Los filosofos de la destruccion (2)

Schopenhauer y su voluntarismo pesimista

En esta segunda parte de la colección de los filósofos de la destrucción analizaremos un la vida y obra de Arthur Schopenhauer y nos percataremos al conocer su filosofa porque se ha ganado un lugar preponderante en la lista de los filósofos de la destrucción.
Contemplamos a Schopenhauer dentro del movimiento idealista germano y aunque combatió a alguno de ellos, se le considera dentro de esta corriente del espíritu del romanticismo de la aspiración al infinito, pues trata de buscar en el absoluto la explicación unitaria y panteísta del mundo.

Schopenhauer nació en 1788 y muere en 1866 y destaca entre los que adquirieron celebridad en la Alemania del siglo XIX, natural de la ciudad de Dantzig, su padre fue un rico comerciante burgués con una gran cultura, fruto de sus constantes viajes a Francia e Inglaterra, su madre Juana fue una conocida escritora de novelas. De su padre heredó su temperamento enérgico, irritable tendiente a la melancolía y de su madre la intuición, la imaginación y viveza de ingenio. Mas también por nacimiento heredó taras congénitas, se cuentan bastantes casos de enfermos mentales tanto en la familia del padre como de la madre, sus biógrafos afirman que su padre tuvo fuertes padecimientos mentales en su vida. Tal vez esto explique la tendencia temperamental excéntrica, la raíz de su visión pesimista del mundo, su carácter antisocial que tantas veces mostró en su vida.

Su padre siempre se preocupó por su formación pues fue educado en Dantzig y en Hamburgo, allí despertó su afición por las letras, aunque su padre lo quería para los negocios y por eso lo envía a residir seis meses a un colegio de Inglaterra, donde se preparaba a hombres de negocio de la época, aunque también le sirvió para lo que realizaría en su profesión filosófica. Habiéndose suicidado su padre en 1804 en un ataque de melancolía, se retira de su actividad de negocios y comienza el estudio de las lenguas. En Weismar traba amistad con Goethe, Mayer, Wieland, Schlegel, comienza a recibir influencia de la filosofía india por parte de su mentor orientalista Mayer, pues fue el que lo indujo a leer la filosofía de los vedas y Upanishadas, a los cuales se dedico a estudiar con asiduidad, estos influyeron significativamente en su futura concepción del mundo.

En esta época se produjo su incredulidad y perdida de toda fe cristiana, se convirtió en una persona sensual, superficial y paganizante, pues a los 17 años ya había sido sorprendido por el espectáculo de la miseria de la vida y los males del mundo y el afirmaba que “esta verdad me hizo triunfar de los dogmas judíos que me habían sido inculcados”.

Se dedicó con ardor a los estudios de las letras y ciencias, sus dos influencias más grandes fueron platón y Kant, a los cuales estudio junto con libros de filosofía india, a partir de esto construyó su sistema filosófico.

Entre 1814 y 1818 trabajó en su obra mayor: “El mundo como voluntad y representación”, el problema es que escribía conceptos de ascetismo y por otro lado el se negaba a vivirlos, pues comenzó a dedicarse a una vida sensual y placentera fruto de esto tuvo un hijo natural, a los lectores les recomendaba que vivieran una vida de sacrificios y ascetismo mientras el entregaba la obra a su editor se iba a viajes de placer por Italia. Encontrándose con Byron en Venecia y gozando de la naturaleza y de los placeres del amor, se preparaba para escribir mas tarde de metafísica.

En 1831 se estableció en Fráncfort para preparar nuevas obras, entre las cuales se encuentran la voluntad en la naturaleza: en esta obra destaca su voluntarismo pues afirma su visión de la realidad como voluntad, otras dos obras, “sobre la libertad de la voluntad humana” y la otra “ “sobre el fundamento de la moral”, el contenido de las obras difería mucho de la conducta de Schopenhauer, era alguien que invitaba a la moral, pero lejos de practicarla en realidad su actitud humana y comportamiento y conducta eran contrarias a sus enseñanzas.

En su última obra Parerga y Paralipomena, si bien desarrolla un brillante estilo literario está cargada de un humor pesimista, llena de temas frívolos sin mayor trascendencia, que no deja a la persona que lo lee una propuesta para realizar un programa de vida realmente impacte en su desarrollo como persona, lastima tanto estudio y sapiencia de Schopenhauer para que todo quede en obras fútiles, desenfadas, en un conjunto de pensamientos sobre temas diversos, pero superficiales que no tienen nada de peso especifico en la construcción de una persona de alta calidad humana.

Schopenhauer en realidad no tuvo mucha influencia en su época, sino mas tarde gracias a la proyección que le dio su más entusiasta propagador J.C. Frauenstadt en la facultad de filosofía de Leipzig cuando convocó a un concurso en torno a sus obras, es así como el viejo Schopenhauer en sus últimos días de su vida tuvo el consuelo de saberse el filosofo más popular de su época, popularidad hecha artificialmente así como cuando la actuales campañas de mercadotecnia nos quieren vender un perfil de un gran político que está muy distante de ser verdad.

Schopenhauer se constituyo en teórico y profeta de la enfermedad de su siglo que es el mal del pesimismo y del mal del mundo, sus teorías fueron caldo de cultivo para muchos poetas desesperados. La característica singular de su vida es que no hizo honor al ascetismo y renunciación que con tanto ardor predico en su doctrina y permaneció fiel a aquella voluntad de vivir con libertad pero sin ribetes de valores y buenos principios éticos.

Su vida de burgués opulento no tiene nada de ejemplar, en su vida de juventud estuvo habituado a las diversiones y a los placeres hastael hartazgo, llevado por sus instintos de sensualidad, en su egoísmo y deseo de comodidad nunca quizo compartir lo que tenía con una familia, como el mismo lo declaraba en sus notas, su vejez estuvo llena de deseos de egolatría, pues vivió dominado por los halagos de su pequeño círculo de admiradores, él deseaba en un ataque póstumo de engreimiento que se le edificara un templo en su honor, a la vez que mantenía hondos rencores contra los que le hacían sombra y contra sus detractores.

La filosofía de Schopenhauer se resume en que la esencia del hombre y su única realidad está en su voluntad, allí donde hay voluntad hay vida, yendo contra la afirmación que donde hay vida hay voluntad, pues primero debes tener vida para tener y desarrollar voluntad de vivir, tal parece que estos filósofos idealistas siempre les gusta describir las cosas al revés, inundados en un subjetivismo e idealismo sin fundamento realista.

La otra idea de Schopenhauer que contiene su filosofía muy personalista es el concepto que tiene de la vida como dolor, el concepto sombrío y pesimista de que encuentra en el fondo de la vida el dolor como resultado de la lucha por vivir. Decía que la vida de la gran masa de los hombres no es más que una lucha fatigosa por la existencia por satisfacer, entre continuo temores y peligros sus necesidades.

Decía que el deseo es por su naturaleza doloroso, afirma que en los mas afortunados que parece haber satisfecho todas sus necesidades y deseos vuelve de nuevo el dolor bajo mil formas de amores desgraciados, odios, rencores, desventuras y cuando no puede revestir otra forma, toma el ropaje gris del hastío y el aburrimiento, que atormentan mas y mas y contra los cuales se lucha tan dolorosamente como contra la necesidad, la vida es continuo oscilar entre el dolor y el hastío, se representanta por los siete días de la semana en los cuales los primeros seis corresponden a la fatiga y a la necesidad y el séptimo al hastío. Schopenhauer piensa que la felicidad a la que aspiran tanto los hombres, es de naturaleza negativa y nada tiene de duradera. La satisfacción o felicidad no puede ser más que la supresión de un dolor; el goce solo lo sentimos por el recuerdo del dolor y de la privación pasados, que cesan a la aparición de nuevos deseos y dolores.

Para Schopenhauer la vida de cada individuo es una tragicomedia, tienen rasgos de un espectáculo trágico, en consecuencia sea cual sea la suerte de cada hombre. No se sustraerá nunca al dolor de vivir. A esta este escenario de la vida que Schopenhauer ha definido, la recarga con las más negras tintas de su humor pesimista, le añade luego el egoísmo como apetito fundamental de la voluntad de vivir.

He aquí a otro “gran pensador”, que algunos de sus admiradores nos quieren poner como representantes de una gran filosofía, como ejemplo de creadores de grandes doctrinas, cuando se les lee, descubrimos que si son grandes pensadores pero contaminadores de ideas pesimistas , fatalistas y con sus teorías no hacen sino destruir las bases de la filosofía realista que entiende que en la misma esencia y naturaleza del hombre viene una predeterminación a la felicidad y que este solo tiene que ser fiel a su propia naturaleza, pues en ella se marca su intelectualidad, su libertad y su autoconciencia, las cuales utiliza para perfeccionarse como ser humano, perfección que estando ribeteada con un universo de valores, hace que el hombre no realice actos contra natura, respete su propia naturaleza y en lugar de destruirla, realice actos que terminan por llevar al hombre a su plenitud existencial.

J. Carlos Olea O. es:
Consultor Fundador de la Empresa Consultoría y Entrenamiento Empresarial
Licenciado en Admón. de Empresas Universidad de Sonora
Lic. en Filosofía Por la Universidad ICES
Especialidad en valores Por Universidad ICES
Maestría en Admón. por la Universidad Autónoma de Chihuahua
Maestría En humanidades por ICES
Correo Electrónico [email protected]

Fuente: J. Carlos Olea O.

19 de julio de 2011, MEXICO



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3 respuestas a "Los filosofos de la destruccion (2)"

  1. totalmente de acuerdo con el titulo, hasta ellos mismos se consideraban como destructores de la filosofías tradicionalistas y llevaron a la critica todos los modelos de pensamiento imperantes en su tiempo, mas no hay que negar que en su critica se encuentran grandes aportes al pensamiento por algo se les toma en consideración en el estudio filosófico. y es labor del filosofo actual de discernir entre las ideas de todas las corrientes de pensamiento acerca de la riqueza y valor de cada pensador mas que satanizarlo.

  2. Compañero Olea:
    ¿Cómo saber cuál filósofo entra a su lista de filósofos de la destrucción?

    Creo entender que la etiqueta será puesta a aquellos que han propuesto teorías que atentan contra el edificio Aristotélico… y contra la verdad y la naturaleza humana.

    Por ejemplo Paul Ricoeur señala que existen filósofos o pensadores de la sospecha. Pesadores que sospecharon o pusieron en crítica algunos aspectos del discurso filosófico de la modernidad. Por ejemplo entre ellos está Nietzche pero también Marx y Freud.
    ¿Quién es el que sigue?

  3. Creo, señor Olea, que su conservadurismo y su mente cerrada a ver que en este mundo actual se han dado grandes cambios gracias a ideas de estos pensadores de la destrucción, como usted los llama, lo llevan a negar la totalidad de su filosofía, en vez de tomar lo que pudiera servir para la construcción de un ser humano crítico y veraz consigo mismo.
    Además, me parece ridículo su enfoque biográfico para juzgar la obra filosófica de Nietzsche, mas un poco acertado para este análisis de Schopenhauer. Pero, sabiendo que vienen de un hombre tan estrecho de miras como usted, que no concibe a un ser humano como crítico, mas sí como parte de aquel espíritu borreguil subyugado a la idea de bien, elemento de la modernidad tan criticado por Nietzsche, acepto su punto de vista.
    Le aconsejaría de una manera cordial que revisara su estilo, ortografía y, principalmente, sus ideas cuando escrita en esta página tan interesante. Quiero agregar, que a pesar de sus pobres críticas, me agradaría leer sus “ensayos” que tendría que hacer de pensadores, que creo también llamaría usted de la destrucción, como Cioran, Caraco o el Marqués de Sade.
    Por favor, documéntese y sea un poco más analista, ya que su credulidad podría llevar a sus estudiantes por tendencias filosóficas aún más erradas que las que usted ha censurado en estos dos filósofos.

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