Economía perversa, sin valores (II)

Cuando Diderot solicitó que le escribiese acerca de economía política para la enciclopedia, Rousseau redactó sugiriendo que a diferencia de la economía doméstica, en la que el jefe de la familia se ocupa del bienestar de su mujer y de sus hijos, en las ciudades-estados griegas instrumentaba el jefe político, verbigracia, Pericles, aquellas políticas que condujesen hacia el bienestar general, por lo cual llamó “economía política” todo lo referente a la economía de la “polis”, la cual economía implicaba, de acuerdo con la virtud griega (areté) comúnmente aceptada, que se buscase un equilibrio entre todos los factores sociales, esto es, epistemológicamente, se trataba de encontrar las causas últimas del equilibrio social para avanzar hacia etapas superiores de desarrollo, que llevaba en sí para los griegos la carísima idea filosófica de progreso, asociada en los diálogos tempranos de Platón a otra muy relevante: “la vida buena”, mejor dicho, el susodicho bienestar para todos los ciudadanos.
En esos diálogos tempranos de Platón se perciben las polémicas que, como las de hoy día, tenían lugar en la época acerca de la educación y manera de vivir más adecuadas. En esos diálogos Sócrates continuamente se pregunta por el significado para sí mismo de la verdadera, inalcanzable y desconocida “vida buena”, la cual consideraba estrechamente vinculada a una cualidad permanente del hombre, cual es: la virtud (areté), descartando las inevitables vicisitudes del transcurrir diario y del azar, de lo imprevisto. Conocerla es en parte el saber, que se va obteniendo a medida que en el lapso vital se busca el bien, la felicidad total, que es la motivación última de la existencia humana.

Por ello, en la pregunta por la vida buena hay dos niveles: por un lado, el concerniente al diario ajetreo, y, por el otro, el hacer con referencia a una noción perfecta y tal vez inalcanzable del bien. El hombre podría valerse de la técnica como herramienta para tratar de lograr el bien, pero Platón la rechaza por ser neutral, cosa que la virtud no puede ser. Apela entonces al “lado metódico” como el más conveniente a nuevas vías de la búsqueda ética del bien, el cual método consiste en averiguar la opiniones, los “logos” de las personas en torno a lo que ellas aceptan como ético, lo que es comportarse correctamente, que se utilizaría, en ausencia de autoconocimiento, en la formación y preparación del alma humana a fin de que el hombre pueda desempeñarse diariamente con una idea propia de la “vida buena” o del bien perfecto. Teniendo una idea propia de la “vida buena” se puede lograr una finalidad política, esto es, contribuir a que los demás también lo hagan, es lo que generalmente llaman el “buen ejemplo” tan ausente de los capitostes del gobierno actual. Cuando todos buscan la “vida buena” de acuerdo con ciertos “logos” de aceptación general, entonces se habría transformado la sociedad; en otras palabras, es casi imposible transformar el cuerpo social sin lograr un gran consenso nacional en torno a los “logos” de los ciudadanos, sus opiniones. Por ello, la sabiduría, prudencia, de un gobernante radica, en parte, en conducir los asuntos públicos de acuerdo con los “logos”, opiniones de los ciudadanos. Es lo que debería hacer el presidente Maduro. Las imposiciones son inconvenientes y antidemocráticas.

Es evidente que Platón previó el mal uso que podía dársele a la técnica (como la bomba atómica hoy) en la consecución de la “vida buena”, pero no visualizó que la tensión permanente del hombre, como la que se vive actualmente en Venezuela, dada la lucha constante y quizá la imposibilidad de obtener la “vida buena” acarrea un ser humano enfermo que no sería capaz de tener nociones sensatas, éticas, acerca de lo correcto para el individuo y para la sociedad, es decir, ese hombre siempre insatisfecho es la fuente de desarmonía social, de individualismo, del “sálvese quien pueda”.

Llegando hacia nuestra realidad política actual, conviene decir que los “logos”, opiniones, de los venezolanos están enmarcados en un concepto de la “modernidad” que se identifica y se identificará cada vez más con los valores heredados de la tradición griega, quiero decir, con la occidentalización, que comenzó a fraguarse, en mi modesta opinión, a raíz de la Revolución de octubre de 1945, la implantación del sufragio universal, y la aprobación de la Constitución de 1947, mejor dicho, los venezolanos buscan una sociedad democrática, libertad individual, respeto a los derechos humanos, justicia social y solidaridad, valores universales definitivamente adquiridos y esenciales para su avance, apoyado, por lo demás, en sus abundantes riquezas minerales.

Si se proyectan las cifras logradas por este gobierno relativas a los fallecidos, presos, libertad condicional, puede afirmarse conservadoramente que para 2019 habrían sido asesinados por razones políticas alrededor de 300 venezolanos, más de 700 presos políticos arbitrariamente y con sentencia firme, y más de 10.000 con la obligación de presentarse cada cierto tiempo y sin poder ejercer plenamente sus derechos políticos; en otras palabras, eunucos políticos. Este sería, aparte de la pobreza, deshumanización y cercenamiento de la libertad causadas, el costo humano de pensar distinto, por oponerse razonablemente a las ejecutorias antinacionales de Maduro.

Pero ningún gobierno efímero del signo que sea, bien que se apoye en bayonetas y en la utilización inmoral de avances técnicos para reprimir, así las cárceles lleguen a estar repletas de presos políticos, así habiliten nuevos cementerios pararecibir a los conciudadanos que darán la vida, como ya ha sido, por afrontar el antipatriota designio, destructor de posibilidades, por estar contra la instrumentación de un sistema social anacrónico, inhumano, comunista, de economía perversa, arruinador del porvenir, podrá torcer el camino de aspirar a una sociedad con valores democráticos, al progreso y ascenso sociales, que es como se concreta, en parte, la “vida buena”, el bienestar general. Esa sangre derramada será por una nueva independencia y ojalá se le haga honor por las nuevas generaciones en términos de buenos y honrados gobiernos y no como a la esparcida en la resistencia contra Pérez Jiménez por los mártires hoy olvidados y deshonrados por los corruptos desgobiernos de la cuarta república.

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Fuente: http://www.el-nacional.com/pedro_conde/Economia-perversa-valores-II_0_499750143.html

14 de octubre de 2014.



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