Valor, conciencia y educación

En nuestro tiempo hablar sobre los valores en educación resulta, de entrada, un tema polémico, ya que en ocasiones se confunde la moral de la persona, la responsabilidad del individuo y lo cívico del ciudadano, con el valor. Por lo general la norma pretende controlar al individuo y el valor se refiere a la totalidad de la persona, esto es, tiene que ver con la dignidad, la libertad, y el principio de validez del valor. Por eso, podemos afirmar que pensar a la educación como un valor implicaría considerarla como un fundamento social. Al nombrar a la educación de esa forma, la estaríamos comprendiendo como un fin en sí misma. Dejaría de ser un instrumento o medio al servicio de algo externo a ella misma. En ese aspecto el valor se ubicaría en la existencia, y para el sujeto aparecería como un modo de ser, fundado en un principio universal, y su juego de contradicción con la particularidad.
El valor se intersectaría considerando tres planos, lo objetual, lo subjetual y lo práxico. Por el lado de lo objetual el valor se quedaría al nivel de las cosas, por el lado de lo subjetual el valor estaría del lado de las buenas intenciones y por el lado de la praxis el valor tendría la posibilidad de accionar sobre la misma realidad. Es bien cierto que los valores no se pueden enseñar en la escuela, ya que éstos forman parte de la existencia misma y constituyen una actitud o modo de ser de las personas o sujetos. Sin embargo, habría que buscar la forma de recrearlos en los espacios de cultura, a fin de que se fortalezca el sentido humano de la vida. Para que lo anterior se pueda alcanzar es necesario que, previo a su enseñanza, se crearan las condiciones de posibilidad del juicio crítico y la reflexión, como un método de acceso para los estudiantes. De esa manera se permitiría la constitución de una conciencia que advierta al sujeto la valoración sobre los principios y fines que orientan la decisión de aquel y sus acciones.

En estos días de capitalismo desenfrenado la enseñanza o la vuelta a los valores, más bien parecería una moda o la existencia de la culpabilidad de un mercado libre que pretende tomarlos como una estrategia, para favorecer la competencia y la acumulación de capital en unas cuantas manos. Lo más pertinente sería hacer una revisión de la propia existencia, con el objeto de indagar si todavía el fundamento humano tiene sentido o de plano se ha colocado un fundamento extraño al hombre mismo, es decir, si el fundamento responde más al egoísmo, al individualismo o a una mano invisible que ha convertido a los seres humanos en medios para otros fines y han dejado de ser un fin en sí mismos, o si ya dejamos de lado la conciencia crítica como el examen que permite distinguir las apariencias, las pseudoconcreciones de las verdaderas fuerzas que configuran y dan sentido a la existencia humana. O de plano la parte maldita de la economía se ha apoderado de la conciencia moral de las personas y ya no podemos enjuiciar a la forma en que hoy las fuerzas del mercado han organizado la conciencia de la época.

Cuando uno empieza a reflexionar acerca de los valores, lo primero que viene a la mente es la pregunta ¿qué son los valores o qué es el valor? Me parece que el concepto de valor resulta polisémico, esto es, varias disciplinas como la antropología, la sociología, la ética y la historia pueden aproximarnos al sentido del valor. Sin embargo, podemos iniciar mencionando varios enfoques que se han sostenido a lo largo de la historia, como lo es el enfoque empírico, relativista, formal, de fines y axiológico.

La insuficiencia de los valores desde el punto de vista empírico nos conduciría al encuentro con una cadena infinita de hechos, tal que nunca pudiéramos localizar la validez de los mismos. En cuanto al enfoque relativista se presenta el problema de que para cada persona, individuo o grupo, el valor sólo tendría sentido para cada uno de ellos. Lo anterior conduciría a un pragmatismo en el que todo tendría el mismo valor. En el enfoque formal el contenido de los valores no se tomaría en cuenta y sólo quedaría el imperativo categórico Kantiano: “Obra siempre de tal manera tal que tu conducta se convierta en norma universalmente válida”.

En cuanto al enfoque de los valores con arreglo a fines, el problema se nos presenta en el momento en que deseamos definir cuál es el sentido del bien común. Esto llevaría a la tesis de que los hombres escogerían cualquier medio para justificar el fin. No cabe la menor duda que en nombre de estos enfoques se han cometido los más grandes crímenes. En lo referente a lo axiológico es un problema muy serio, porque desde Nietzsche hasta Hartman no se ha podidoclarificar el problema de los valores. Sin embargo, lo han definido como pautas de evaluación para nuestros actos. Son objetos ideales, totalmente intemporales que utilizamos para valorar a los demás y para valorarnos a nosotros mismos, sobre cosas que parecen ser interiores, pero que de alguna manera intuimos están fuera de nosotros y debemos perseguir, sin los cuales no podríamos reconstruir nuestra sociedad. Se trata de poner una camisa de fuerza a las sociedades, a las personas, como bien afirma Severo Iglesias: “Ponerle una camisa de fuerza a un loco no es para curarlo, significa simplemente ponerlo en orden, no quitarle la locura”.

Cuando un hombre toma una decisión y lo hace tomando en cuenta a los demás como medios, constituye una acción desvalorizada, es decir, no se toma el valor como un fundamento propio de la existencia, sino como un instrumento para alcanzar un objetivo personal. El valor no es lo que a mí me convenga, sino lo que no trastoque el fundamento mismo de la existencia. En ese aspecto, el valor adquiere la importancia de constituirse en un modo de ser, que se agota como un fin en sí mismo. De ahí que la misma educación se convierte en un valor en sí misma y se desvirtúa en el momento en que aquélla se utiliza para otro fin. Debemos entender, entonces, que la misma educación es un fundamento social que tiene la posibilidad de construir nuevas relaciones de sociabilidad y de hacer florecer la vida misma. Otro mundo es posible.

Fuente: http://www.cambiodemichoacan.com.mx/editorial.php?id=2531

MEXICO. 6 de diciembre de 2009



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