Aportacion de la familia contra el problema de la violencia.

Los asesinatos, asaltos, secuestros y violaciones y la violencia familiar coinciden en ser actos injustos. La negligencia o bien la falta de pericia debida para poner al día los sistemas legales y judiciales acusan falta de justicia por parte de los gobernantes correspondientes.

Por otro lado, otras conductas generadoras de violencia como la embriaguez, la drogadicción y otras adicciones, no se explican directamente como faltas de justicia. Tampoco la adicción al peligro o a la adrenalina, ni la inconsideración, la falta de juicio previo a la acción o la negligencia para poner remedio a las agresiones.

Por lo tanto, las causas de la violencia no se reducen a las conductas injustas, sino también a las conductas imprudentes, a la falta de fortaleza para conducirse de acuerdo al deber y a la falta de templanza que se manifiesta en las distintas dependencias: al alcohol, al sexo, a las drogas, al peligro (este último es contrario tanto a la templanza como a la fortaleza).

La preparación del filósofo gnoseológicamente realista, habrá podido ver el vértice común al que apuntan todas estas conductas deficientes. La causa de la violencia no puede reducirse a la injusticia, se extiende, por el contrario a cualquier otro vicio, como su causa, su concausa, su condición o su ocasión. Ya que las virtudes morales se reducen a las cuatro clásicas, el fallo de cualquiera de estas o facilita o inclina a ellas o produce, hechos violentos.

Concluyo que la causa de la violencia, es el vicio.
En esta ocasión presento a Uds. una parte del estudio que hice de la Filosofía de la eficacia acerca de la violencia.

El conjunto de hechos y actitudes violentas constituyen uno de los más graves problemas sociales de la actualidad.

Este estudio se inició, como lo señala el protocolo de la Filosofía de la eficacia, buscando las diferentes causas de la violencia, las cuales se antojan un problema multicausal.

Se definió la violencia como el actuar agresivo que infiere un daño a la persona o a sus derechos.

Se analizaron, en primer lugar, las causas generadoras de los actos violentos más aparatosos, señalándose el narcotráfico, los asesinatos, secuestros y asaltos armados. Desde luego, la falta de leyes y penas apropiadas apuntaron a la negligencia de las autoridades en el asunto, negligencia manifiesta también en la corrupción.

El atraso técnico en los sistemas legales, judiciales y carcelarios quedó de manifiesto como causa de la violencia.
Pero también otro tipo de causas, de carácter patológico, psicológico y cultural se hicieron presentes.
Encontré que la psiquiatría tenía un lugar importante en el trabajo de esclarecimiento de la violencia. Los enfermos mentales con padecimientos psicóticos y especialmente sociopáticos desempeñan un papel protagónico en la violencia morbosa, como son los asesinatos seriales, las agresiones masivas con armas de fuego, la manipulación provocada de los suicidios colectivos y los homicidios contra familiares cercanos. Algunos enfermos de este tipo pueden ser controlados –generalmente- mediante la administración de drogas terapéuticas.

Muchos otros actos violentos se deben a conductas bajo el influjo del alcohol o de estupefacientes.

La violencia doméstica suele responder, entre otras razones, a la idiosincrasia machista, la cual se cataloga entre las causas culturales.
Otros tipos de agresiones considerables, se deben a los celos, al negocio de la trata de blancas, de la trata de menores y de la pornografía.
Tras este análisis, que aquí se expone someramente, el paso siguiente consistió en la búsqueda de causas últimas, búsqueda propia de los análisis filosóficos. Los hitos protocolarios de la Filosofía de la eficacia señalan una investigación que tiene dos caminos complementarios –Uno de ellos es dar con las causas ya señaladas, el otro es el de buscar un elemento sintetizador de todas ellas y capaz de explicar a las más posibles si no a todas y a cada una.

“En la medida en que un proceso sea más complicado, tanto más necesario y positivo resulta su análisis causal. Huelga decir que realizar un análisis causal es diseccionar el proceso operativo buscando constantemente sus razones profundas. Sólo a través de las causas últimas pueden descubrirse los últimos reductos explicativos de una estructura. Para este análisis la causalidad completa –en su cuádruple vertiente- es necesaria. La causalidad intrínseca –formal y material- apunta a la naturaleza del ser móvil desde su punto de partida hasta su termino ad quem y a través del proceso mismo del movimiento”.

A través de un largo proceso inquisitivo y reflexivo, encontré el denominador etiológico común de todos estos tipos de violencia.

Los asesinatos, asaltos, secuestros y violaciones y la violencia familiar coinciden en ser actos injustos. La negligencia o bien la falta de pericia debida para poner al día los sistemas legales y judiciales acusan falta de justicia por parte de los gobernantes correspondientes.

Por otro lado, otras conductas generadoras de violencia como la embriaguez, la drogadicción y otras adicciones, no se explican directamente como faltas de justicia. Tampoco la adicción al peligro o a la adrenalina, ni la inconsideración, la falta de juicio previo a la acción o la negligencia para poner remedio a las agresiones.

Por lo tanto, las causas de la violencia no se reducen a las conductas injustas, sino también a las conductas imprudentes, a la falta de fortaleza para conducirse de acuerdo al deber y a la falta de templanza que se manifiesta en las distintas dependencias: al alcohol, al sexo, a las drogas, al peligro (este último es contrario tanto a la templanza como a la fortaleza).

La preparación del filósofo gnoseológicamente realista, habrá podido ver el vértice común al que apuntan todas estas conductas deficientes. La causa de la violencia no puede reducirse a la injusticia, se extiende, por el contrario a cualquier otro vicio, como su causa, su concausa, su condición o su ocasión. Ya que las virtudes morales se reducen a las cuatro clásicas, el fallo de cualquiera de estas o facilita o inclina a ellas o produce, hechos violentos.

Concluyo que la causa de la violencia, es el vicio.

A continuación mostraré a Uds. como los vicios contra una de estas virtudes cardinales, la templanza producen también violencia.

VIOLENCIA Y LOS VICIOS CONTRA LA TEMPLANZA
Estudio desde la Filosofía de la Eficacia

¿Se sospecharía que una de las causas principales de la ira descontrolada, de la violencia, es la falta de templanza?

La virtud de la templanza que parecería restringida a los apocados o a los mojigatos, puede ser parte de la solución al problema de la violencia que es azote de la sociedad. Con la adquisición de esta virtud, gran parte del problema de la violencia hallaría remedio; sin ella, no habría modo de eliminar esta plaga social.

La explicación de la importancia que reviste la templanza, aparece en la contracara de esta virtud: en los vicios que se generan por su ausencia.

Los vicios contrarios a la templanza son: la ebriedad, la bulimia, la anorexia, la sexoadicción y la drogadicción ¿El por qué? Porque la templanza es la virtud que controla las pasiones del apetito concupiscible. Estas pasiones son las que siguen al conocimiento sensible –el cual comparte el hombre con los animales irracionales- a saber: amor, odio, deseo, aversión, alegría y tristeza sensibles. La templanza es la regulación racional de los deseos animales más fuertes, que son los que se refieren al instinto de conservación del individuo: hambre y sed; y los que se refieren a la conservación de la especie: apetito sexual .

Además del apetito concupiscible, los animales y el hombre están dotados del apetito irascible, para defender y obtener los bienes sensibles más necesarios o urgentes.

En este sentido el apetito irascible se desempeña como un apoyo para el apetito concupiscible.

Las pasiones del apetito irascible son las que corresponden a los bienes captados como difíciles de obtener y a los males captados como difíciles de evitar; estas son: miedo, audacia, esperanza, desesperanza e ira. La fortaleza es la regulación racional de las reacciones sensibles ante lo adverso .

Los seres irracionales están determinados por su naturaleza a tender al bien sensible captado como más apetecible y a huir del mal sensible captado como más lesivo. El hombre, ser racional, no está determinado así, por el contrario puede elegir entre los bienes y los males y entre el tipo de bienes o el tipo de males.

Por lo anterior, los dos apetitos sensibles están íntimamente enlazados, lo mismo que las virtudes que los regulan racionalmente: la templanza y la fortaleza.

La conservación del individuo

La potencia nutritiva es una de las potencias –o facultades en sentido amplio- que comparten los seres vegetativos, los seres sensitivos o animales irracionales y los hombres.

Sin embargo, en los vegetales, la potencia nutritiva no va precedida de conocimiento, mientras que en el animal tras el conocimiento sensible, este se determina, en función del deseo de alimento o bebida al que sigue la gratificación del placer sensible. En el hombre la potencia nutritiva va precedida inmediatamente del conocimiento sensible y también del conocimiento racional. Por lo anterior, el hombre elige cuando, cuanto, donde, que, con quien, con que y como comer; inclusive puede elegir no comer –como en las huelgas de hambre o con el propósito de ceder su alimento a los hijos o a los enfermos-.

Habría que preguntarse ¿por qué come el hombre? ¿simplemente porque tiene hambre? El hambre o la sed son deseos y el deseo es una pasión consistente en la tendencia al bien ausente, entendiendo que el bien deseado es capaz de satisfacerlo produciéndole placer. Esto significa que el placer es el fin del deseo, se desea algo sensible por el placer o el gozo sensible que produce el bien cuando se posea. Cuando se dice que se tiene necesidad de comer, se significa que esa necesidad –que es el instinto de conservación del individuo- se traduce en un deseo profundo de saciar el hambre. Si no existiera el deseo de lo placentero el hombre no comería: esto sucede en los enfermos, especialmente en algunos de ellos, como en los anémicos, en los febriles, en los intoxicados…

El hombre se conserva mediante el placer, el medio es el placer, el fin es la conservación de la vida del individuo.

Si se invierte el orden natural del instinto de conservación del individuo, entonces la conservación se subordina al placer.

Un ejemplo de ello es la costumbre depravada que instituyeron algunos romanos alrededor del siglo IV A.C., al destinar una habitación cercana al comedor para que los comensales pudieran vomitar lo comido en el banquete y así volver a hartarse de alimentos cuantas veces quisieran.

Una vez que se pone el placer como meta y no como medio natural, sucede que los placeres ordenados se consideran insuficientes, y el individuo suele volverse hacia los placeres desordenados; desordenados porque no conducen al fin para el que están hechos sino a los distintos abusos en el comer y en el beber. Entonces el placer ya no es el satisfactor de una necesidad, sino la meta de un capricho desbordado. Así de la glotonería se pasa a la bulimia (hambre de buey) y de esta a la bulimia-vómito. De este modo se pasa del exceso de bebidas embriagantes a la ebriedad periódica, de esta a la continua, y, en ocasiones al consumo de drogas; porque el ansia de placer desordenado lleva a los vicios más destructores. Las actitudes de insaciabilidad en el placer, llevan al hombre a la enfermedad, a la pérdida de la libertad y a la muerte, es decir a la meta contraria señalada por el instinto de conservación del individuo. Además, en la ruta de esta auto-destrucción pasan por profundos dolores físicos y morales y se vuelven un motivo de profunda aflicción para quienes los rodean. Pero eso no es todo, mientras el hombre cae en peores adicciones, lesiona mas gravemente a la sociedad, especialmente a través de la violencia que estas adicciones generan.

Vicios contra el instinto de conservación del individuo

Anorexia

Significa, según el diccionario : “Perdida del apetito, cualquiera que sea su causa”

Se debe distinguir entre la anorexia que sigue de modo natural a alguna afección de la salud, como las enfermedades estomacales, las fiebres altas, la anemia, el cáncer, etc., y la anorexia patológica que es en sí misma una enfermedad, ya sea orgánica o mental.

La anorexia mental resulta muchas veces de problemas afectivos, o de otras causas psíquicas. La anorexia orgánico-patológica resulta de las dietas excesivas o del rechazo al alimento por miedo a engordar. Este tipo de anorexia puede ser una adicción.

La glotonería

El vicio de la gula no se reduce al comer en demasía, sino también consiste en comer a toda hora, en consumir desproporcionalmente alimentos chatarra o bien alimentos muy sofisticados o muy especiales.

Existen personas que ingieren gran cantidad de alimentos sin ser glotonas, porque así lo requiere su constitución física. Existen personas que comen poco pero ingieren muchas golosinas o sólo alimentos especialmente sabrosos. La gula no consiste ni únicamente ni totalmente en la cantidad de alimentos consumidos.

La bulímia

Significa, según el diccionario : “Deseo irrefrenable de ingerir una cantidad no controlada y excesiva de alimentos, ligado a un trastorno síquico”

Como ya se dijo, la cantidad de alimentos que son requeridos por cierto tipo de organismos, no es de suyo un exceso. Los problemas de metabolismo tienen mucho que ver con la cantidad de comida necesaria para cada persona.

La bulimia – vómito

Labulimia relacionada con el vómito provocado con la intención de volver a deleitarse con la comida o con la intención de mantenerse esbelto, es una falta grave contra la templanza, y puede desembocar en un vicio también muy grave.

Después de considerar los tipos de excesos en la comida, hay que considerar los excesos en la bebida embriagante.

Ebriedad

La ingestión moderada de bebidas alcohólicas, en especial el vino y la cerveza, es una buena costumbre. Este tipo de bebidas acompañan los alimentos mejor que el agua. Para las culturas mediterráneas es una costumbre que ayuda a digerir mejor, que fortalece y puede evitar resfriados en el tiempo de frío. Para las culturas de latitudes muy frías, los destilados como el vodka, la ginebra o el whisky, resultan indispensables para sobrevivir los inviernos, ya que funcionan como una especie de calefacción interior.

El estado de ebriedad puede ser no intentado o intentado, el alcoholismo puede ser no culpable o culpable. Así tenemos cuatro tipos de padecimientos respecto al alcohol.

Los estados de ebriedad no implican, de suyo, dependencia.

El estado de ebriedad no intentado, sucede por accidente, como cuando tomando la misma cantidad de bebida acostumbrada, el organismo no la metaboliza y el sujeto se embriaga. También sucede por accidente –para el sujeto embriagado- cuando se le pone alcohol a su bebida sin que él lo sepa. Lo mismo que cuando alguno prueba una bebida nueva o mezclada y el efecto embriagante resulta inesperado.

El estado de ebriedad intentado o intencional tiene lugar cuando alguno quiere embriagarse, y, también cabe cuando previendo la embriaguez no la impide.

Este tipo de embriaguez es culpable y a su inmoralidad se añaden los daños que el ebrio pueda inferirse o inferir a otros –si va armado, si conduce un automóvil, si es pendenciero o libidinoso-.

En el Distrito Federal, las causas principales de muertes por accidentes vehiculares son la embriaguez unida al exceso de velocidad.

Alcoholismo

Se entiende por alcoholismo la dependencia del alcohol.

Según el diccionario, se trata del “abuso de bebidas alcohólicas, que cuando se da regularmente de forma intensa provoca trastornos fisiológicos y psíquicos”

Alcoholismo no intencional

Cabe considerar un tipo de dependencia al alcohol que puede suceder en la primera ingestión de alcohol en la vida de un sujeto; y en algunos casos sin llegar a la ebriedad.

Alcoholismo intencional o no evitado

Los frecuentes estados de ebriedad o el consumo consuetudinario y excesivo pueden y suelen desembocar en el alcoholismo.

En el alcoholismo, la satisfacción de la bebida va exigiendo más cantidades de bebida y bebidas espirituosas más fuertes.

Cuando el alcohólico deja la bebida, sufre el síndrome de abstinencia, un proceso de desintoxicación sumamente doloroso.

Tratándose de una dependencia física ¿es posible que el alcohólico pueda dejar voluntariamente la bebida?

La voluntad humana puede optar por sufrir tormentos muy grandes en vista de un bien más alto. El dependiente de la bebida, estando sobrio puede superar el dolor del síndrome de abstinencia si está dispuesto a superarlo. Puede también elegir libremente que un amigo, un pariente o un médico lo ayude a superar la dependencia, impidiendo, si es el caso, que consiga alcohol mientras se desintoxica.

Una vez desintoxicado, el alcohólico está libre de la dependencia orgánica y depende de su voluntad el no volver a tomar la primera copa. Sin embrago, en muchos alcohólicos cabe una dependencia mental o psicológica respecto al alcohol.

Los grupos de “Alcohólicos anónimos” (AA), desempeñan una cruzada muy importante contra el alcoholismo.

Cuando el ebrio o el alcohólico no detienen su vicio, suelen llegar aestados de alucinaciones muy angustiosas llamados “delirium tremens”.

La conservación de la especie

Para la conservación de la especie, los seres vivientes corpóreos –vegetales, animales, hombres- están dotados de una potencia o facultad vegetativa, que es la generación. Por medio de la generación, el viviente hace participar a otro de su misma especie, y así ésta se conserva en los hijos a través de los progenitores.

En los seres vegetativos la germinación depende, generalmente, de actores ajenos a la especie por germinar: la polinización por medio de insectos, la siembra de las semillas por medio del viento, la lluvia, distintos animales y también el hombre.

En los animales y en el hombre la potencia generativa depende del conocimiento. En el caso de las bestias, a través del conocimiento sensible (sentidos externos e internos); en el caso del hombre, depende; además del conocimiento sensible, del conocimiento intelectual. En el enamoramiento humano, el amor nace no solo de la vista sensible, sino también de la iluminación intelectual. A través de la inteligencia se va conociendo la coincidencia de gustos, aficiones y modo de pensar y de comportarse. Por eso las relaciones sexuales meramente sensitivas, no son propias del género humano.

Como en el caso de la conservación del individuo, también en la conservación de la especie, la potencia generativa –tanto en el animal como en el humano- se estimula por el placer.

En el ser humano, el ejercicio de la sexualidad, como el ejercicio de la alimentación, son acciones voluntarias libres. El mero hecho de dejarse llevar por el deseo placentero, es un acto de destemplanza, porque ese tipo de actuación es indigno del hombre ¿tiene todo hombre derecho al alimento y a la bebida? De modo ordenado, si. De modo desordenado, como en el caso del ebrio y el glotón, no. La razón es que el placer del alimento y la bebida está naturalmente ordenado a la nutrición y al modo humano que esta exige.

¿Tiene el hombre derecho al ejercicio de la sexualidad? De modo ordenado, si. De modo desordenado, como en el lujurioso, en el adúltero, en el homosexual, en el promiscuo, en el incestuoso, en el violador o en el pederasta, no. La razón es que el placer del sexo está naturalmente ordenado a la generación de un ser humano y al modo humano que ésta exige.

El derecho al ejercicio sexual está acotado al matrimonio y debe estar abierto a la procreación.

Así como es repugnante a la razón el que se tome el placer del alimento suprimiendo –con el vómito- el fin de la conservación del individuo, repugna también a la razón que se busque el placer del sexo, evitando el compromiso o la procreación, que constituyen el fin del placer sexual, hecho para la conservación de la especie. La malicia de este comportamiento es más grave, porque no solamente lesiona a la templanza, sino que, muy frecuentemente se opone, además, a la justicia. Las familias deshechas por el adulterio, los hijos sin padre por la lujuria, las enfermedades mentales generadas en los niños por el incesto o por la promiscuidad en el hogar; los desórdenes psíquicos en la homosexualidad, el placer de dañar en los violadores.

En el campo de la sexualidad, sucede –como en el de la alimentación- que si el placer no se conserva como un medio para la ordenada reproducción, si se lo apetece como fin, invirtiendo el orden de la naturaleza, la psicología, la mente de individuo se trastorna también. Es por eso que a partir del vicio de la lujuria o del adulterio puede caerse en otro peor hasta terminar en la pederastía o en la violación acompañada de homicidio.

Muchas infidelidades matrimoniales se deben al “querer más sexo” “quererlo distinto” “quererlo fuera del matrimonio”. La sobreestimulación del sexo por medio de la pornografía o de fármacos lleva a enfermedades físicas y psíquicas, entre las que cabe la insuficiencia del deseo sexual natural.

El vicio de la seducción o Donjuanismo, deja en las personas así “conquistadas” complejos de vulnerabilidad y de minusvalía. Se han superado los tiempos del varonil Don Juan, ahora también hay jovencitas que seducen a sus distintas parejas.

¿Son estos Juanes o Juanas quienes después seducen o violan a quienes viven bajo su techo, o a sus hermanas o a sus hijos?

¿En cuantos homosexuales son sus nuevas “preferencias” producto de la degeneración del apetito sexual por la “esperanza” de un placer más fuerte o más nuevo?

En esta pendiente se puede resbalar hasta padecer vicios tan retorcidos como la bestialidad o como la necesidad de causar dolor para obtener el placer, placer que cada vez escapa más.

Los psiquiatras y los psicólogos se enfrentan al fenómeno de la sexoadicción, fenómeno que atormenta las mentes de estos pacientes y de aquellas otras personas sanas en las que los sexoadictos pongan su “mirada preferencial”.

Algunos estudios muestran que estos enfermos presentan tendencias suicidas, en un diecisiete por ciento.

Filósofos del placer

Desde el s. IV AC. hubo filósofos pioneros en considerar al placer el fin de los fines, la meta de las metas del hombre. Esta fue la Escuela epicureísta, fundada por Epicuro de Samos.

Sin embargo estos mismos pensadores se dieron cuenta de la inconveniencia de perseguir cualquier tipo de placer. Señalaban que hay placeres que producen dolor, como la embriaguez genera el síndrome de abstinencia del día siguiente o el tirarse bajo el sol, genera quemaduras dolorosas.

De este modo los mismos defensores del placer como meta de la vida humana, relativizaban y ordenaban los placeres, aconsejando prescindir de gran parte de ellos: así, la conducta de los epicureistas se parecía mucho a la observada por los estoicos.

Los estoicos, la escuela filosófica opuesta a la epicúrea enseñaban que todos los sinsabores de la vida humana se debían a la cantidad de placeres perseguidos por el hombre y la limitación de los conseguidos, lo mismo que a la insatisfacción de los conseguidos y el deseo creciente de más y más profundos placeres. Por lo anterior, si el hombre es sabio –decían-, debe prescindir totalmente del deseo de placer y llegar a un estado imperturbable del ánimo llamado ataraxia o supresión del deseo.

¿No resulta muy elocuente que el tipo de vida recomendada por los epicureos que ponen en el placer la meta del hombre, llegue a semejarse a la vida de los estoicos que consideran al deseo del placer como lo más nocivo, la fuente misma del dolor humano? Es cierto que el hombre que busca el placer sensible por el placer mismo, olvidando que es el medio y sólo el medio de la conservación de la vida, cae en un laberinto de deseo –satistacción-deseo-insatisfacción-deseo más nocivo y así hasta caer en degeneraciones del deseo como son las distintas adicciones.

Este comportamiento no se da en la vida animal, por dos razones: porque el animal no opta por el tipo y la profundidad del placer, lo sigue regido por su instinto y determinado por las leyes de su naturaleza y porque en el animal no cabe otro tipo de satisfactor superior al placer sensible.

Este comportamiento se da en la vida humana porque el hombre puede elegir placeres sensibles desordenados, es decir, puede convertirlos en fines. Esta es la primera razón de la condición adictiva del hombre, pero se encuentra íntimamente relacionada con la segunda razón. Esta segunda razón es, que en el hombre caben gozos superiores a los placeres sensibles, gozos de carácter moral o de carácter intelectual. Pero quienes subvierten el sentido de las alegrías humanas y se empeñan en encontrar en el placer los gozos ilimitados exclusivos de la vida del espíritu, se hacen presas fáciles de las distintas adicciones.

Aristóteles consideró a la vida virtuosa, como la vida feliz.

La violencia generada por la falta de templanza

La templanza no es otra cosa que la ordenación de la razón verdadera o recta sobre las pasiones del apetito sensitivo concupiscible (amor, odio, deseo, aversión, gozo, tristeza) Si estas pasiones, estas fuerzas quedan abandonadas a sus reacciones animales, alimentan deseos incontrolados tendientes a las distintas adicciones previamente señaladas.

Las adicciones de tipo alimentario dañan gravemente la salud física y psíquica de quien las padece.

La insatisfacción permanente que se presenta en estos adictos afecta sus relaciones sociales y su desorden mental es un foco de ira y de reacciones violentas desproporcionadas.

La dependencia del alcohol y aún su abuso ocasional, son probadamente, fuente de accidentes, riñas, agresiones, robos, violaciones y privación de vidas.

La conducta bajo los efectos de las drogas es aún más peligrosa que la ebriedad y más lesiva, especialmente por los efectos psíquicos, que suele acompañarle.

El dolor de las familias afectadas por un miembro adicto al alcohol, palidece ante el tormento de aquellas afectadas por un drogadicto. Ebrios y drogadictos al acecho o al volante son detonadores de violencia para ellos mismos y para quienes se encuentran a su paso.

Los sexoadictos conllevan la dependencia al sexo con la proclividad a la psicosis. Destruyen a su propia familia y a las personas que padecen su vicio. Los crímenes pasionales y las violaciones, algunas incluyendo el asesinato son su cuota a la violencia.

El fenómeno de la degeneración en los vicios, característico de la adicción al placer, hace que la ebriedad ocasional se convierta en consuetudinaria, que el consumo de bebidas bajas en alcohol se degrade al de bebidas de “alto octanaje”. Respecto a las drogas, la degeneración lleva de las drogas suaves a las duras. Respecto al sexo, el proceso de degeneración pasa de la lujuria al adulterio, de este a la promiscuidad, de estas a la afición por el mismo sexo, a la violación, a la afición por los niños y hasta a la violación con homicidio. Se trata del fenómeno del cansancio por el placer natural y de la búsqueda de otros ámbitos de placer depravado, como el que puede hallarse en el dolor propio o ajeno o en el compañero inusual del ejercicio de la sexualidad, o en el tormento.

Este mismo proceso de degeneración encuentra los caminos de degradación del placer habitual y la búsqueda de otro más fuerte, en la combinación de alcohol y drogas, de unas drogas con otras, de sexo y estupefacientes o mezclas semejantes.

Mientras más degenerado se vuelve un vicio, más cercano se encuentra de la violencia.

LA FAMILIA COMO UN BASTIÓN EN EL COMBATE CONTRA LA VIOLENCIA SOCIAL

La familia es el lugar natural del amor. Lo mas apreciado para los padres son sus hijos. Lo son de tal manera amados que hay una disposición básica a sacrificarse por ellos aún a costa de la vida. En menor grado, los hijos, especialmente los más pequeños, parecen no tener otro horizonte que el del abrigo de sus padres: los admiran, los veneran y los imitan. El amor fraterno es el paradigma mas elevado de las relaciones entre los ciudadanos.

Mucho se ha dicho respecto a que los valores se inculcan en el seno familiar. Es verdad. Pero hay que reconocer que es también allí, donde se aprenden los antivalores.

Nada aprovecha más a la sociedad que la buena educación de los hijos, gracias a los padres.

Sin embargo, hay que hacer admitir que la educación en valores no puede ser un producto del mercado, en cuyos aparadores se pueden elegir los más convenientes inocuos y livianos. El crecimiento en los valores tiene por fin el crecimiento en las cuatro virtudes cardinales. Se llaman cardinales o goznes porque en ellas se apoyan y de ellas derivan todas las demás.

Las virtudes derivadas tales como el orden, la sinceridad, la laboriosidad, la limosna, la paciencia o la modestia, son como páginas sueltas de un libro: no se correlacionan, no se mantienen y carecen de sentido. Tómese como ejemplo la virtud de la tolerancia, esta virtud, derivada de la paciencia consiste en padecer los daños causados por otros en tanto que estos sean moralmente tolerables. Son tolerables los llantos de dolor, las pequeñas peleas entre hermanos y cosas semejantes. Sin embargo, no es tolerable que un hijo lleve drogas a su casa para vendérselas a sus hermanos. La tolerancia no es sino una pequeña y limitada virtud que implica muchas restricciones, y que no tiene valor sino como parte de la fortaleza. Tampoco la sinceridad tiene valor sino en cuanto que es parte de la justicia.

Por el contrario, los cuatro goznes que sostienen el orden moral en las personas, son: la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza. Estas virtudes cardinales tienen propiedades maravillosas. Una de estas propiedades es que pueden ordenarse al fin último del hombre, a Dios. Otra propiedad es que por estar interrelacionadas, aumentan mediante el crecimiento de cualquiera de las otras tres. Sin embargo, no alcanzan el rango de virtud si no son íntegras, es decir si no lo son en todos los ámbitos en que puedan desarrollarse.

Estas virtudes, que pueden ser descubiertas, a través de la ley natural por cualquier persona de buena voluntad, se hicieron clásicas desde la antigüedad en Grecia (s. IV A.C.) con Platón, Aristóteles y Andrónico de Rodas y en la Roma clásica (s.I D.C.) principalmente con Cicerón.

No se puede educar en los “valores” si ellos no se encarnan en estas cuatro virtudes fundamentales, completas y vertebradas entre sí.

El olvido de una sola de ellas, como la templanza, genera grandes males sociales, como antes lo he señalado.

Además de procurar estas virtudes morales, las familias deben ocuparse también de dotar a sus hijos con las virtudes intelectuales: las artes como las Letras y las ciencias como las Matemáticas, la Física y la Biología, es decir con la formación técnica o profesional correspondiente. Pero ante todo deben permitirles alcanzar la fuente de toda virtud que es la sabiduría, como bien lo dijo el Filósofo.

Destacada en el diálogo del tomismo con el hacer: el arte y la técnica, especialmente de relieve en su Filosofía de la Eficacia de 1978. Iniciadora de la Filosofía del Hacer o Filosofía Práctica del Orden Técnico, en la línea de la filosofía clásica aristotélico-tomista. Sobre su obra se han escrito varias tesis de licenciatura y doctorado en filosofía, y se han presentado trabajos sobre su pensamiento en varios congresos mundiales e internacionales. Licenciada en Filosofía de la Universidad Iberoamericana de México. Doctora en Filosofía con especialización en Metafísica por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y Maestra en Pintura en la Academia de Bardasano
Congreso de las secciones del Norte de la Sociedad Mexicana de Filosofía
Tijuana, 12 de abril de 2007.



::: 51 hits

11 respuestas a "Aportacion de la familia contra el problema de la violencia."

  1. sin embargo la causa del vicio es… no tomaría partido en contestar. yo pensaba lo siguiente: el origen que desata al mal es la soberbia. San Agustín lo expresa en palabras muy adecuadas, por las cuales se cometió el pecado original; amor sui usque ad contemtum Dei (amor a sí mismo hasta el desprecio de Dios), y al mismo tiempo corrige; la fórmula expresa que revela el sentido de redención es la misma fórmula en sentido contrario; amor Dei usque ad contemtum sui (amor de Dios hasta el desprecio de uno mismo). pensaba yo corregir mis renglones torcidos, sin embargo en la búsqueda de la causa me perdí, hasta que no encontré mejor causa que la del amor… y la humildad

  2. Me parece que la causa del vicio es la sensación de falta de amor… eso causa un vacío muy grande y muy doloroso dentro de las personas. Cuando se siente esto, se buscan maneras de llenarlo, y si no se encuentra amor… el vicio es lo único que llega.

  3. corrección:

    según mi juicio debo admitir que que la doctora Ma. de la Luz G. da un acierto positivo y vigente a la aportación del problema familiar, que yo mismo malentendí por considerar a la violencia de manera genérica, sin embargo a través del cristal de la familia sin duda la causa de la violencia sule ser el vicio.

    rectifico.

  4. Jeje… señor Ramón, me parece que sólo usted y yo podríamos mantener una conversación de opiniones acerca de este artículo, verdad?? =P Bueno, igual está demasiado interesante el tema… pero de todas maneras me pregunto cuál puede ser una solución en verdad factible para desaparecer o por lo menos controlar el vicio en nuestra vida, y por tanto en la sociedad.

  5. De acuerdo con Belén…
    Si no hay amor, no hay razón para buscar la virtud…
    Algo que nos motive, que llene ese vacío existencial en el cual nos encontramos a veces, puede orientar nuestros ímpetus humanos hacia el cumplimiento de nuestro último fin. La familia es el lugar en el cual nace y fructifica el amor. Si no hay familia, no hay virtud, no hay amor…

  6. una refleciön, sobre las virtudes (VALORES) que tanto dicen estar olvidadas o perdidas, tan solo es la falta de AMOR para ponerlas a trabajar en bien de la humanidad, no olvidemos que las generaciones actuales somos el futuro de ayer, y todavïa cuidamos el aspecto espiritual aunque no con la constancia que debiëramos,

  7. que fue primero el huevo o la gallina? un esquizofrenico con desequilibrios hormonales vive en un entorno disfuncional sale y mata a 10 personas es atrapado y condenado a la sillas electrica,un ebrio sale de su rumba y accidentalmente mata dos personas es atrapado y condenado a 5 años de prision,un violador de niños por muchos años es atrapado y esta en un hospital mental demostrandose que cuando niño fue abusado por su padre por mucho tiempo,un adolescente que fue encontrado hurtando comida y muerto a balazos,son ejemplos de violencia tipicos de nuestras ciudades,reconosco que cada caso es singular pero la sociedad es el detonante en todas parece que las instituciones son las que fallan y el individuo se ve aplastado por ellas,creo que hay que crear nuevas instituciones donde el individuo tenga la posibilidad de construir sociedadpara el presente y para el futuro de su descendencia…

Responder a vicenteoswaldog Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *