‘Spoudaios’


La filosofía sirve para organizar de manera correcta la vida y poder vivir como un ser humano entre seres humanos. No es una especulación inservible. Es un conocimiento útil para la vida práctica y cotidiana, eso sí profundo y estable. Entré en Aristóteles por interés de conocer sus ideas sobre política, me enamoré de su pensamiento, con una delectación que era totalmente abstracta. Pero topé con su concepto del “spoudaios” y, me parece que por primera vez en la vida, encontré una idea según la cual me gustaría vivir, aplicándola en todas las circunstancias y momentos.
Para Aristóteles el fin de la vida humana es la felicidad. Al sentido de esta felicidad, sea como excelencia ética o como placer, solo podemos llegar a saberlo si reflexionamos. El hombre ordinario también desea una buena vida, pero no se cuestiona qué es lo que realmente la constituye, entonces sigue siempre los dictados de la multitud, sin preocuparse por las formas más duraderas e intensas de felicidad. Se contenta con poco. El hombre aristotélico ideal es el “spoudaios”, denominación discutida. Originalmente quería decir “el diligente”, pero hay consenso entre los estudiosos de que el filósofo quiso decir bastante más con ese término. Interpretando el contexto se han propuesto distintas traducciones, para unos es virtuoso, para otros sabio y maduro, o decente, reflexivo, honesto, siendo frecuentes las versiones que hablan de serio, en el sentido de confiable, cumplidor y sincero. Pero no es necesario abandonar por completo el sentido original de esta palabra, para entender qué es lo que quería definir el filósofo de Estagira al utilizarla. El “spoudaios” es un hombre valioso, porque es alguien con quien se cuenta, que está dispuesto. Su palabra y su compromiso valen, es puntual y cumplido, con una notable connotación de riguroso. Ser “spoudaios” es por definición alguien que actúa, pero sin duda es también una actitud, que podemos asimilar al “estar presente al presente” del budismo zen.

El “spoudaios” es valiente y sensato; reposado, sincero y sociable; buen amigo; y ama las alegrías puras, especialmente la filosofía. Es alguien que se ama a sí mismo, pero que ejecuta ese amor en la práctica de la virtud, porque esta es la manera más segura de tener abundante alegría. Estar dispuesto no significa meterse en todo, sino intervenir en aquello para lo que es diestro y para lo que está preparado. Pondera las circunstancias, para hacer en el debido tiempo la acción correcta, frente a los hombres y circunstancias apropiadas, con medios legítimos para un propósito justo. Según interpretaciones de maestros hebreos, cuando Moisés le preguntó a la divinidad que le hablaba desde la zarza ardiente, que en nombre de quién debía hablar al faraón, le habría respondido “yo estaré allí”. Entonces Dios sería el supremo “spoudaios”, el que está siempre dispuesto, el que estará allí. En concordancia, cuando en Edén Dios busca a Adán que ha pecado lo llama “¿dónde estás?”. El hombre pretexta su desnudez para ocultarse. El que no ha cumplido evita al otro, se esconde. No está allí.

(O)
@AlfonsoReece
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Fuente: https://www.eluniverso.com/opinion/2018/01/01/nota/6546265/spoudaios

1° de enero de 2018



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