Regreso a la caverna

Acababa de hacer dieciséis años cuando una profesora del instituto nos explicó un «cuento». Relataba la historia de unos hombres que, viviendo en una cueva y atados de cuello, pies y manos, yacían mirando a una de las paredes que había, viendo, muy de vez en cuando, cómo aparecían unas figuras humanas iluminadas por una pequeña antorcha. Ésta era, para ellos, su realidad. Un buen día, uno de ellos consiguió salir de la cueva y descubrió que la realidad del mundo era muy diferente de como él la conocía. De esta manera, corrió hacia el interior de la cueva para comunicar a sus compañeros cautivos lo que había experimentado, pero la reacción de éstos, que no creyeron que podía haber algo más allá de lo que ya conocían, fue matarlo.
Efectivamente, este «cuento» no es otro que «El mito de la caverna», de Platón. Con este mito, el filósofo griego intentó explicar su «mundo de las ideas», la idea del Bien, la Sabiduría y, como no podía ser de otro modo, cómo debía ser el papel del filósofo en la sociedad.

Hoy, este «cuento» se está haciendo realidad. En un momento en el que el sistema educativo está, dicen, en horas bajas -bajo nivel del alumnado, poca cultura del esfuerzo, poca capacidad para estudiar, para pensar… y con el añadido del desaliento y la desmotivación del profesorado, que, por cierto, está en pie de guerra por la implantación de las nuevas reformas, donde la privatización de la escuela pública es uno de sus grandes objetivos-, querer sacrificar laFilosofía como asignatura es, ciertamente, un despropósito que no resuelve ningún problema y que nos obliga a volver a la cueva que describía Platón. La reducción de horas que el Ministerio de Educación está llevando a cabo de cara al curso que viene, convirtiendo la asignatura en una «maría», es sólo el principio del fin de la Filosofía.

Con esto no quiero decir, ni mucho menos, que la Filosofía sea la solución. Pero sí decir que no se puede prescindir de ella. Cuántas veces nos han preguntado: «Pero la Filosofía, ¿para qué sirve?». Pues sirve, por su contenido y por su método, para educar personas que sean críticas con el mundo; a desarrollar las capacidades de pensamiento; a crear libre pensadores con valores, con justicia… y con sentido común.

Bien mirado, quizá sea esto lo que se está buscando exactamente: que nos quedemos en nuestra caverna y con su realidad. Las movilizaciones, afortunadamente, no se han hecho esperar en Cataluña, ni tampoco en el resto del Estado. Y así continuaremos, ya que no está todo perdido.
Ojalá nuestros políticos sepan rectificar.
Fuente: http://www.abc.es/20080609/opinion-cartas-director/cartas-director_200806090246.html



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