Modelos Filosoficos de nuestros tiempos

El bajo nivel de interés en el pensamiento y conocimiento filosófico, es una característica irrefutable de nuestros días. No sucede lo mismo en el panorama científico: la biología cerebral, los adelantos tecnológicos y cibernéticos o los descubrimientos astrofísicos, aunados a muchos otros aspectos específicos de las ciencias particulares, parecen merecer mucha más atención, lo que deja escaso espacio para dedicarse a la profundización del por qué de las cosas.

Varios factores nos explican este actual desapego filosófico, el cual no le permite a este ámbito del conocimiento realizar su fin, que es el de explicar lo que son las cosas por sus causas últimas. La mayoría no aprecia que esto tiene un costo muy grande a la hora de pasar revista sobre lo que está haciendo el hombre con la civilización, aquí y ahora.

Uno de los motivos de este olvido, son las técnicas y los modelos de desarrollo de procesos productivos que ocupan a las universidades e instituciones tecnológicas, con prioridades muy claras sobre las ciencias humanísticas; están, claramente, atrayendo la atención mundial en los sectores civil, académico y empresarial.

Otra causa, y quizás más importante, es el sobre-abundamiento de datos que nos ofrece la realidad actual, ya que nuestro mundo cuenta con una cantera de información casi incuantificable; la información que está disponible es toda una base espectacular de datos que, años atrás, hubiera sido casi imposible de prever. Cada ciencia entra al mercado de datos con una cantidad que parecería fundamentada en la ‘ley de la oferta y la demanda’, es decir, como en una competencia para demostrar cuáles de ellos consiguen mayor aceptación, como si estuvieran dentro de una mercadotecnia cognoscitiva y comunicativa; dentro de todo ese embrollo es en el que el ser humano se deja invadir, para luego, entre ello, escoger lo que puede llegar a poseer como conocimiento.

Y como, en palabras de Aristóteles –en su ‘Metafísica’-, el hombre por naturaleza conoce, no puede dejarse sin considerar el hecho de que enla actualidad el ser humano sí se dispone a abarcar la realidad, lo intenta; lo primero que se le oferta son las cosas sensibles, pero presentadas de una forma tan abrumadora, a través de los medios de comunicación, los cuales teóricamente le sirven de clasificador, preparándolo para que se realice vocativamente en los diversos ámbitos que su naturaleza le reclama.

Hasta el público más inocente de nuestro tiempo, percibe que el uso de los medios electrónicos ha aumentado considerablemente. El hecho de pasar tantas horas al año ante aparatos como el televisor, el radio, el iPod, el wii, etc., cambia radicalmente la forma de conocer del hombre actual; para empezar, el tiempo dedicado al conocimiento de la realidad sensible expuesta ante sus sentidos, se ve insuficiente ante el universo infinito de datos que aquélla contiene.

La especificación aumenta por lo anterior, ya que el hombre se ve orillado a buscar parcelas de conocimiento, que no son sino especializaciones sobreabundantes que no salen de la red de conocimiento extensivo; no se sabe lo que se debe conocer, porque aún intentando enfocarse en la especialidad que se está conociendo, no se está seguro del tamaño de la misma. Y ni hablar del por qué se está intentando captar todo ello.

De principio, se ignora qué es la realidad; el estilo de cognición actual hace que el hombre conozca por agotamiento de datos y, aunque acepta el reto y se lanza al ataque, queda atrapado en un pequeño trozo de esa inmensa net

Siguiendo con las causas del persistente olvido parcial del conocimiento filosófico, se puede mencionar la falta operativa en la búsqueda de profundidad en los conocimientos adquiridos. Hay una poca o nula disposición para avanzar más allá de los accidentes de las cosas sensibles, a veces por ignorancia, otras por vicios intelectuales; la naturaleza del conocimiento implica que el proceso cognoscitivo comienza con las cualidades de las cosas sensibles, con lo mostratorio que tienen los seres, sí, pero, además de esas notas sobre los fenómenos que ocurren en la realidad, hay muchas más formas o esencias que sólo serán captadas por el intelecto cuando el ser humano complete perfectamente dicho ciclo de conocimiento.
Por esto se recalca que los tiempos modernos preparan al hombre para otro tipo de conocimiento mucho más superficial; la misma medida de la realidad hace que se le eduque para ‘en una mirada’ logre captar la accidentalidad del todo. Valga calificar esta implicación gnoseológica como un grave reduccionismo. Una generalidad de este problema puede verse con las siguientes nociones.

Primero, el grado de profundidad cognoscitiva está acotado por los intereses de los pensadores, las academias o las instituciones a las que ellos representan. Esto quiere decir que se olvidan de conocer tal como lo exige la naturaleza misma del conocimiento y se dejan llevar por el hecho noticioso, los medios de comunicación masiva o los intereses particulares que ya se mencionaron.

Los medios de comunicación, conformando o validando las formas actuales de conocer, exigen que sus colaboraciones se presenten de manera concisa, y supuestamente clara; los medios escritos, por ejemplo, buscan que un fenómeno de la realidad se presente en no más de 1200 caracteres, digamos, lo cual no deja espacio suficiente para que un tema sea profundizado intelectualmente, tal como un conocimiento filosófico requiere.

No debiera olvidarse que el hombre, por naturaleza, opera la búsqueda intelectual que su propia cognoscibilidad requiere. Y la humana inmersión intelectiva, se ha cambiado por otra fenoménica.

Permaneciendo en la misma área comunicativa puede ponerse el siguiente ejemplo: hace pocos años, la noticia se valoraba no por el hecho mismo, sino por la trascendencia del mismo; hoy, la noticia no se toma más que como una información que genera estados de ánimo o, cuando mucho, como un aporte para la toma de decisiones. La pregunta sería si los aspectos fenoménicos que ahora se informan, realmentesirvan para que el obrar humano tome su debido rumbo, o si hacen que el hombre considere su finalidad y la procure o, al menos, le ayuden a calificar si sus actos serán calificados de buenos o malos.

Reflexionando lo anterior, no podría sino concluirse que se está errando el proceso actual de conocimiento; llevando al hombre a formas indebidas de comportamiento. Si su modo de conocer no se está realizando acorde a su propia naturaleza, no estará actuando, tampoco, conforme a ella.

Algunos errores en el proceso actual de conocimiento humano son:-Creer que el conocimiento humano no necesita de mucha profundidad.-Creer que lo único que existe es la realidad sensible.

-Creer que el conocimiento intelectual es un invento.

-Creer que la explicación última de las cosas está en lo superficial de la realidad misma. Lo que en términos filosóficos sería un neokantismo, denotando la reducción de la ciencia metafísica a una ontología de la realidad accidental.

-Permitir que el hombre no se interese por el conocimiento filosófico, dejando que lo vea como algo superficial e inútil, con lo cual termina creyendo que es innecesario.

-Ignorar que el hombre niega la realidad y, por lo mismo, llega a la negación de sus causas y de sus fines, cayendo en un caos existencial.
Intentando no dejar este tenor filosófico, se puede considerar lo anterior con bases, precisamente, más profundas.

La Dra. Luz García Alonso, en su obra ‘El hombre, su conocimiento y libertad’, explica cuáles son los tipos de conocimiento que tiene la persona humana; una primera división la establece como conocimiento sensible y conocimiento intelectual, según la facultad de donde proviene.

El objeto del conocimiento sensible son las formas o cualidades accidentales; por ello ninguna otra realidad puede ser alcanzada directamente por los sentidos.

El objeto del conocimiento intelectual tiene por objeto todas las formas existentes; cualquier forma puede ser alcanzada por el intelecto, por eso su apertura es absoluta.

Para García Alonso, el conocimiento intelectual, además, se divide según su profundidad, en vulgar, empírico, artístico o técnico, prudencial, científico y sapiencial.

El conocimiento vulgar es el conocimiento intelectual común; es un conocimiento universal, no causal, que no implica experiencia en el ramo.

El conocimiento empírico, o de experiencia, es el que le confiere a un hombre, su continuo trato con ciertos seres; es un conocimiento universal, no causal y que implica experiencia en el ramo.

El conocimiento artístico o técnico habilita al hombre para transformar las cosas en cierto ramo; es un conocimiento universal por causas contingentes; es práctico, del orden del hacer, del orden temporal o terreno (poiesis).

El conocimiento prudencial capacita al hombre para dirigir moralmente sus acciones.; es un conocimiento por causas contingentes, práctico, del orden del obrar, del orden eterno o moral (praxis).

El conocimiento científico capacita al hombre para emitir juicios científicos, para desarrollar la ciencia; es un conocimiento universal, por causas necesarias, teórico o especulativo (episteme).

El conocimiento sapiencial capacita al hombre para emitir juicios sapienciales; una de sus formas es la Filosofía. Es un conocimiento universal, por causas necesarias, pero últimas o radicales (sophia).

Las definiciones anteriores, preparan al hombre para iniciarse en el verdadero conocer. Al captar nociones como esas, es que se pueden emitir juicios críticos sobre el papel que juegan los distintos pensadores modernos con respecto al problema analizado, sin descuidar la consideración de los factores que lo provocan.

Es como se pueden englobar, subjetivamente, a los pensadores, según el modelo de pensamiento y el grado de profundidad que le dan a sus maneras de pensar y que tanto influyen al modo de conocer y, sobre todo, de actuar, de las personas.

Sirva aclarar que, estrictamente, es imposible poner nombres de filósofos en cada modelo específico; la mayoría de ellos se pasa de una clasificación a la otra, ya por el relativismo de sus tesis, ya por el oportunismo de sus intereses. Aún intentando ser menos estricta, dicha agrupación variaría de concepto a concepto, según cómo lo sostenga el mismo filósofo.

Ha habido pensadores que teniendo la vocación y la preparación para el conocimiento sapiencial se han quedado en ‘aguas poco profundas’ del conocer. Puede pensarse en quienes escriben o dictan conferencias llevados sólo por las modas intelectuales, o en los que por dinero o fama llegan a realizar alguna obra que se considera filosófica, pero que se han quedado distantes a su verdadero potencial filosófico y literario, desaprovechando su capacidad pedagógica en aras de la obtención de prebendas materiales.

Otros más, que han ponderado en demasía los avances del conocimiento científico, se atreven a defender que así como el saber filosófico guió en el pasado a las ciencias particulares, ahora son éstas las que deben conducir al conocimiento sapiencial y a todo, o a casi todo, le dan una explicación materialista; sólo en casos excepcionales, algunos sostienen la existencia de una realidad espiritual (como los modernos inmanentistas que todo lo explican por la potencia humana).

Algunos han aceptado la necesidad del conocimiento sapiencial sólo que, en lo referente a su difusión, exponen que es ahí donde deben evitarse las elucubraciones metafísicas por ser poco entendibles para la generalidad de las personas y porque las perturban.

Y también hay ciertos filósofos que, de una manera relativista, sostienen que la ciencia metafísica se debe adaptar a los tiempos e irse adecuando junto con las demás ciencias, incluidas las sapienciales, a la estructura moderna de aprendizaje.

Ya para concluir estos apartados, es menester considerar a los filósofos que sostienen que una filosofía perenne sí es posible, además de que ésta cuenta con principios y fundamentos inmutables en el tiempo y en el espacio; para actualizar estas notas, aquí sí se darán nombres de hombres y mujeres contemporáneos, tales como Antonio Millán Puelles, Alberto Caturelli, Eudaldo Forment, Luz García Alonso, Agustín Basave Fernández del Valle, Manuel Ocampo Ponce, Ángel González Álvarez y muchos otros que sostienen el Realismo Tomista como verdadero conocimiento sapiencial que fundamenta debidamente toda la realidad en una ciencia metafísica sustentadora de todos los demás principios filosóficos. Y que gracias a ella, se pueden responder las grandes interrogantes que se han planteado los seres humanos de todos los tiempos, sobre Dios, el mundo, la vida y el hombre mismo.

Realmente las preguntas son las mismas que han sido siempre; sólo hay que plantearlas conforme a las exigencias de nuestro tiempo: ¿es posible, hoy, una filosofía perenne?, ¿es posible actualizar el conocimiento filosófico?, ¿las ciencias particulares han rebasado a las filosóficas?, ¿es abierto el Realismo Tomista?…

Es posible afirmar que todos los cuestionamientos anteriores son factibles. El Sistema Realista del Tomismo es un sistema abierto a cualquier desarrollo de los distintos tipos de conocimiento; es un sistema que permite ir conociendo, entendiendo y practicando toda una forma de obrar, basándose en principios perennes de pensamiento; un sistema abierto que se funda en una metafísica del ente y que, desde ese punto de partida, construye toda una ciencia que ha fundamentado la explicación causal de la realidad.

También se puede aseverar que los seguidores del Sistema Tomista, pueden confiar en que es lo suficientemente abierto como para entender los otros conocimientos humanos y dirigirlos hasta completar los ciclos de toda la realidad.

Buscando confirmar y reforzar las ideas anteriores pueden considerarse las afirmaciones de dos grandes pensadores del siglo pasado, respecto a la apertura del Sistema Tomista.

Jacques Maritain, se refirió al Tomismo como la ‘única doctrina poseedora de energías harto poderosas, suficientemente puras, como para obrar con eficacia… sobre el universo entero de la cultura, para restablecer en orden a la inteligencia humana y, con la gracia de Dios, conducir así por los senderos de la verdad, al mundo, que agoniza por falta de conocer’.

En otro contexto, Maritain dice: ‘la doctrina de Sto. Tomás también lleva a la verdad; la unidad conseguida no es un punto de estancamiento, ya que esta doctrina es un organismo inteligible hecho para crecer siempre y para extender a través de los siglos su insaciable avidez de nuevas adquisiciones; es una doctrina abierta y sin fronteras, abierta a toda realidad donde quiera que esté, y a toda verdad, venga de donde venga’.

El Dr. Eudaldo Forment, en su obra ‘Id a Tomás’, escribe: ‘la filosofía de Sto. Tomás tiene la característica esencial de la apertura universal. Está abierta a toda la realidad en todas sus dimensiones y aspectos, y a todas las otras filosofías; en ello está su mayor originalidad, porque como sostiene Gilson, el Aquinate creó una filosofía que, por su fondo más íntimo, era irreductible a cualquiera de los sistemas del pasado y, por sus principios, permanece perpetuamente abierta al futuro’.
Fuente: M. F. Enrique Ignacio Ruiz Coronado

MEXICO. 12 de febrero de 2011



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4 respuestas a "Modelos Filosoficos de nuestros tiempos"

  1. Este planteamiento es una preocupación, que ya nos ocupa, y en la que la difusión de la filosofía realista o perene, podrá generar respuestas a los problemas que vive la sociedad, dado su irreductibilidad. El punto es si, la fuerza de la verdad se convertirá en luz que guíe o si la fuerza de los intereses particulares y la indiferencia ante la problemática profunda podrá ser resuelta con la simple difusión de la filosofía perene. Saludos excelente artículo

  2. Excelente articulo, efectivamente la filosofia tomista continua dando respuestas ante las interrogantes del hombre contemporaneo. Aunque el relativismo y el nihilismo solo dejan que el hombre observe solo lo que hace, y no lo que realmente es, un ser pensante, un ser con un intelecto. La filosofia tiene que ser retomada en todos los ambitos educativos. Ya que por medio de esta nos proporciona un conocimiento universal y verdadero.

  3. Muy apropiado su artículo; lleguen a usted mis felicitaciones. Evidentememte que la humanidad ha querido avanzar conforme transcurren los tiempos, y creame, no está del todo mal. Sin embargo, pienso, y más que ello estoy seguro de que si hoy día nadamos en aguas turbias, es precisamente por la escacez de pensamiento, por esa indiferencia intelectual que caracteriza al hombre de hoy. !Cómo no contaminarnos, si saciamos nuestra sed de saber con las turbias aguas de lo evidente!

  4. Permiteme felicitarte por tales planteamientos, basados en concretas y justificables palabras que poseén el conocimiento ilimitante y nos concede abrir los ojos al objetivo sapiensal actual.
    Me parece interesante que se cuestionen los fines actuales de la sociedad por medio de los entes comunicativos masivos, no obstante, es impresindible notificar la preocupación en pocos por dicha situación ya qué un elemento clave a la hora de abordar toda este planteamiento es que la sociedad tecnológica ha proliferado en el ser humano la famosa “Pereza mental” , caracteristica juvenil que podrá determinar los factores intelectuales que ellos llevan en sí.

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