Por Fran Carrillo
El problema de la libertad surge cuando tenemos a más personas que la nombran y no tantas que la defienden. Desde que Burke enunció cierta filosofía liberal-conservadora hasta hoy, ni Murray Rothbard por un lado, ni Russell Kirk o Michael Oakeshott por otro, constituyeron un corpus de pensamiento liberal-conservador que permita ejercer de manifiesto fundacional -o fundamental- sobre las ideas a proteger y conservar. Todo ha sido un intento por explicar que el ser humano ha progresado cuando ha mantenido, en permanente conexión con la creación, aquellos factores que nos enraízan con lo que somos y nos define: la libertad, la propiedad y la tradición.
Los valores que caracterizaron al conservadurismo, como al pensamiento liberal, se definen por su toma de posición respecto a los problemas sociales y su capacidad para responderlos en el contexto político en que se sitúan y desarrollan. Bajo una formulación moral propia e irrenunciable, sin admitir el sometimiento a las ideas socialistas o colectivistas, les diferencia, bajo un necesario maridaje, la moderación en la defensa de los valores que admiten más o menos polaridad ante asuntos trascendentales: la vida, el ámbito de aplicación de esa libertad en términos privados, la posición ante la ley y frente a cuestiones morales trascendentales relacionadas con todo lo anterior. Pero en ese respeto irrestricto a la forma de vida del prójimo se encuadra una manera de resumir los principales avances de la humanidad con base en unos valores que han definido la civilización occidental hasta hoy.
El progreso no vino de manos de la izquierda, esto es, el socialismo, sino de las ideas liberales y conservadoras, unas abiertas al progreso, otras, a conservar lo que permite que ese progreso llegue y se desarrolle en las mejores condiciones. Desde la democracia hasta los avances sociales más monopolizados hoy por la izquierda, como la abolición de la esclavitud o el sufragio femenino, por ejemplo, fueron conquistas impulsadas y conseguidas desde posiciones que fabricaron una entente cordiale exitosa, donde el individuo como agente sujeto de derechos y la comunidad como ente educativo y socializador fueron más determinantes que la masa fabricada desde estructuras y organismos de control.
Notas
Historiador, periodista y consultor. Fui diputado y senador. Escribo sobre política nacional e internacional.
Fuente: https://okdiario.com/opinion/progreso-liberal-conservador-14208647
6 de febrero de 2025