¿Por qué nos afecta más el atentado de París que el de Beirut?


La Antigua Grecia ya se preocupó de la ‘empátheia’, una percepción que sentimos con más profundidad cuando el contexto con la víctima es común
YI


Dos mujeres se muestran compungidas mientras observan los tributos a las víctimas de los atentados de París Christopher Furlong – G
Una masacre como la ocurrida en París nos aturde, nos conmueve, pero también zarandea nuestras propias certezas. Después de la cadena atentados que tuvieron lugar en la capital francesa la noche del viernes, y del importante despliegue mediático para informar de lo ocurrido, son muchas las personas que se preguntan si hay ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda. Y es que, un día antes, el mismo grupo terrorista, el mal llamado Estado Islámico, había matado a más de 40 personas en Beirut. ¿Por qué ese ataque suicida no protagonizó la mayor parte de las portadas españolas?

Tal vez podríamos inculparnos por cierto etnocentrismo. Lo que ocurre en Occidente nos preocupa más que lo que ocurre en Oriente. Un error que, seguramente, también explica algunos de los hechos más terribles y desconcertantes que están acechando a Europa. Tomar conciencia del problema nos obligará a preguntarnos sobre si la frontera entre el nosotros y el ellos es tan rígida como creemos. Y, sin embargo, ¿debemos sentirnos insensibles porque el atentado de París nos altere más que el de Beirut? ¿Somos algo así como un monstruo moral por ello?

La fraternidad, uno de los valores (junto a la libertad y la igualdad) contra los que atentaron los yihadistas, es un concepto con voluntad universal. El ser humano es uno y cada vida es, o debería ser, igual de digna. Eso no implica que el dolor sea más fuerte cuando hay un re-conocimiento con la persona atacada. La con-pasión es la pasión compartida. El miedo entiende, asimismo, de cercanías.

Sabemos desde Aristóteles que somos un animal político. Necesitamos, en mayor o menor medida, la idea de familia, de grupo, de comunidad. Por ello la empátheia, que podríamos traducir del griego antiguo como pasión o emoción, es más potente cuando la proximidad, sea física o cultural, es más evidente. No es sólo simpatía. Es algo más profundo: contexto e identificación.

Si las ciudades están formadas por memoria, historia e identidad no es extraño, más allá de que sepamos reconocer y denunciar todas las injusticias como iguales, que el pálpito de la capital francesa lo experimentemos como propio. La autoflagelación no nos abrirá las puertas de las hagiografías.

Hay una identificación con los imaginarios de París, una empatía, que provoca que nuestra perplejidad sea más intensa estos días. Nos pasará lo mismo si hemos vivido, o tenemos familia, en Beirut o en Tegucigalpa. La tristeza no nos hace más injustos. Al contrario: demuestra que somos humanos. Las lágrimas no levantan tratados de ética. Tampoco los borran.

Fuente: http://www.lavanguardia.com/cultura/20151116/54439877926/por-que-afecta-atentado-de-paris-beirut.html

16 de noviembre de 2015. ESPAÑA



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