Sobre la buena voluntad (Kant y Nietzsche)

IMMANUEL KANT (1724-1804)

“Ni en el mundo, ni, en general, tampoco fuera del mundo, es posible pensar nada que pueda considerarse como bueno sin restricción alguna, salvo una buena voluntad. El entendimiento, el gracejo, el Juicio, o como quieran llamarse los talentos del espíritu; el valor, la decisión, la perseverancia en los propósitos, como cualidades del temperamento, son, sin duda, en muchos respectos, buenos y deseables; pero también pueden llegar a ser extraordinariamente malos y dañinos, si la voluntad que ha de hacer uso de estos dones de la naturaleza, y cuya peculiar constitución se llama por eso carácter, no es buena. Lo mismo sucede con los dones de la fortuna. El poder, la riqueza, la honra, la salud misma y la completa satisfacción y el contento del propio estado, bajo el nombre de felicidad, dan valor, y tras él a veces arrogancia, si no existe una buena voluntad que rectifica y acomode a un fin universal el influjo de esa felicidad y con él el principio todo de la acción; sin contar con que un espectador razonable e imparcial, al contemplar las ininterrumpidas bienandanzas de un ser que no ostenta el menor rasgo de una voluntad pura y buena, no podrá nunca tener satisfacción, y así parece constituir la buena voluntad la indispensable condición que nos hace dignos de ser felices.

La buena voluntad no es buena por lo que efectúe o realice, no es buena por su adecuación para alcanzar algún fin que nos hayamos propuesto; es buena sólo por el querer, es decir, es buena en sí misma. Considerada por sí misma, es, sin comparación, muchísimo más valiosa que todo lo que por medio de ella pudiéramos verificar en provecho o gracia de alguna inclinación y, si se quiere, de la suma de todas las inclinaciones. Aun cuando, por particulares enconos del azar o por la mezquindad de una naturaleza madrastra, le faltase por completo a esa voluntad la facultad de sacar adelante su propósito; si, a pesar de sus mayores esfuerzos, no pudiera llevar a cabo nada y sólo quedase la buena voluntad – no desde luego como un mero deseo, sino como el acopio de todos los medios que están en nuestro poder- , sería esa buena voluntad como una voluntad como una joya brillante por sí misma, como algo que en sí mismo posee su pleno valor. La utilidad o la esterilidad no pueden ni añadir ni quitar nada a esa valor”. (Fundamentación para una metafísica de las costumbres, Primer capítulo).


FRIEDRICH NIETZSCHE (1844-1900)

Cuanta bondad veo, esa misma debilidad veo. Cuanta justicia y compasión veo, esa misma debilidad veo.

Redondos, justos y bondadoso son unos con otros, así como son redondos, justos y bondadosos los granitos de arena con los granitos de arena.

Abrazar modestamente una pequeña felicidad – ¡a esto lo llaman ellos “resignación”! Y, al hacerlo, ya bizquean con modestia hacia una pequeña felicidad nueva.

En el fondo lo que más quieren es simplemente una cosa: que nadie les haga daño. Así son deferentes con todo el mundo y le hacen bien.

Pero esto es cobardía: aunque se llame “virtud”.- Y cuando alguna vez estas pequeñas gentes hablan con aspereza: yo escucho allí tan sólo su ronquera, – cualquier corriente de aire, en efecto, los pone roncos.

Son listos, sus virtudes tienen dedos listos. Pero les faltan los puños, sus dedos no saben esconderse detrás de puños.

Virtud es para ellos lo que vuelve modesto y manso: con ello han convertido al lobo en perro, y al hombre mismo en el mejor animal doméstico del hombre”. (Así habló Zaratustra, De la virtud empequeñecedora).
Fuente: http://www.culturamas.es/blog/2014/05/09/sobre-la-buena-voluntad-kant-y-nietzsche/

9 de mayo de 2014



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