Una apuesta sobre las condiciones del hombre operable

En “Sin salvación”, el pensador alemán Peter Sloterdijk analiza en diez ensayos impecables la influencia que pesa sobre casi toda la cultura occidental de la filosofía de su compatriota Martin Heidegger, fallecido en 1976.
El libro, publicado por el sello Akal (distribuido en la Argentina por las ediciones Grupal), reúne textos de quien algunos consideran como el heredero más consistente de la Escuela de Frankfurt, y en particular de “Dialéctica de la Ilustración”.

El pensador se hizo conocido por sus críticas a Platón y a la historia de la metafísica occidental cuando editó sus “Reglas para el parque humano”, una réplica a la Carta sobre el Humanismo” de Heidegger, generando una discusión que también involucró a Jurgen Habermas, paradigma del consensualismo filosófico-democrático.

Sloterdijk nació en 1947. Estudió Filosofía, Germanística e Historia en las universidades de Munich y Hamburgo. Es rector de la Escuela Superior de Diseño de la ciudad de Karlsruhe, donde además dicta las cátedras de filosofía y estética. Anima, junto a su colega Rudiger Safranski, un programa de televisión de gran éxito en su país.

Publicó, entre otros libros, “Crítica de la razón cínica”, “El pensador en escena” (sobre Friedrich Nietzsche), “Venir al mundo, venir al lenguaje”, “Eurotaoísmo”, “Extrañamiento del mundo”, “En el mismo barco”, “Si Europa despierta”, “Experimentos con uno mismo”, la trilogía “Esferas” y “El desprecio de las masas”.

Además, “Sobre la mejora de buena nueva”, “El sol y la muerte”, “Temblores de aire”, “Los latidos del mundo” (junto a Alain Finkelkraut), “En el mundo interior del capital”, “Ira y tiempo”, “Derrida, un egipcio” y “El retorno de la religión”.

Sloterdijk pasó un tiempo largo en la India, estudiando las técnicas de Bagwan Sree Rajneesh -después Osho- antes de que éste se convirtiera a una variante de la new age más dura, y armara en Oregon (Estados Unidos) una comuna por la cual fue expulsado de ese país, y según algunas versiones asesinado, a principios de los 80, por agentes federales.

“Sin salvación. Tras las huellas de Heidegger” no es una petición de principios nihilistas sino el despliegue de una idea revulsiva sobre el carácter fundante de la educación, que el filósofo fecha 2.000 años atrás, como una forma de tratar las pulsiones agresivas en función de una política comunitaria que jamás deja de escapar por algún punto de fuga.

Dice Sloterdijk: “El venir -al- mundo histórico no puede efectuarse sin mudanza y sin éxodo. por eso, la mudanza forzada o destinada por la historia a esa dimensión mayor tiene que provocar una crisis en el ser humano”.

Y agrega que “esa crisis adquirió la forma permanente que desde hace 2.000 años se denomina educación. Es una crisis que indujo al ser humano a cambiar formato”.

“Los griegos establecieron aquí la expresión paideia, que significa algo así como el arte de modelar al niño, una palabra que hay que ver con alarma. Esta palabra es señalizadora: de ahora en adelante habremos de hacer con nuestros hijos algo que no había en tiempos de vida más sencilla”.

El pensamiento de Sloterdijk, que no discute la superficie de la educación como práctica de sociabilidad, es complejo, crítico, es la pieza de una cadena de impugnación al poder no tanto desde las vertientes inspiradas en Michel Foucault o Gilles Deleuze sino desde la fuente misma de la teología judeocristiana.

“La revolución pedagógica dejó tempranamente ver un lado oscuro: después de que se cruzase el umbral a partir del cual se tematizó y discutió la educación como control metódico de los caminos que llevan a la condición adulta”, argumenta.

“En las culturas superiores incipientes adquirieron sentido las expresiones `plebe`, `vulgo`, `pueblo llano` o `proletariado` porque designaban grupos humanos que debido a sus circunstancias de miseria no remediable, en muchas ocasiones sólo podían ser adultos lo suficiente para reproducirse en la desesperanza”. Y eso hasta hoy.

La idea del rebaño arrastrado por una casta sacerdotal, intelectual, espiritual, es tan pregante en Occidente, que la cuestión ha tomado todas las formas posibles, desde la política al estatuto de la iniciación. Pero esa es sólo una parte del filosofar de este alemán sobre el cual necesariamente habrá que retornar.
Fuente: http://www.telam.com.ar/nota/4968/

ARGENTINA. 22 de octubre de 2011



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