Platón y el mito de la… sintaxis

Aprendemos sintaxis desde que vamos al colegio. Primero nos enseñan a separar un grupo de palabras que habitualmente señalan la persona que realiza la acción, al que llamamos sujeto, y otro grupo de palabras que suelen indicar aquello que hace dicho sujeto, al que llamamos predicado. Con los años nos van enseñando a distinguir otros grupos de palabras y sus respectivos nombres: complemento directo, indirecto, circunstancial, etc., hasta que llegamos a tener unos conocimientos más o menos completos de la sintaxis del español. Ahora bien, ¿por qué nos enseñan sintaxis? Dicho con otras palabras, ¿existe la sintaxis del mismo modo que existe la gravedad de la Tierra y por ello tenemos que estudiarla? Y si existe, ¿podemos demostrar dicha existencia?
Vayamos paso a paso. Para responder a estas cuestiones, aparentemente tan complejas, es preciso definir el concepto de ‘sintaxis’. En los trabajos de lingüística de los últimos años se suele aceptar que las lenguas humanas constan de dos elementos básicos. Un léxico o conjunto de palabras, que en términos del lingüista Saussure consistirían en la asociación de un significante con un significado; por ejemplo, la secuencia de cuatro fonemas (o sonidos, para entendernos, aunque en realidad no son términos equivalentes) /m/ + /e/ + /s/ + /a/ da lugar al significante /mésa/, escrito mesa, asociado a un significado concreto: ‘mueble formado por una tabla sostenida por una o varias patas’. Y también una lengua consta de una sintaxis, que podríamos definir como un sistema de reglas de combinación de las palabras. La sintaxis, pues, nos dice que en español el determinante precede al sustantivo: el libro, mientras que en euskera el orden es el inverso: liburu-a (literalmente, libro el); o que en español el adjetivo puede ir bien delante bien detrás del sustantivo, normalmente con diferencias en el significado: amigo viejo, viejo amigo, mientras que en inglés el adjetivo forzosamente antecede al sustantivo: old friend.

Pero más interesante si cabe es dilucidar si las palabras que forman una oración, además de seguir un orden determinado, están dispuestas de forma estructurada. A continuación expondré que, como en el mito de la caverna de Platón, donde los prisioneros solo pueden ver las sombras de los objetos, nosotros solo podemos oír las palabras, pero estas esconden una disposición estructurada, y trataré de demostrarlo con dos sencillos argumentos. El primero de ellos hace referencia a que una misma oración puede tener dos significados distintos en función de su configuración sintáctica. Por ejemplo, cualquier hablante nativo de español sabe que la oración El profesor habló a los estudiantes de lingüística es ambigua: puede significar que el profesor dijo algo a los estudiantes matriculados en lingüística, o bien que el profesor proporcionó información acerca de lingüística a ciertos estudiantes. A cada interpretación corresponden dos estructuras sintácticas: en la primera de lingüística complementa a estudiantes, digamos que sería un complemento del nombre, mientras que en la segunda de lingüística es uno de los dos complementos preposicionales del verbo (el otro es a los estudiantes) y no mantiene una relación directa con estudiantes, sino que complementa a a los estudiantes en su conjunto. Además, si con la primera interpretación preguntamos “¿a quién habló el profesor?”, nos responderán “a los estudiantes de lingüística”, mientras que si preguntamos lo mismo con la segunda, nos responderán únicamente “a los estudiantes”. En un diagrama arbóreo las diferentes estructuras sintácticas podrían representarse grosso modo de la siguiente forma:

Primera interpretación:

Segunda interpretación:

Se puede observar que con la primera interpretación el verbo selecciona un solo complemento preposicional (a los estudiantes de lingüística), mientras que con la segunda selecciona dos (a los estudiantes y de lingüística). Pero dejando a un lado los detalles del análisis, lo interesante es comprobar cómo dos estructuras sintácticas diferentes pueden dar lugar a una misma secuencia de sonidos.

El segundo de los argumentos a favor de la organización estructurada de las palabras tiene que ver con algunas secuencias aparentemente incongruentes, como demasiada poca agua, donde parece que se dice que hay demasiada y poca agua al mismo tiempo. Sin embargo, para un hablante nativo de español no hay ninguna incongruencia, pues entiende que cuando alguien profiere un enunciado así quiere decir que hay menos agua de lo que considera poca agua: así, si poca agua pueden ser por ejemplo diez gramos, demasiada poca agua serán menos de diez gramos. Para explicar cómo una lengua puede generar una secuencia de este tipo, de nuevo tenemos que recurrir a la disposición sintáctica: demasiada y poca no complementan a la vez a agua, por lo que su representación sintáctica no puede ser la siguiente:

Dar por bueno el análisis anterior supondría que al mismo tiempo que hay poca agua aceptamos que hay demasiada, lo cual es contradictorio. Más bien parece que lo se da en demasía no es agua, sino poca agua, por lo que demasiada tiene que complementar a poca agua en su conjunto. Por lo tanto, el análisis sintáctico debe ser el siguiente:

Recapitulando, la sintaxis resulta útil no solo para explicar el orden de las palabras en una lengua, sino también para dar cuenta de ciertos fenómenos gramaticales, como la ambigüedad estructural de una oración como El profesor habló a los estudiantes de lingüística o la aparente incongruencia de un sintagma como demasiada poca agua, fenómenos que solo pueden explicarse si asumimos que las palabras se organizan en una estructura. Cuando oímos las secuencias anteriores simplemente percibimos una serie de sonidos, igual que los prisioneros del mito de la caverna de Platón solo perciben sombras, pero con un poco de perspicacia podemos llegar a descubrir que las palabras que oímos se combinan unas con otras de forma estructurada. La conclusión que podemos extraer es que la sintaxis existe y, entre otras muchas labores, se encarga de combinar las palabras, pero no linealmente una tras otra, sino siguiendo un orden estructurado.
Fuente: http://iwrite.es/arte-y-literatura/platon-y-el-mito-de-la-sintaxis/

25 de noviembre de 2012



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Una respuesta a "Platón y el mito de la… sintaxis"

  1. Me ha gustado mucho la explicación. En mi opinión, desde siempre he creído que la sintaxis es una parte de la lengua muy divertida e interesante, aunque cueste un poquito al principio. 😀

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