Una ideologia de la muerte

LA LIBERTAD | En “Búsqueda sin término. Una autobiografía intelectual”, Karl Popper desarrolla importantes ideas sobre el neoliberalismo, la libertad, la igualdad, la justicia, el conocimiento, el método, entre otros cruciales asuntos del pensamiento contemporáneo.
Narra sus encuentros y desencuentros con una larga pléyade de pensadores, científicos, artistas y filósofos como Polanyi, Gompertz, los miembros del Círculo de Viena, Wittgenstein, Einstein y B. Russell.

Recuerda sus desengaños políticos y su alejamiento definitivo del marxismo. Considera que el núcleo de la argumentación marxiana es el siguiente: “Se trata de una profecía histórica combinada con una apelación implícita a la siguiente ley moral: ¡Ayuda a traer lo inevitable!”

Nos dice que entonces (1919) no publicó ninguna crítica porque era inoportuno, pero 16 años más tarde publicó Miseria del Historicismo y La sociedad abierta y sus enemigos entre 1935 y 1943, en los cuales, como es conocido, desarrolló una desembozada crítica al marxismo.

Afirma sin ningún escrúpulo que durante varios años permaneció siendo socialista, “incluso después de mi rechazo del marxismo; y si pudiera haber una cosa tal como el socialismo combinado con la libertad individual, seguiría siendo socialista. Porque no puede haber nada mejor que vivir una vida libre, modesta y simple en una sociedad igualitaria. Me costó cierto tiempo reconocer que esto no es más que un bello sueño; que la libertad es más importante que la igualdad; que el intento de realizar la igualdad pone en peligro la libertad, y que, si se pierde la libertad, ni siquiera habrá igualdad entre los no libres”.

En estas breves palabras está la esencia de la posición antiigualitaria de Popper, quien, del mismo modo que Hayek y Friedman, expresa sin ambigüedades este aspecto de su antropología y de su filosofía política. Menciona varias veces a Hayek con profunda admiración y gratitud, lo cual evidencia las profundas similitudes con el economista padre teórico del neoliberalismo.

Popper no es ningún ingenuo, pero sí algo soberbio. Tiene conciencia de su enorme capacidad intelectual y eso le lleva con cierta suficiencia a corregir la plana a varios pensadores de trascendental e innegable valor como Platón, Hegel y Marx, entre otros.

Acepto su posición realista, es decir, de considerar la existencia del mundo objetivo y del tiempo, de la flecha del tiempo. También comparto su distanciamiento de los idealistas tipo Berkeley; pero, en definitiva, su filosofía política y social no la comparto. Más aún: la rechazo decisivamente, pues, junto con Hayek y Friedman, por citar algunos antiigualitarios, echó las bases de una filosofía en contra del hombre: de una verdadera ideología de la muerte.

Estas brevísimas impresiones no reflejan totalmente el enorme caudal de las reflexiones popperianas expresadas en su autobiografía, pero en todo caso sirven para tener una idea aproximada de sus reflexiones antiigualitarias y comprender a un pensador clave en la forja del individualismo contemporáneo. No cabe duda que con Hayek fue el constructor teórico del nefasto neoliberalismo. Conocer su filosofía política antihumanista es un imperativo para todos los que amamos tanto la libertad como la igualdad, pues la una no puede existir sin la otra. Afirmar lo contrario es negar radicalmente al ser humano, destruirlo con políticas económicas que han cobrado millones de víctimas en el mundo entero, particularmente en Latinoamérica.
Fuente: http://www.correoperu.com.pe/correo/columnistas.php?txtEdi_id=21&txtSecci_parent=&txtSecci_id=73&txtNota_id=61048

Lima, Peru. 24 de mayo de 2009.



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