Alianza de valores

Millones de seres humanos sufren la crueldad sin límites del más fuerte, del amo que los civiliza con grillos, cadenas y látigos. Pero la conciencia de unos valores universales, esto es, no exclusivos de la civilización propia, alimenta la protesta de unos pocos.
Desde la niñez nos inculcan la idea de que el enemigo de la civilización es la barbarie; la civilización obviamente es la nuestra; la barbarie, ajena. Pero dicha idea autocomplaciente no se sostiene: un conocimiento aún somero de los hechos nos muestra que las distintas civilizaciones se suceden con idéntico mensaje: la victoriosa se impone a la vencida. La aniquila, la somete o la digiere. Calar en el pasado nos revela una superposición de estratos. La historia es una estratigrafía. Los anales de nuestras urbes mediterráneas -Roma, Estambul, Jerusalén, Barcelona o El Cairo- confirman la observación del gran lingüista Iuri Lotman: la ciudad es un mecanismo que revive constantemente su propio pasado de modo prácticamente sincrónico. Las civilizaciones se asientan en una sedimentación de ruinas. La actual cubre las anteriores, las niega o las refuta, las interpreta o las explica. A los avances de algunas en el ámbito del pensamiento, instituciones de gobierno, letras y artes, sigue el retroceso abismal impuesto por la fuerza de las armas. Roma, y los bárbaros, Bagdad y los mongoles. Las ruinas del subsuelo dan testimonio de un esplendor muerto: nos conmueven e ilustran el vae victis. También arden manuscritos, pero las ideas que contienen no desaparecen del todo. Permanecen soterradas y, cuando las circunstancias lo permiten, afloran de nuevo. La filosofía griega se transmite a través de Toledo y resurge en el Renacimiento.

Digo esto porque no hay una civilización, hay civilizaciones en lucha casi continua. A los periodos de tregua suceden otros de enfrentamiento y conquista. Y al producirse los grandes avances científicos y la travesía de los océanos, nuestra civilización europea y cristiana arriba a los confines de un mundo ya no plano, sino esférico: a continentes e islas remotos, algunos de ellos vulnerables por su estructura social rudimentaria y otros con otra más rica y elaborada, pero inferiores desde un punto de vista militar. Así, la “civilización” sujeta y esclaviza a la llamada barbarie. Millones de seres humanos sufren la crueldad sin límites del más fuerte, del amo que los civiliza con grillos, cadenas y látigos. Pero la conciencia de unos valores universales, esto es, no exclusivos de la civilización propia, alimenta la protesta de unos pocos: voz imprecatoria de Las Casas, pluma certera del Conrad de En el corazón de las tinieblas.

¿Qué valores son éstos? ¿Cómo acceden a nuestra conciencia? Su emergencia es lenta y, como señaló Stephen Zweig, se remontan tal vez al panfleto de Castelio contra Calvino cuando, tras la quema de Miguel Servet por orden de éste, los resumió enuna frase: “Matar a un hombre para defender una idea no es defender una idea, es matar a un hombre”.

La idea de unos derechos humanos comunes a toda la especie más bien inhumana a la que pertenecemos se abre paso a duras penas a través de las guerras interreligiosas que asolaron a Europa, como asuelan aún el Oriente Próximo y diversas zonas de África y el subcontinente hindú. La labor de los filósofos -primero de los averroístas y de la notable estirpe de pensadores hispanohebreos; luego de Descartes y Bacon, y por fin de los enciclopedistas; pienso sobre todo en mi admirado Diderot- desemboca en la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano de la Revolución francesa, pese a que el terror revolucionario la redujo a letra muerta bien antes del ascenso y caída de Bonaparte y el triunfo del absolutismo de la muy poco Santa Alianza.

Repasar el siglo que hemos dejado atrás evidencia asimismo que las pequeñas conquistas de la razón son fácilmente barridas por la sinrazón de los credos religiosos, exaltación de la nación y de la sangre, el totalitarismo ideológico y el fundamentalismo de la tecnociencia. En el corazón mismo de nuestra civilización surgió el horror del holocausto y el universo de los campos de concentración nazis y estalinianos. Los nombres de Hiroshima y Nagasaki simbolizan también la barbarie engendrada por el avance letal de nuestros conocimientos.

Todas las civilizaciones triunfantes conllevan el germen de esa barbarie que hoy se extiende sin límites de espacio ni de tiempo, con peligro no sólo de nuestras vidas sino de la supervivencia del planeta. Los mesianismos y extremismos ideológicos se tocan y mutuamente se alimentan. Únicamente los valores conquistados con tesón en los últimos siglos, plasmados en la Carta Fundacional de Naciones Unidas, pueden dar fin a las desigualdades brutales del mundo, a los choques de civilizaciones no necesariamente opuestas y al terrorismo ciego que se ensaña en las poblaciones inocentes, provenga de donde provenga.

La Alianza de Civilizaciones propuesta por el jefe de Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, en la Asamblea General de Naciones Unidas en septiembre de 2004 merece ser defendida por quienes oponemos la fuerza de la razón a la razón de la fuerza. Pero, dado que lo que se entiende por “civilización” incluye en su seno la semilla de la barbarie, yo preferiría denominarla Alianza de Valores: estos valores universales, cívicos, laicos, fruto de la resistencia de las mentes más lúcidas, sean de la civilización que sean, al dogmatismo de las identidades religiosas, nacionales o étnicas que hoy como ayer proliferan en nuestro minúsculo y sobreexplotado planeta.

Fuente: EL PAÍS 11-09-2006



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4 respuestas a "Alianza de valores"

  1. El hombre posee una naturaleza humana, dicha naturaleza es conferida de manera creada, por ello se entiende que el hombre no es un ser absolut, ni causa de sí mismo. es por ello que es un ser limitado.

    por dichas limitaciones los hombre se unen a cohabitar con otros hombres para perfeccionar su limitantes y para mejorar su condición de vida.

    es por ello que el hombre es un animal politico, como dijo aristoteles. por ello también es una animal social. ninguna persona puede realmente alcanzar una verdadera mejora en su ser apartado dela sociedad. por que su naturaleza le exige el convivio y el acercamiento d eotros seres humanos. pero para que dicha perfección ocurra es necesario el cultivo d ela virtud, aquellos actos que verdaderamente mejoren al hombre para que este alcance de mejor manera que le sea posible su plenitud.

    en dichas virtudes existe la justicia, la cual es necesaria su comprension y su practica para una verdadera ejecución d ela misma y aplicación en los hombres.

  2. cierto la humanidad pasa de civilizacion en civilizacion esta ultima la hegemonia de occidente que casi es global en choque ultimamente con civilizaciones milenarias, pero ya no hablamos si no de humanidad, una sociedad planetaria donde el conflicto ya no sera con el otro sino consigo mismo pues el hombre esta dando pasos irreversibles que lo podrian llevar a la autodestruccion pienso yo que esta es nuestra proxima frontera salvar el planeta la proxima frontera explorar los espacios siderales no veo mas alternativas,hay que despertar de la pesadilla de la edad moderna pesadilla llamada consumismo….

  3. Es muy difícil estar en desacuerdo con el Sr. Goytisolo. Y así sería, si no hubiese incluido el último párrafo en su artículo. Porque ese párrafo, precisamente ese, es más que suficiente para estar en total desacuerdo con el autor ¿Por qué?
    Pues porque el autor, en su fanatismo “laicista”, excluye a los valores religiosos de la Alianza de valores. Estoy totalmente de acuerdo en que se excluya de dicha Alianza cualquier tipo de dogmatismo ( religioso, científico, laicista, etc..), pero no, a los valores religiosos en sí mismos.

    El Sr. Goytisolo considera que la Alianza de Valores debe de estar constituida por valores laicos. Pues bien, aparte de presuponer que los valores religiosos son perniciosos en sí mismos, está condenando a millones de personas a no formar parte de dicha Alianza.

    O es que el Sr. Goytisolo es tan ingenuo que considera que se puede establecer una Alianza de valores con los países musulmanes, poniendo como condición, que sólo se incluyan valores laicos.

    Además, da la sensación de que para el Sr. Goytisolo, las mentes más lucidas, son de izquierda, laicas y ateas. Él sabrá por qué.

  4. Gracias a ambos por opinar. @Toniy, coprmato tu opinif3n, una ciudadaneda algo dormida despertf3 de golpe En cuanto a personajes pfablicos, este1 claro que una cosa es Dinio y otra alguien como Cayo Lara, por poner el mismo ejemplo. Me refereda a los primeros, por descontado.@Cravan, es mi visif3n del #15M, que quize1 dista de la planteada por los impulsores de la plataforma, no lo dudo. Por mucha buena fe que se tenga, cuando se pasa de un consenso de mednimos te conviertes en ideologeda, y por tanto en algo ya en algo que va a definir una ubicacif3n con la cual muchos podre1n no estar de acuerdo. No obstante, mientras esas propuestas, me1s o menos, sean razonables, bienvenidas sean. De los lobbies o los aprovechados, no me dices nada (supongo que porque este1s de acuerdo ) por lo que entiendo que te ha molestado basicamente el punto central aunque quize1 malinterpretas a quien incluyo ahed. En ese saco en absoluto este1n la mayoreda de los que acamparon o firmaron los manifiestos. Es un detalle importante, porque si entiendes que me refiero con ultras, vagos y chamanes al concepto de acampada y asamblea ( la gente que hay alled no te gustaba , dices, cosa que yo no he dicho) he intentado dejar claro que no, que las acampadas eran mucho me1s que estos elementos discordantes que lo fanico que podedan hacer es estropear las peticiones de muchos de los que alled estaban. He insistido en esa separacif3n precisamente para evitar las reducciones estfapidas del problema que hacen algunos medios de comunicacif3n interesados.Saludos!

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