“La dialéctica del amo y el esclavo” de Hegel. interpretación de la auto-conciencia, la libertad, la historia y la cultura (I). Por Alexis Vázquez-Chávez

“La dialéctica del amo y el esclavo” de Hegel. interpretación de la auto-conciencia, la libertad, la historia y la cultura (I)

Hegel en la Fenomenología del espíritu formula su intuición de la Dialéctica del amo y el esclavo (A, cap. IV), criterio que justifica mediante la percepción de la realidad, allí consigue argumentos para esclarecer los problemas derivados del alcance del hombre como conciencia (Bewusstsein) que escudriña en el conocimiento (erkennen) y la libertad. Por consiguiente se examina la significación y el procedimiento de la dialéctica (dialektik) de Hegel, aproximándose a través de la lectura directa del ensayo con el objeto de comprender el argumento, se recurre a la interpretación hermenéutica y al recurso de la heurística en tanto investigación y creatividad. Este propósito origina diversas interrogantes: ¿en qué consiste la dialéctica de Hegel?, ¿cómo funciona?, ¿cuál es la ordenación de la dialéctica del señor y el siervo?, ¿qué sentido tiene?, ¿sería posible relacionarla con la vida cotidiana y los hechos de la actualidad? Al punto que la ordenación del texto resultante se despliega en dos partes: la primera a modo de referencia teórica sobre la dialéctica de Hegel y la segunda desentraña el mencionado párrafo del filósofo para preguntarle: ¿cuál es la razón de la dialéctica del amo y el esclavo?

La dialéctica de Hegel

Según éste pensador la conciencia resume la etapa del adelanto del pensamiento en el sujeto, la comprensión del objeto (Gegenstand) y del concepto (begreifen, begriff.), de igual forma que el sentido del mundo en cuanto a su concepción dialéctica [la palabra dialéctica proviene de διαλεκηική ηέχνη, dialektiké tekhne, arte dialéctico –de discutir—, del verbo διαλέγω, dialego, conversar, disputar, razonar; sin embargo, en la historia de la filosofía, la dialéctica ha evolucionado a distintas significaciones en el transcurso del tiempo]. Entre ellos se involucra la realidad que Hegel a la vez denomina sujeto, autoconciencia y espíritu. Aunque lo real no es conocido en el momento, sino que va entendiéndose en el discurrir del tiempo. Por ende la dialéctica induce el curso hacia el saber, a la autoconciencia (Selbstbewusstsein) –conciencia de sí mismo— y al espíritu absoluto, pues, sustenta que el pensar y el Ser, el conocimiento y la realidad son equivalentes. De ese modo constituye el desplazamiento hacia el final, es decir, a lo absoluto; mas ello no significa el límite, sino el todo o el conjunto. Porque lo verdadero radica en el Todo, esto es, que el Ser se completa a través de su evolución y además integra al sujeto, ya que lo real también reside en la idea como: el pensamiento, el soñar y el soñador, la imaginación, el mito, la poesía y el saber, Homero, Nezahualcóyotl, Don Quijote, Aureliano Buendía, Quetzalcóatl, Krisna, Buda y Cristo, la Atlantida, Ítaca, Utopía, El Dorado, Macondo y Comala; pese a ser entes subjetivos son reales. ¿O no?

En Hegel la razón es contradictoria tanto como la realidad, a ésta la conciencia la percibe fragmentada y de forma gradual. Su sistema suprime el concepto de Kant relativo a la “cosa en sí” –el noúmenon—, que se opone al sujeto y resulta incognoscible. Hegel alega que la razón tiene preponderancia en la reflexión dialéctica, aquélla considera las cosas unidas en la identidad y la diferencia. Su razonamiento dialéctico no piensa las cosas de modo abstracto, acorde a los preceptos tradicionales de la analítica y de los principios de identidad o del tercero excluso, ya que concibe las cosas de acuerdo a la realidad concreta y en la suma de sus probabilidades. Ello implica lo que son y su negación, aparte de franquear la contradicción que admite el enlace de lo positivo y lo negativo. Tal criterio lleva a comprender el proceso dialéctico como una sucesión de eventos que se realiza a través del adelanto progresivo de las contradicciones. El proceso –de ir adelante, avanzar— significa un desenvolvimiento encadenado de incidentes en el devenir (werden) –hacerse, llegar a ser—, así se esclarece en la filosofía hegeliana. Entretanto la contradicción –antítesis o negación— en la dialéctica de Hegel se sitúa en el territorio de la lógica y de la ontología. Además de configurar un período dialéctico de la razón que admite la negación de la afirmación y es por igual una dialéctica de la realidad: el espacio razonable para perfeccionar el espíritu.

Ese proceso admite tres etapas distintas en la conciencia y lo real (¿es lo mismo?): 1º, examinar la cosa y el ser de la cosa en sí (la inmediatez); 2º, meditar la cosa y su ser implica negación (la exteriorización) y 3º, la síntesis apuntala la identidad de esta diferencia efectuada por la razón (la unidad mediada). En correlación el pensador añade en Lógica: “Es muy importante aprehender y entender el momento dialéctico. Él es en la realidad el principio de todo movimiento, vida y actividad y el alma de todo movimiento, vida y actividad y el alma de todo verdadero conocimiento científico”. De este modo, tres son las fases del proceso de la dialéctica de Hegel que en la tradición filosófica se llaman tesis, antítesis y síntesis; si bien, son expresiones originarias de Fichte que Hegel no utiliza. Él revela que tales criterios provienen del antiguo pensamiento griego y pasan por el cristianismo primitivo. Por lo demás en su obra concurren otros calificativos para el discurso dialéctico, tales como: simplicidad, escisión y reconciliación; o inmediatez, alienación y unidad mediada.

Inmediatez → diferenciación → mediación

Sin embargo es ineludible precisar la voz devenir, usada con frecuencia por Hegel, a más de problema filosófico se fundamenta en un galicismo que traduce γίγνεσθαι, gígnesthai, o de fieri: el Ser como proceso, llegar a ser, suceder, resultar, sobrevenir. Hegel convierte el devenir en el primer movimiento de la evolución o avance de la idea que en esa etapa era Ser y nada. En Lógica lo denomina primer pensamiento imprescindible y primera noción, como conocimiento inicial, aunque no el único, de la existencia de lo real o la vida: “El devenir, por ser el primer momento concreto, es también la primera determinación verdadera del pensamiento. En la historia de la filosofía es el sistema de Heráclito el que corresponde a este grado de la idea lógica. Diciendo que todo se desliza (panta rei) [πάντα ρεῑ], Heráclito pone como determinación fundamental de todo lo que existe el devenir, mientras que los Eléatas (…) habían concebido el ser, el ser fijo y sin processus, como constituyendo sólo lo verdadero”.

La división dialéctica del Espíritu o Idea, de acuerdo a Hegel se clasifica en Espíritu objetivo, Espíritu subjetivo y Espíritu absoluto. El primero corresponde al alma, la conciencia y el espíritu; el segundo al derecho, la moral y la ética; y el tercero a la religión, el arte y la filosofía. En la Fenomenología del espíritu, relata el “devenir” de la conciencia a partir del conocimiento sensible hasta el conocimiento absoluto –la filosofía—, alude a la teoría del conocimiento y la vía hacia lo absoluto. Aquí es oportuno citar a Platón en el diálogo Cratilo (402 a), referente a la transformación y al panta rei o que todo fluye: “Heráclito dice en alguna parte que todas las cosas se mueven y nada está quieto y comparando las cosas existentes con la corriente de un río dice que no podrías sumergir dos veces en el mismo río”.

Por otra parte la frase que Hegel denomina “sociedad burguesa” originó la inversión hegeliana de la dialéctica por Marx, quien explica la historia mediante la teoría del materialismo histórico. El método dialéctico de Marx se opone al de Hegel. Para éste el transcurso mental, la idea, del sujeto independiente, consiste en el demiurgo (Dios) de la realidad y su revelación externa. En la noción de Marx (El Capital. Crítica de la economía política) él explica: “Para mí, a la inversa, lo ideal no es más que lo material, transpuesto e interpretado en la cabeza del hombre. He criticado el lado místico de la dialéctica hegeliana hace poco más o menos treinta años, cuando todavía estaba de moda”. Marx acoge el método dialéctico de Hegel de la comprensión de lo real, pero sustituye la concepción de la realidad ideal por el de realidad material socioeconómica y las etapas consecutivas del Espíritu por ciclos de “la historia verdadera” de la humanidad. El motor de la dialéctica para Hegel significa la antítesis en la conciencia y en lo real. No obstante, Marx establece las contradicciones de clase en la sociedad debido al conflicto entre las “relaciones de producción” y las “fuerzas de producción”.

Del mismo modo Engels diseñó una concepción de la dialéctica y estableció ciertas leyes que, según él, la determinan. Indica que las leyes de la dialéctica se separan de la historia de la naturaleza y de la historia de la sociedad, además, son más generales en los períodos del adelanto de la historia y del pensamiento. De hecho, en Dialéctica de la naturaleza, las simplifica en la terna: “ley del trueque de la cantidad en cualidad, y viceversa; ley de la penetración de los contrarios; ley de la negación de la negación”. Al mismo tiempo Engels puntualiza que la dialéctica objetiva se somete a la naturaleza y la dialéctica subjetiva al pensamiento dialéctico, para precisar que aquélla es consecuencia de las discordancias de la naturaleza: “contradicciones que, en su pugna constante y en su tránsito final de un término a otro o elevándose ambos términos a una forma superior, son precisamente las que condicionan la vida de la naturaleza. Atracción y repulsión. En el magnetismo comienza la polaridad”.

La autoconciencia: en sí y para sí.

Hegel en la Fenomenología del espíritu comienza con la afirmación: cuando la autoconciencia se percata de la existencia de otra autoconciencia que la advierte, en esa situación es “en sí y para sí”. Estas son sus palabras: “La autoconciencia es en y para sí en cuanto que y porque es en sí y para sí para otra autoconciencia; es decir, sólo es en cuanto se la reconoce”. Con todo, resulta conveniente descifrar ¿qué significa “en sí y para sí”? Del latín in se (en sí mismo) traduce el griego αὐτό, authó, yo mismo, tú mismo, el mismo, uno mismo, en sí o por esencia; lo que en principio es, se supone libre de lo demás y contrapuesto a ser o estar, aparte de estimarse otra cosa. Platón en el Fedón (75 c-d) lo vincula a las ideas de lo “bello en-sí”, lo “bueno en-sí”, lo “igual en-sí”. Aristóteles lo asigna a la sustancia, al “esto” (τόδε τἰ, tode tí), a manera de sujeto que se pertenece a sí mismo y de ninguna manera es propiedad de otro sujeto. En el momento cuando el “en sí” se interpone al “para nosotros” entonces concierne a las cosas, lo cual es indiferente al modo en que comparecen ante la experiencia o las cosas tal como son según aduce Kant en el Prólogo (BXXI) de Crítica de la Razón pura: “No podemos conocer un objeto como cosa en sí misma, sino en cuanto objeto de la intuición empírica, es decir, en cuanto fenómeno”. En correlato la palabra fenomenología (de ϕαινόμενον, phainómenon, lo que aparece o lo aparente) define el fenómeno que se muestra a la conciencia. Hegel investigó el significado de la expresión y lo emplea en el sentido de la ruta que transita la conciencia para alcanzar el saber absoluto o la ciencia. Describe a la fenomenología como el “devenir de la ciencia en general o del saber” y la precisa como “ciencia de la experiencia de la conciencia”.

En atención a Hegel –desde luego, al “en sí y para sí”— corresponde al Ser, las cosas en general, anterior a cualquier especulación, en su inmediatez. El “en sí” se opone al “para sí” o la conciencia. El “ser en-sí” crea la posibilidad de vislumbre de la esencia y en la primera ocasión se muestra como algo. Lo supone como un todo indiferenciado, la “indeterminación inmediata”, que caracteriza el Ser y el no-ser, el ser y la nada –lo contrario a algo que es—. En el plan dialéctico del filósofo la nada equivale a la conciencia incierta y cercana al Ser. De este modo el Ser y la nada armonizan, si bien su antítesis se soluciona en el transcurso del devenir como el primer concepto que acopla las nociones de Ser y nada; y en efecto clarifica la sugerida vinculación. En esta idea la nada acontece como el motivo de la negación, al punto que subvierte la disparidad eleática, de Parménides (“el ser es, el no ser no es”), cuando resalta la identidad del Ser y la nada como categorías inclasificables. En consecuencia el devenir solventa la contradicción imprecisa entre aquellos principios indefinidos y la nada se resiste al Ser definitivo. En un segundo lapso lo posible se vuelve realidad o existencia. De tal forma lo existente representa el devenir del Ser y en simultáneo configura la clave de la primera contradicción del Ser y el no-ser, lo probable se torna en Ser existencia. Aunque una cosa es verdadera si es pensada o “mediada”, lo real cambia a idealidad mientras la conciencia la observa. En seguida el “en sí” se transforma en “para sí”, idealidad y realidad son similares y la diferenciación produce una cosa inédita; aparte de estar interpuesta y ser notoria. Como analogía agrega Hegel en Introducción a la historia de la filosofía (A,1,2): “De lo que es en sí, se tiene ordinariamente la alta opinión de que es lo verdadero (…) Pero lo que es en sí no es aún lo verdadero, sino lo abstracto; es el germen de lo verdadero, la aptitud, el ser en sí de lo verdadero (…) Un ejemplo de ello lo da el germen (…) Pero esto simple está embarazado con todas las cualidades del árbol. En el germen está contenido todo el árbol (…) El primer momento era lo en sí de la realización, lo en sí del germen, etc.; el segundo es la existencia, aquello que resulta; así, es el tercero la identidad de ambos, más precisamente, ahora, el fruto de la evolución, el resultado de todo este movimiento; y a esto llamo yo abstractamente el ser por [para] sí”.

Germen → árbol → fruto

Ser-en-sí → existencia → Ser-para-sí

Posibilidad → realidad → conciencia

Como condición la autoconciencia al identificarse y reconocerse en otra autoconciencia se equipara a ella y sucede el “Ser para sí” en una escisión o dualidad, de esta suerte la esencia en tanto cosa que es coincide con otra; acto continuo lo aclara Hegel en Fenomenología del espíritu: “El desdoblamiento del concepto de esta unidad espiritual en su duplicación presenta ante nosotros el movimiento del reconocimiento”. Pese a ello la autoconciencia debe imponerse sobre la otra, puesto que así se supera a sí misma como un regreso al lugar donde se recobra y encuentra la libertad.

Notas

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Fuente: https://www.aporrea.org/actualidad/a325557.html

22 de octubre de 2023.  ESPAÑA



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