Unidad de los contrarios

Guillermo Hegel fue el pensador moderno que más desarrolló la teoría integral de la contradicción, algunos de cuyos enunciados arrancan de los antiquísimos aforismos de Heráclito, uno de los pensadores más interesantes de la Grecia Antigua. Heráclito fue quizás el primer escritor que afirmó, con sustentación teórica, “que todas las cosas suceden según discordia y necesidad”. Desde entonces muchos autores, de variadas tendencias, han subrayado el tema de la contradicción, olvidando el resto de los aforismos y contenidos heracliteanos y desconociendo, con un desconocer profundo, la teoría de la “unidad de los contrarios” propuesta por el mencionado filósofo Hegel, desde uno de sus primeros libros fundacionales: “La Fenomenología del Espíritu”. De alguna manera las ideologías de la “lucha de clases” y de los antagonismos sociales se enlazan, muy a pesar de Heráclito y de Hegel, con la teoría integral de la “unidad de los contrarios”. Pero se enlazan con unos sesgos que para Hegel, si aún viviera, serían irreconocibles.
Para ser honestos con Heráclito y con nuestros queridos lectores (hemos estudiado por lo menos tres traducciones de sus fragmentos) debemos añadir algunos de los aforismos salidos de la pluma de este filósofo griego. Veamos: A) “Lo opuesto que converge, y de las cosas divergentes la más bella armonía (y que todo sucede según discordia)”. B) “No entienden cómo, divergiendo, concuerda consigo mismo; armonía contrapuesta, como la del arco y la lira.” C)… “todas las cosas contrarias; ésta (es) la inteligencia.” D) “El soberano cuyo oráculo está en Delfos ni dice ni oculta, sino que da indicios.” E)… “los perros también ladran a quien no conocen.” F)… “quienes no saben ni oír ni hablar.” G) “No al azar conjeturemos acerca de los (asuntos) más importantes.” H) “Pues una sola cosa es lo sabio: conocer el pensamiento, el que gobierna todas las cosas a través de todas.” (En este punto pareciera coincidir Heráclito con la filosofía de Parménides). I) “La armonía invisible es más fuerte que la visible.”

Pues bien. En el discurso de Heráclito, sin ocultar las discordias, las guerras y las contradicciones, lo que predomina es el pensamiento sabio, y una poderosa armonía en la vida de los hombres y en el “kosmos”. Pero esta armonía es olvidada por varios autores (algunos importantes) que para fines ideopolíticos han hecho énfasis en el principio subyacente de contradicción, en tanto que ni siquiera se tomaron el costo de medio leer la obra fundacional de Hegel, el verdadero filósofo sistematizador del principio dinámico de “unidad de los contrarios”, con gran incidencia en la Historia humana. De la lectura meticulosa de Hegel se puede deducir que desde el parapeto de los contrarios, incluyendo el esquema de los opuestos antagónicos, se puede llegar a la conciliación. En caso que la conciliación de los contrarios antagónicos sea imposible, ambos habrán de desgastarse, y del roce terrible habrá de surgir un tercer fenómeno, quizás inesperado, en un proceso casi interminable de síntesis dialéctica: Hegeliana. No kantiana. Ni mucho menos marxiana.

He publicado varios artículos y ensayos sobre la filosofía de Guillermo Hegel, y hasta este momento he detectado que su discurso descansa sobre un pensamiento que observa el discurrir histórico como un fenómeno eminentemente humano. Y aunque en algunos momentos pareciera que el principio de contradicción dinámica pudiera aplicarse, desde la óptica exclusiva del Hombre Pensante, a ciertos fenómenos de la naturaleza, lo predominante de la dialéctica hegeliana recae sobre la Historia, basándose en la idea de la conciliación de los contrarios y en la redención universal del Hombre, como un supuesto fin último del discurrir histórico. Tal conciliación y tal redención son como nociones fundamentales olvidadas por algunos autores que han pretendido utilizar el pensamiento de Hegel para atizar las contradicciones sociales, en que los seres humanos sólo habrán de caminar sobre las ruinas de las civilizaciones, sin producir nada nuevo ni bueno. Es decir, el rencor como principio, en vez de la conciliación hegeliana.

Los pensamientos de Heráclito y de Hegel, aunque parezcan difíciles, abstrusos, podrían tener aplicación actualísima en sociedades conflictivas como la de Honduras, sobre todo en el contexto del diálogo y de la búsqueda de diálogo. La conciliación nacional es posible como resultado del mismo. No como renuncia a los principios democráticos occidentales que pretendió un dirigente político en el pasado, en que uno de los factores contrarios salió predominantemente favorecido respecto del otro. La conciliación es una búsqueda del equilibrio y de la verdadera paz. Es como la esencia de la “unidad de los contrarios”, en que al final nadie pretende destruir a nadie, sino sacar ventajas de las diferencias entre los unos y los otros, toda vez que las contradicciones reales suelen ser más complejas que las puramente abstractas, por la multiplicidad heterogénea de los factores en pugna. Un agregado es que la realidad, real, requiere personas pensantes para resolver con inteligencia las contradicciones solubles como también las antagónicas. La destrucción por la destrucción misma nunca habrá de ser una salida viable, dentro de las civilizaciones.

Fuente: http://www.latribuna.hn/2015/09/24/unidad-de-los-contrarios/

25 de septiembre de 2015. HONDURAS



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