeños a las guarderías, que hace que los ciudadanos gasten en fruslerías y no en las cosas fundamentales, que hace que la mente se distraiga y se opaque con lo vulgar, con lo corriente.

Esa desvalorización de la cultura es lo primero a combatir. Pero yo no veo que los políticos, ya en plena contienda por más tonterías que diga el órgano electoral, hablen de ello. Hablan de soluciones a esa famosa coyuntura, que es como querer curar una infección ocultándola con una curita o con un esparadrapo, y no ven que es ese velo de ignorancia de nuestra situación originaria, como diría Rawls, el que debemos descorrer. ¡Seamos lo que somos y no busquemos ser lo que no somos!¡Tengamos lo que debemos tener y no aparentemos tener lo que no tenemos!¡Vuelta a la naturaleza!¡Guerra al cosismo!¡Guerra al consumismo desenfrenado y voraz!

Por eso, yo digo:
Pueblo, ¡Cuidado con los cantos de sirena!
Pueblo, ¡Levántate y anda!
Pueblo, ¡No votes!¡Elije!
¿De política? ¡Noooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo
ooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo
oooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo
oooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo!
¿Para qué?
De estas, y de otras cosas, seguiremos hablando, si Diario Co Latino me lo permite.
Fuente: http://www.diariocolatino.com/es/20080708/opiniones/56700/



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