Paul y John

Así por los nombres de pila parece poca cosa. Pero ahí van los apellidos: Auster y Coetzee. El primero es un retratista único de Nueva York y el segundo, todo un premio Nobel. Dos autores de nivel que se cartearon al estilo antiguo, como toda la vida, durante tres años. Y publicaron el resultado de esas estimulantes misivas, en las que se contaban de todo y reflexionaban sobre lo raros que somos los humanos.
Aparte de conocer detalles de sus carreras (y de sus parejas), la parte más cotilla del libro, en Aquí y Ahora, cartas del 2008 al 2001, hay análisis de altura y divagaciones que demuestran el pulso de los dos prosistas. Auster es más un contador de historias. Y Coetzee es más complejo, pero más profundo. Los dos no pierden la ilusión y viven fascinados, a pesar de que nacieron en el 47 (Auster) y en el 40 (Coetzee), por un mundo que ya los va dejando atrás, pero del que quieren disfrutar hasta la última puesta de sol. Les saca de quicio la guerra, el absurdo de la guerra, y les maravilla el fuego lento del cariño. Bromean sobre los deportes y sobre las casualidades, la música del azar tan del gusto de Auster. Pero lo mejor son las enseñanzas que dejan sobre los folios y ese resumen que hacen, una y otra vez, de que todo estaba ya en Platón y en los clásicos. Tiene un valor extraordinario que dos autores contemporáneos tan potentes nos repitan una y otra vez que Platón ya lo había dicho cuando, por ejemplo, resumió la sociedad como una caverna en la que todos creemos que vivimos, pero lo único que hacemos es perder la vida hipnotizados como estamos por las imágenes de unas pantallitas. Curioso, tantos siglos después, nos dicen los dos ingeniosos genios, estamos en el mismo sitio. Y es que seguimos siendo apenas el latido de la sangre.

Fuente: http://www.lavozdegalicia.es/noticia/opinion/2015/03/01/paul-john/0003_201503G1P17994.htm

2 de marzo de 2015. ESPAÑA



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