Nietzsche y el ateísmo

En la filosofía de Nietzsche, a la concepción metafórica del lenguaje se une el carácter dionisíaco de la voluntad de poder. Representa metafóricamente sus planteamientos vitalistas a través de la mitología griega, en la que se observa un enfrentamiento entre los ideales apolíneos (equilibrio, virtud, racionalidad) y los ideales dionisíacos (placer, instinto, vitalidad). La filosofía occidental, encabezada por Platón y Aristóteles, reprimió los planteamientos dionisíacos para ofrecer una visión del mundo apolista.


Frente a esto, Nietzsche niega los ideales apolíneos y reclama el triunfo de los ideales dionisíacos mediante la utilización metafórica del lenguaje como expresión de la voluntad de poder. La negación de los ideales apolíneos implica la negación del principio de individuación, expresado en el platonismo por la idea de uno y sustituida en el cristianismo por la idea de Dios. Persigue un ateísmo radical: si negamos a Dios negamos al uno, y si negamos la idea de uno negamos los ideales apolíneos y afirmamos la multiplicidad dionisíaca, de tal manera que cada cual pueda expresar su propia verdad y sus propios dioses.

Para Nietzsche el Nihilismo no es un hecho concreto, una situación determinada, sino todo un proceso histórico, el resultado de toda una evolución de un categórico tipo de pensamiento y de una determinada tradición. Del mismo modo, unido a planteamientos evolucionistas, el nihilismo es también un proceso evolutivo, y como tal está inacabado y se presenta como el punto de inflexión para la creación de un nuevo tipo de pensamiento.

La época de Nietzsche es el momento en el que irrumpe con más fuerza el ateísmo, que conlleva una pérdida de valores; por lo tanto, el hombre se encuentra históricamente sin rumbo, sin poder dotar a la existencia de un sentido que estaba asegurado cuando prevalecía la creencia en la existencia de Dios.

Hay que hacer una distinción en la idea del nihilismo en Nietzsche: el concepto negativo como esencia de la cultura occidental, negación de los valores e instintos vitales mediante la afirmación del mundo de las ideas a partir de Platón. Y el concepto positivo como reflexión acerca del proceso anterior, por medio de la cual ha llegado el ateísmo y la pérdida de valores. Pero esta consideración de la degradación alcanzada sirve de punto de partida para salir de ella, para iniciar una valoración de la realidad basada en los instintos vitales denominada voluntad de poder.

La voluntad de poder implicará una nueva metafísica, una nueva visión del ser y del hombre, que se captará mediante las metáforas, afirmando la muerte de Dios y la concepción dionisiaca del mundo. La conclusión última que surgirá de la filosofía de Nietzsche se concretará en la idea del superhombre, concepción que tuvo una gran importancia social y política en el siglo XIX hasta el punto de dirigir la historia europea.

El ateísmo de Nietzsche tiene un sentido muy especial, porque al negar el Dios monoteísta del cristianismo no niega la existencia de otros conceptos de Dios, sino que afirma el politeísmo. Su intención es volver a una situación politeísta, similar a la de la época de los dioses griegos, que hará que el hombre no pierda conciencia de que los dioses son producto de su creación metafórica.

La afirmación del politeísmo como característica de la visión de la nueva raza de hombres, a la que llama superiores, implica la afirmación de la libertad. El superhombre para Nietzsche representa la superación del nihilismo, la superación de la raza de esclavos que regían el mundo hasta ahora, afirmando la vida mediante la voluntad de poder. El nuevo hombre superior es un estado evolutivo en la etapa de la evolución de las especies; en el Universo y en la historia se desarrollará una jerarquía en la que el superhombre implantará su voluntad de poder sobre los demás.

Fuente: http://neoclubpress.com/nietzsche-y-el-ateismo-050337136.html

3 de mayo de 2015.



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4 respuestas a "Nietzsche y el ateísmo"

  1. Creo que el concepto de “voluntad de poder” que este gran filósofo expresó a través de sus libros como el anticristo o así hablaba Zaratustra es en si único y supremo a pesar de que fue publicado a finales del siglo XIX ; logra proyectar una luz de esperanza para toda la raza humana. Sin embargo y a pesar de que el siglo XX fue interesante filosóficamente no hubo un pensador que se le compare y tristemente en los principios del siglo XXI vemos que hay filosofos que aun siguen justificando a dios.
    Ojalá y las nuevas generaciones se dieran cuenta que lo que Nietzche vislumbro es realmente el camino que el hombre debe seguir.
    ¡¡¡¡Dios a muerto!!!! ..¡¡Que viva el superhombre!!!!

  2. No es ateo, en ninguna parte intenta el alemán comprobar la no existencia de Dios. Lo definiría más bien no creyente, arreligioso. Pero ateo “sabe” que no existe Dios, sino es agnóstico, que hay que diferenciar que son cosas diferentes. Digo yo que hay que partir definiendo correctamente los conceptos básicos, no estaría mal asentar bien las bases antes de construir la torre.

    “No niega la existencia de otros conceptos de Dios, sino que afirma el politeísmo.” Lo que lo reforzaría como agnóstico: ya que ante la pregunta “¿Existe Dios? respondería ¿A qué concepto de Dios te refieres? y el ignosticismo es claramente más cercano al agnosticismo que al ateísmo.

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