Sarah Kofman

Se cumplieron el pasado año, pleno de aniversarios, conmemoraciones y efemérides, los ochenta del nacimiento de la filósofa francesa Sarah Kofman (1934-1994) y veinte desde su desgraciado suicidio, cuando contaba sesenta, y justamente el día en que se conmemoraba el 150º aniversario del natalicio de Friedrich Nietzsche, a quien Kofman había dedicado en 1979 su libro Nietzsche et la scène philosophique y, a partir de su tesis inicial (Nietzsche et la métaphore) dirigida por Gilles Deleuze, buena parte de su vida mediante una pasión absorbente y tenaz por la obra del filósofo alemán, que dio como resultado dos grandes tomos publicados en 1992 y 1993, cuando Kofman ya sufría un cáncer irremediable. Quiero acordarme de ella porque no he visto que nadie lo haya hecho, y escribir unas pocas líneas.
Como ocurría en el caso de otra gran pensadora de origen judío, Edith Stein, el padre de Kofman era rabino de origen polaco y fue liquidado en el campo de concentración de Auschwitz en 1942, durante el apogeo del nacionalsocialismo germano y sólo tres años antes de la derrota alemana. Kofman, que había nacido en París, asistió allí a los seminarios impartidos por Jacques Derrida, a quien había conocido en 1969. Más tarde tomaría parte de su idea colectiva de ediciones en la Editorial Galilée o en la reforma de la enseñanza filosófica en Francia. Kofman, además, escribió más tarde un muy recomendable texto sobre el filósofo francoargelino titulado Lectures de Derrida.

Laboralmente estuvo dedicada al mundo académico. Tras licenciarse en filosofía, empezó su carrera docente en institutos de Toulouse (1960-1963) y luego de París (1963-1970). También enseñó en las universidades de Berkeley y de Ginebra. En uno de sus libros, L´énigme de la femme: La femme dans les textes de Freud (1980) deja ver con enorme lucidez su dedicación al estudio y análisis de la condición femenina y el papel de la mujer en el mundo contemporáneo. Trabajó, además, en la literatura autobiográfica, y en Rue Ordener, rue Labat (1994) se detiene, como lo ha hecho el cine en varias ocasiones, en la ocupación alemana de la capital francesa durante la crisis económica de 1929 y el ascenso nazi antes de la Segunda Guerra Mundial. Allí Kofman procura esconderse en casas de acogida y otros lugares discretos hasta que los rusos entran en Berlín y se da por acabada la contienda.

Fuente: http://www.laopinion.es/opinion/2015/01/29/sarah-kofman/587815.html

29 de enero de 2015. ESPAÑA



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