A veinte años de la muerte de Jose Ferrater Mora

Mi acercamiento a Ferrater Mora data del setenta y pico cuando buscando en una biblioteca de Rafaela di con “Unamuno, bosquejo de una filosofía” en una edición, vieja para ese tiempo, de Sudamericana. Del mismo, recuerdo que partía del célebre salmantino para abordar temas muy profundos de la filosofía del momento.


I- Había nacido en Barcelona, el 30 de octubre de 1912 y en la ciudad que tanto quería estudió filosofía en la universidad. Apenas terminados los mismos se incorporó a la docencia, pero al estallar la guerra civil pasó a revistar en las filas de los republicanos. No obstante lo prudente era marcharse y así lo hizo. El primer destino fue París, en 1936, pero la zona en general no era propicia en ese tiempo para el desarrollo intelectual y por lo tanto puso su mirada en América. Así, en 1939 recaló en La Habana; luego pasó a Chile, y más tarde se instaló en Pennsylvania, donde enseñó en el Bryn Mawr College.

II- Su primer trabajo, “Cóctel de verdad”, de 1935, fue eclipsado por el ruido de las armas.

La labor fecunda y perseverante fructificó en “Diccionario de filosofía”, cuya primera edición es de 1941, pero la más difundida es la aumentada de 1979. Nunca ocultó su fastidio por la sombra que el “Diccionario…” proyectó sobre el resto de su obra. No obstante, lo aumentó permanentemente al punto de llegar a cuatro tomos.

Luego vendría una seguidilla de trabajos a partir de un estudio: “Ortega y Gasset. Etapas de una filosofía”, que se publicó en 1946 en la mítica “Biblioteca breve” del sello español. A esta obra le siguieron otras tantas, como “El sentido de la muerte”, de 1947, que fue completada en 1962 con “El ser y la muerte”, indagación que aborda el tema tantas veces enfrentado por muchos, pero lo hace desde un punto de vista estrictamente filosófico, desde la perspectiva de la “cesación”, y por lo tanto es absolutamente “general”. Luego aparecerían “El hombre en la encrucijada” (1952), “La crisis humana”, “Fundamentos de filosofía”. Todo ello sin contar sus incursiones en el mundo de la narrativa.

Varios autores influyeron en su pensamiento. Primero, españoles como Miguel de Unamuno, José Ortega y Gasset, Eugenio D’Ors y Xavier Zubiri. Pero también Sartre y algunos analíticos.

Un significativo aporte fue su “integracionismo”, que básicamente consiste en combinar ciertos aportes a los que previamente había agrupado por algún pensamiento común, como por ejemplo, aquellos que interpretaban que la vida humana es una manera de existir en el mundo.

III- Visitó la Argentina en varias oportunidades. La primera fue en 1947, en el marco de una recorrida por varios países de América latina. En la década del ochenta estuvo por lo menos tres veces. Por ese tiempo empeñaba sus esfuerzos en el estudio de la relación existente entre política y moral, basado en los previos de la ética aplicada en la que era una autoridad reconocida.

No había perdido el sentido del humor y ante un abordaje periodístico afirmó que la democracia es el “menos malo de todos los sistemas” del posmodernismo, … “es una invención de los franceses para espantar a los burgueses”. Para concluir que “los sistemas autoritarios no resuelven los problemas. Sólo los posponen”.

IV – La muerte lo encontró en Barcelona, su ciudad, en la que estaba de paso para presentar su última novela “La señorita Goldie”. Era el 30 de diciembre de 1991.
Fuente: http://www.ellitoral.com/index.php/diarios/2012/01/03/opinion/OPIN-03.html

4 de enero de 2012



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