La Filosofia amenazada

Necesitamos la Filosofía y no permitiremos que se la cercene de los planes educativos.
No podrán borrar a la Filosofía con saliva de burócratas

Aun y cuando lo que hoy se enseña como Filosofía está lejos de ser lo que necesitamos, no seremos cómplices de la decisión de un gobierno ilegítimo dispuesto a cercenar la Filosofía sólo porque se le antoja a un puñado de burócratas. Filosofía significa, también, lucha. No esperará el gobierno espurio que aceptemos su aberración neoliberal ideada para borrar del mapa curricular a Filosofía. Ni se les ocurra. Toca a la Filosofía, y a todos, combatir al burocratismo saqueador y ponernos al servicio de la verdad y de la esperanza objetiva. Ponernos con rumbo al cambio del mundo actual por un mundo donde la humanidad se pertenezca a sí misma. Necesitamos de la Filosofía contra las traiciones de los ideólogos empeñados en la baratija de que “ya todo está escrito”, de que “las humanidades han muerto” y de que no es necesario respetar su lugar como herencia mayúscula de la Cultura. Necesitamos la Filosofía para intervenir en la Historia como una acción, vital y práctica, dispuesta a dar las mejores respuestas que podamos para al fortalecimiento de la memoria, de la crítica y de la argumentación racional hacia una vida más humana, de verdad justa y sin esclavitudes. Transformar al mundo.

Necesitamos la Filosofía y no permitiremos que se la cercene de los planes educativos. Filosofía útil contra todo criterio, egoísta, individualista e improductivo. Filosofía productiva, práctica… que contribuya a forjar la moral y la política contra toda forma de los grilletes y que sirva para inspirar a la humanidad los valores de la libertad, la igualdad y la solidaridad a toda costa. Una Filosofía comprometida con el desarrollo científico y tecnológico y una Filosofía para transformar al mundo. Ahí esta la importancia y la utilidad de la Filosofía para no callar, para no ser indiferente o conformarse con este mundo. Una Filosofía crítica plena de valores de justicia, libertad, igualdad, dignidad humana, empeñada en esclarecer y reivindicar la fuerza organizada de los trabajadores dispuestos a asaltar los cielos.

Claro que no basta hablar un día sobre Filosofía, quererla, sólo en los encuentros internacionales, sólo en las aulas o sólo en los cafés. Quererla sólo cuando hay que defender la nómina o sólo defender complicidades. Claro que no alcanza con declaraciones y buenos deseos. Hace falta una Filosofía capaz de florecer desde las bases de los movimientos sociales y reivindicar su importancia, necesidad y función social, no sólo en el sentido teórico de ayudar con reflexiones a elevar la conciencia sino, principalmente, su necesidad en la práctica para influir en las vidas dignificándolas y humanizándolas en la realidad concreta.

Quiere el gobierno ilegítimo de México aplastar a la Filosofía porque millones de personas avanzan ya con el despertar de ideas nuevas para cambiar la sociedad. Para imponer con cinismo una educación sin pensamiento y para la desmoralización de los pueblos a estas horas hartos de infamias y explotación. Es hora de profundizar la lucha. Hay una humanidad urgida de luchar por su emancipación y que ahora mismo construye sus banderas nuevas. La burocracia espuria quiere cercenar a la Filosofía para que no pensemos ni actuemos críticamente. No vamos a permitirlo. No vamos a tolerar las acciones burguesas para quebrar, romper, deformar y deprimir la conciencia de los estudiantes, para frenar su tarea histórica que es organizarse, cobrar conciencia de sus necesidades y sus fuerzas y cambiar la vida. Desplegaremos, con todas sus banderas, la Filosofía que ha sabido luchar contra la alienación. Agitaremos la beligerancia de la Filosofía para combatir a la miseria y a la barbarie.

El papel de la Filosofía consiste en ser militante de la verdad y la libertad o será nada. Ser investigadora y rebelde en la práctica absoluta contra la Alienación. Ser una acción de lucha para elevar la conciencia dispuesta a transformar la realidad miserable en que vivimos para ayudar a desarrollar una humanidad consciente de sus contradicciones y de su necesidad de actuar organizada. Denunciemos la miseria en las aulas. Somos testigos, protagonistas y víctimas de una guerra ideológica virulenta empeñada en imponer los valores burgueses más nocivos y aberrantes. Los mismos que ahora arrancan de las aulas a la Filosofía para hundirnos más en la ignorancia.

Ahora mismo nada de esto es mucho pedir.

Filosofar es muy importante pero más importante es filosofar correctamente. No creamos que el mundo cambiará sólo porque nos guste filosofar, (producir filosofía), hace falta más que eso, hace falta que ese filosofar tenga base y búsqueda de la verdad, que ese filosofar incluya ideas movilizadoras, que no nos detenga y que si, a cambio, nos de fuerzas para pensar, con otros, qué medios y modos nos hacen falta para organizarnos y superar lo que nos oprime, aliena, explota y amarga la existencia. ¿Qué es la Filosofía?: La filosofía es un trabajo (también) Todos saben que la Filosofía es un amor. Pocas cosas son más sabrosas, divertidas y (a veces) movilizadoras como echarse, frecuentemente, con amigos o no tanto, una buena filosofada. A caso en las sobremesas o las asambleas, mientras se viaja, antes de dormir, en una cantina, en un café… Filosofar al fragor de las relaciones sociales para entender, para entenderse, para explicar y explicarse, para avanzar, para interrogar y especialmente para inaugurar pensamientos, para organizarnos mejor, para mejorar los debates, abrir brechas, para recuperar nuestro desarrollo, para pegar saltos cualitativos y tomar (ganar) conciencia. Y, ojala, para entrar en acción. Filosofar además de ser, a veces, motor de para la acción, implica elegir, también. Elegir es una forma activa de filosofar. Actuar, bien puede ser, expresión concreta de lo filosofado.

Por si sola ninguna “filosofía” cambiará al mundo. Es necesario darle vida y que tenga vida bajo la energía misma de la energía colectiva. Y es tan importante esto de filosofar correctamente porque tiene que ver con nuestros pensamientos y nuestras conductas, porque tiene que ver con qué ideales y que realidades, incluso confrontadas, nos impulsan a la acción organizada, profunda y permanente. “Filosofar” no es cosa reservada a genios o a especialistas, todos filosofamos aunque no nos demos cuenta… el chiste es, insistamos, filosofar para la acción, no para el miedo, no para la soledad, no para silencio… filosofar para la transformación (no mesiánica) del mundo y si entre todos.

Filosofar no debe servirnos sólo para explicar o contemplar.

Nada está perdido. Muchos profesores y estudiantes de filosofía, trabajadores en sus sentidos mejores, del pensamiento y la acción, van y vienen convencidos de que ya se acerca la hora. Hay datos concretos, movilizaciones, acuerdos y conquistas concretas. Unas más secretas que las demás, pero todas a tiempo con la hora de la hora… o sea la hora de los grandes cambios. Y no andan estos desnudos de ideas. Andan con sus propuestas y sus debates resistiendo y expandiendo tácticas y estrategias para que, más temprano que tarde, sin esperar a que les den permiso, los trabadores de todo el mundo se unan, como se debe, de una vez por todas. Bajo la filosofía de todos, la unidad de todos los explotados, la huelga general, por ejemplo. “La vida enseña”. La ideología burguesa atraviesa una crisis cuya derivación general avanza hacia el idealismo, el misticismo y la superstición cada día más cincos. ¿No será esta la hora de que nos organicemos para combatir semejante tendencia y desfachatez?

La verdad que apasionadamente ha de buscar la Filosofía no es una colección de tesis dogmáticas fijas que, una vez encontradas, sólo haya que aprenderse de memoria. El proceso mismo del conocer, por sí no tiene sentido sin un compromiso absoluto con la verdad y hacia la transformación definitiva de la sociedad. Insistamos si es preciso. De nada sirve filosofar si se pretende encontrar una verdad absoluta, un punto en que ya no permita avanzar, un punto que frene el desarrollo. De nada sirven las ideas que nos hacen cruzar los brazos para contemplar la verdad absoluta. La Filosofía no puede tener ni admitir un dogma final, un punto de llegada definitivo: la perfección. La filosofía que requerimos ha de ser obra de un proceso de fases transitorias en desarrollo infinito como es el desarrollo de la sociedad humana, desde lo inferior a lo superior. Proceso que cumpla con todas las fases necesarias, que la engendren y caduquen hasta alcanzar condiciones nuevas y superiores. Una filosofía que nos ayude a mejorar nuestras ideas y nuestras acciones, una filosofía de la praxis para el espíritu y para la panza, para la humanidad toda, para recuperar su desarrollo todos y entre todos… seria bueno ¿No?

Hay que poner sobre la mesa todos los elementos para analizar qué pasa con la filosofía hoy la docencia y la investigación, ante esa pauta mercantil que se ha interpuesto al quehacer teórico práctico del filósofo. Hay que interrogar todo la dignidad de la disciplina y el derecho a su autonomía relativa ante las crisis sociales. Hay que poner bajo la lupa de la crítica la idea de que la Filosofía debe “modernizarse” para “responder” mejor a los “retos y desafíos” que le plantea la “sociedad del conocimiento”. Es decir la sociedad de mercado.

Si hay algo que une a la humanidad, a lo largo de su historia, son nuestras luchas constantes para liberarnos de las opresiones y tomar control sobre nuestras vidas, la lucha para ser libres en el sentido concreto y colectivo de la palabra. Para contribuir a perfeccionar esa lucha la Filosofía se presenta como una herramienta no acabada, capaz de permitir, y exigir, su perfeccionamiento paulatino, probado y provisional siempre. Como ningún otro. Método que no opera fuera de la realidad, método para la superación del capitalismo decrépito y la construcción del socialismo en manos de los trabajadores, (incluidos los trabajadores de la filosofía) por sus propias manos, como parte de su hacer y de su hacerse a sí mismos, como logro de los trabajadores que posibilitarán un desarrollo mucho mayor de la ciencia, la cultura, la educación… que harán avanzar a la humanidad mucho más rápidamente. Y eso nos urge.

Nada en materia de producción y desarrollo filosófico en México puede ser analizado al margen del contexto mundial: Está el planeta hundido en una crisis económica, política y social… está la humanidad sumergida en una crisis de dirección revolucionaria. Bajo regímenes “legales” diversos, se modelan, con impunidad casi total, estrategias de “baja intensidad” para sacar de circulación ideas y teorías incómodas, movimientos y denuncias peligrosas y especialmente vinculaciones de la Filosofía con la transformación efectiva y la superación democrática del capitalismo. Tenemos que reconocer el hecho de que los intereses de clase han introducido falsificaciones, saqueos, secuestros y degeneraciones sin fin, especialmente en las ciencias sociales y las “humanidades”. Hoy los burócratas que parasitan el mundo de la educación, decidieron por su antojo borrar de mil modos la presencia de la Filosofía para continuar su tarea de imponer un “pensamiento único” ciego y sordo. Es necesaria una Filosofía de lucha. No una atemporal, no una de “sanciones” o de preceptos extraterrestres. No una Filosofía de patrones y de clérigos. Necesitamos una Filosofía capaz de poner en acción nuestro entusiasmo y nuestras convicciones más hondas y solidarias, es decir, colectivas para frenar este saqueo intelectual orquestado por el burocratismo espurio que comanda Calderón. Habrá lucha de ideas, lucha política, lucha de trabajadores, profesores y estudiantes que no permitirán semejante desfalco y semejante bofetada autoritaria. Algunos ya tomamos nuestras trincheras y esperamos adhesiones internacionales. Urge.

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Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=84746

Rebelión/Fundación Federico Engels/ Universidad de la Filosofía

SPAIN. Domingo, 03 de mayo de 2009



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Una respuesta a "La Filosofia amenazada"

  1. “LOS ORIGINES DEL TERRORISMO”
    (O: “Utilizando a Rousseau como chivo expiatorio”)

    Los sentidos de la vista, el tacto, el de la audición, el olfativo nos conectan con el mundo “externo”, el físico, jugando un papel de gran valor la mente, constituida, en este caso, como el elemento medular. En este sentido podemos afirmar que el ojo es un órgano, como también lo son el oído, la nariz, la piel; la mente es el sentido o los sentidos; es decir: la mente es quien ve, escucha, siente, huele… ¿Por qué?; porque somos la mente; lo demás es materia. Cuestionando el concepto, tenemos materia y espíritu; esto es: la mente y el espíritu son una misma cosa… Al decir nosotros: “nuestra mente”, estamos diciendo: “nuestro espíritu, nosotros”. Si somos mente, somos espíritu; en donde: cada persona es un espíritu… dentro de la materia, del cuerpo. La mente o espíritu no muere; la mente o espíritu es universal y eterno. Eso somos.

    Los sentidos captan los fenómenos y transmiten estas imágenes y sensaciones a la matriz, la mente. Desafortunadamente ésta se halla bajo el dominio de los animales-pensamiento, nuestros huéspedes, encargados de clasificar y calificar la información. Esto nos lleva a darnos cuenta de que estamos desconectados con nosotros mismos, con nuestra parte esencial, nuestro principio. Los animales- pensamiento, al apoderarse de la mente, nos hacen creer que somos ellos. Es como cuando los ladrones se meten en una casa, amarran al dueño y toman su lugar. Así estamos nosotros en nuestro cuerpo. Estos animales-pensamiento son los encargados de crear nuestra personalidad, nuestra imagen, debiéndose esto a la existencia de los ladrones, los estafadores, los mentirosos, los asesinos, los violadores, los fumadores, los bebedores de ron, la prostitución, los pirómanos, los invertidos, etc., etc., relacionándose todas estas actividades con lo incorrecto y lo indigno si se pretende la integridad en el individuo, conociéndose además que cualquiera de estas disposiciones contiene el principio de la violencia.

    A falta de la conexión con la mente y estando, por tal motivo, a merced de los animales-pensamiento, al hombre se le imposibilita el conocimiento de sí mismo, la incursión en el mundo filosófico, única manera de deshacerse de los huéspedes oscuros para conseguir la verdadera libertad. Así, por ejemplo, cuando Rousseau dice: “… Nada he dicho del rey Adán, ni del emperador Noé, padre de tres grandes monarcas que se repartieron el imperio del universo, como los hijos de Saturno, a quienes se ha creído reconocer en ellos. Espero que se me agradecerá la modestia, pues desciendo directamente de uno de estos tres príncipes, tal vez de la rama principal, ¿quién sabe si, verificando títulos, no resultaría yo como legítimo rey del género humano? Sea como fuere, hay que convenir que Adán fue soberano del mundo, mientras lo habitó solo…” Esta parte es clave para reconocer que los trabajos de Rousseau no se refieren a lo externo. ¿Por qué le llama rey a Adán, y emperador a Noé? Sencillamente porque el elemento Noé contiene mayor carga, teniendo en este caso, mayor sensibilidad la sustancia, en comparación con el elemento Adán. Aquí Noé representa lo dicho por Kant: “Puedo reconocer antes analíticamente el concepto de cuerpo, impenetrabilidad, forma, etc., las cuales son todas ellas pensadas en este concepto.” ¿A qué imperio del universo se refiere Rousseau? Cuando Rousseau dice: “… descendiendo directamente de uno de estos tres príncipes, tal vez de la rama principal, ¿quién sabe si, verificando títulos, no resultaría yo como legítimo rey del género humano?”, se refiere a un proceso llevado por él con respecto a la sustancia, donde el sujeto, su otra personalidad, la no física, en ese otro plano, expresa lo de su vínculo directo con la escena filosófica, reconociendo sus dos mundos; mostrándose además, que la única forma de ser rey del género humano o rey del mundo es desde el componente sustancial. Si escudriñásemos minuciosamente los tratados de filosofía, veremos cómo a estos héroes míticos los llaman dueño del mundo, Señor del universo o del cielo, Señor de los océanos, Dueño de la Tierra, etc.; a uno de estos elementos de nombre Abraham mencionado en un tratado de metafísica, su dios le obsequia toda la tierra, diciéndole: “Alza tus ojos y mira el lugar en donde estás hacia el norte, el mediodía, el oriente y el poniente. Pues bien, toda la tierra que ves te la daré a ti y a tu descendencia por siempre.”; otro de estos héroes, llamado dios del mundo, dice: “Mi reino no es de este mundo.”

    Género humano es la misma sustancia sensible, puede ser sensible a medias o en su totalidad; es lo mismo que muchedumbre, pueblo, asociación, hombres, masa, etc., etc. Sobre estos componentes metafísicos, Rousseau desarrolla sus temas “Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres”, “Discurso sobre las Ciencias y las Artes”, etc. Ya hemos hablado sobre el término desigualdad entre los elementos sustanciales, mismos hombres (nada externo), donde unos elementos expresan menos voluntad que otros, debiéndose esto a que la ciudad legisladora, sea Roma, Atenea, Ginebra, etc. (Ginebra es utilizada por Rousseau en reemplazo de otras), es atrayente. Como filósofo, Rousseau se vale del método o sistema “binario en la narrativa filosófica”, utilizando elementos del plano exterior, relacionados inclusive con el tiempo, simplemente para dejar en claro ciertos puntos, algunas veces, como fue usual en Nietzsche, o porque determinados nombres le son muy apropiados, o porque otras acciones externas se prestan para enfrentarlas en el plano interno.

    En la actualidad existe un abismo entre la real filosofía y lo conocido en estos tiempos como filosofía; de eso somos conscientes. Y ha sido tan estruendosa y violenta la caída de los que se consideran filósofos sin serlo, que para ellos es inconcebible creer que todos los trabajos de Rousseau sean metafísicos. Podríamos nombrar a otros filósofos reales de los últimos tiempos utilizados como chivos expiatorios por los antifilósofos o seudofilósofos. Podríamos nombrar algunos de los pocos filósofos reales habidos, pero por el momento traemos a Rousseau, si bien a éste se lo utilizó, malinterpretando su doctrina, para encender la chispa que ocasionó la “Revolución Francesa.”

    Cuando Rousseau dice: “… lo que es aún más grande y más difícil, concentrarse en sí mismo para estudiar al hombre y conocer su naturaleza, sus deberes y su razón de ser” se refiere a que esto de concentrarse en sí mismo para estudiar al hombre, es conectarse con la sustancia, no es otra cosa; en este caso hombre es un elemento sustancial. Refiriéndose a esto, Platón lo deja claro cuando expresa: “La Filosofía es un silencioso diálogo del alma consigo misma en torno al ser. ¿Se le ha oído decir a algún antifilósofo lo de la necesidad de concentrarse en sí mismo para estudiar al hombre y conocer su naturaleza…? Porque en este caso el hombre necesitaría hallarse dentro del hombre… Cosa que sí sucede con el filósofo, como en el caso de Rousseau, donde él estudia al hombre en su interior, al hombre sustancial…

    También habla Rousseau de la patria, de la necesidad de defender la patria, refiriéndose a esa patria interior. ¿Pero qué es la patria interior? Se trata del entorno donde se “mueve” el elemento sustancial, la muchedumbre. Puede decirse también que es el lugar desde donde se proyecta dicho elemento, entendiéndose que todos ellos deben vincularse al proceso, implicando tal cosa su alejamiento del punto de origen, pero manteniéndose siempre conectados con a aquél, gracias a la sensibilidad en la sustancia. No obstante se da también el fenómeno de que la patria es todo lo acumulado, un capital (de aquí el nombre de “capital” de un país; así, capital no es otra cosa distinta a recaudo, acumulación de bienes, donde toda capital es un bien común, una riqueza obtenida con el sacrificio). En lo externo, capital también es la ciudad donde se instala el gobierno. Esto nos está corroborando lo de pasar los significados metafísicos al plano exterior. De esta manera vemos cómo patria y capital son una misma cosa. Para el elemento sustancial, capital representa el esfuerzo, sus ahorros, y algo muy importante: la razón de su vida. Así, el capital se convierte en el tesoro, en la hacienda, y de hecho lo es: constituye la riqueza, la aparición del rey en la escena filosófica y forma parte del ser. Uno de los propósitos del plan filosófico es la conservación del capital, su buen manejo y su entrega sin tacha; esto es: el capital, al entregarse, debe ser excelso, conocido como crisol. Eso es la patria, eso es el capital: el agua transformada en oro (en metafísica, naturalmente, conociéndose que una parte de la metafísica es la alquimia). De este plano se tomaron estas ideas y se pasaron al mundo exterior. De esta idea de la transformación de trabajo en capital, de esta idea de transportar el material sustancial, por parte de los elementos, la muchedumbre, el pueblo, los trabajadores, etc., etc., los antifilósofos crearon el socialismo, la lucha de clases, la movilización de los obreros, las masas; es decir, trastocaron elementos metafísicos por elementos externos, el hombre de carne y hueso, desconociendo que todo se reduce a una ofrenda a Dios, eso es la movilización de las masas en metafísica: trabajar para Dios; sin embargo se le dio un giro adverso. Con razón Rousseau dice: “Todo es perfecto al salir de las manos de Dios y todo degenera en manos de los hombres”.

    Cuando Rousseau dice: “Yo no hubiera querido vivir en una república de reciente institución, por buenas que fuesen sus leyes, temiendo que, no conviniendo a los ciudadanos el gobierno, tal vez constituido de modo distinto al necesario por el momento, o no conviniendo los ciudadanos al nuevo gobierno, el Estado quedase sujeto a quebranto y destrucción casi desde su nacimiento”, se refiere a que la república o patria de reciente institución carga con la experiencia última (en este caso la experiencia de que nos habla Kant, de donde emana el conocimiento transcendental), un tanto incómoda debido al sentimiento de culpabilidad que se percibe al ver “el edificio en ruinas” de que también nos habla Kant. En este punto, donde también se es consciente de que sus leyes se muestren firmes a simple vista, estado común en el inicio de toda república, aunque se sabe que poco a poco y con el sacrificio de todos, se va adquiriendo la templanza. Pero no todas las veces es así, si bien nadie puede garantizar el no consumo temprano de la bebida. Es a lo que se refiere Rousseau cuando dice: “…o no conviniendo los ciudadanos al nuevo gobierno, el Estado quedase sujeto a quebranto y destrucción.”

    En todos los tratados de Filosofía se muestra a los elementos defendiendo la patria, el capital. Lo que se conoce como Imperio Romano no es otra cosa que la pelea por este capital, por este componente de la sustancia; ¿cómo iba a darse este fenómeno en lo externo si todos estos personajes pertenecían a la sustancia?, si ninguno existió en el plano físico. La figura del héroe mítico de las Galias es tan antigua, que la “gaya ciencia” se refiere a su ciencia.

    Por lo general, en los trabajos de filosofía aparece un héroe conduciendo a las masas, las cuales conforman el capital, mostrándonos la figura del transporte de dicho producto. Todo héroe lucha por conservarlo, inclusive pagando por ello con su propia vida. Utilizando erradamente esta figura, esta simbología, los antifilósofos, queriendo aparecer como conductores de masas (fanatismo que terminó convirtiéndose en síndrome), como defensores de pueblos, dieron comienzo al socialismo.

    En trabajos anteriores, ya hemos explicado lo de la comunión, la igualdad de clases, lo del derecho, la rectitud, la disciplina, donde todos piensen en un bien común, donde todos sean iguales, esto para que no haya alteración en el conjunto, dándose así una conducción ordenada. Lo de este comportamiento, el interés del “guía de hombres” en mantener la igualdad de comportamiento en todos, de que ninguno posea más que otro, no es sino porque, al uno poseer más que el otro, adviene el desequilibrio en toda la masa, la sustancia. Aclaramos que la sustancia es atrayente, todos quieren tomarla, y con uno solo que meta la mano en el plato antes de tiempo, se pierde el trabajo, el trabajo de muchos, de todo el pueblo; por eso se hace necesario la igualdad de clases; esto es la igualdad de clases, lo cual se da únicamente en el plano metafísico; en el exterior es imposible que se dé, porque la vida misma radica en eso, en la desigualdad, el desequilibrio. Así ha sido y será por siempre. Esta terquedad por pretender conseguir la igualdad entre los hombres sin que sea cada quien, individualmente, quien la busque en su interior, ha contribuido también a la destrucción del planeta. Recordemos que nadie es perfecto, nadie lo será jamás; quien diga serlo, miente; solamente se puede controlar, con esfuerzo, el mal; pero el mal siempre está en el hombre, siempre estará, porque el mal es el soporte para el resurgimiento del bien; por eso se dice, y con razón, que de la materia descompuesta emerge la vida. Ahora, en el plano metafísico sólo se da, esta igualdad de clases, en un determinado tiempo, corto, conocido, en los tratados de metafísica, como tiempo de reposo, sabad, sin vinculación con el último día, ya que el tiempo de reposo o igualdad de clases lo determina la tenacidad del elemento guía; o sea que el sabad no obedece a un ciclo establecido, sino a la voluntad recia del guía, siendo este guía la suma del conjunto, el pueblo; así, el guía contiene al pueblo, mas no éste al guía, si bien no son de la misma naturaleza; es como decir: la mónada en el pueblo, en la masa. Vemos entonces cómo la escena filosófica se compone de dos acciones fundamentales: la guerra y la paz; movimiento y reposo, ambas conteniendo al ser. Esta guerra o lucha, determinante en filosofía (de aquí las guerras púnicas y todas las demás mencionadas en los escritos de Tito Livio, Plutarco, Hesíodo, Herodoto, Julio César Cayo, las nombradas en los cartuchos y papiros de los egipcios antiguos, etc., etc.) se la conoció como “Lucha Santa”, “Esfuerzo en el Camino de Dios”, “Yihad”, etc., etc. Esto es: defender lo de Dios, la ofrenda, el hombre mismo o su esencia; es como cuando uno siembra un grano de maíz con el objeto de recoger la cosecha, siendo estos frutos la esencia del hombre, lo bueno que éste pueda brindar a Dios, la ofrenda, el oro, el oro extraído de las aguas (sin estar hablando de diezmos ni dinero; los diezmos son espirituales). Vemos cómo el cuerpo del hombre no es más que un elemento de Dios, con el cual puede El conseguir su alimento; esto es: somos el alimento de Dios, siempre y cuando lo procesemos limpiamente, procesemos esa sustancia contenida en nosotros. Intentando cumplir con este requisito, obviamente confundiendo el simbolismo, a las iglesias o templos se los adornó con oro, y muchos reyes se “bañaban” en oro, se cubrían en oro. En lo referente a las Luchas Santas, tomándose el asunto por la letra muerta, el hombre de carne y hueso propició y continúa propiciando guerras reales, matanzas bestiales. Son tan determinantes las guerras en la escena filosófica, que los dioses se hacen llamar “Dios de los Ejércitos”, “Dios de la Guerra”, “Thor”, “Marte”, etc., etc. El mismo Sun Tzu, buscando guiar a los filósofos sobre este componente filosófico, escribió “El Arte de la Guerra”, pero como sucedió con el resto de tratados filosófico, el hombre de carne y hueso lo malinterpretó, creyendo que se trataba de guerras en lo externo, siendo unos de estos equivocados Mao Tse Tung y el mismo Napoleón, entre otros.

    Llevando la equivocación a los extremos, los antifilósofos inculcan a sus seguidores las consignas de “¡Patria o muerte!”, donde los incautos, sin conocer de dónde viene todo, se arman, se lanzan a la guerra, matan y se hacen matar. ¿Quétenemos aquí? Tenemos lo siguiente: En vez de convertirse en un alimento para Dios, para su Creador, el hombre se convierte en un alimento desechado por Dios. Esto nos está mostrando que la única forma de solucionar todos nuestros problemas, económicos y demás, es convertirnos en alimento de Dios. ¿Cómo puede el grano de maíz revelarse contra quien lo siembra?, ¿qué es el grano de maíz frente al hombre? He aquí el principio de la claridad, la inteligencia: reconocer nuestra posición. Para solucionar nuestros problemas no debemos pensar en que otros nos los resuelvan, porque nadie nos los va a resolver si no comenzamos con ofrecernos como alimento para quien nos sembró. Al no hacer esto, quedamos desamparados y nos aprovechan otras fuerzas, muy terribles por cierto.

    Esos que se hacen llamar “salvadores de masas” esos “libertadores” o “salvadores del mundo”, que es lo que ha dado la antifilosofía, la proliferación de “salvadores”, no salvan a nadie, ni siquiera a ellos mismos. Y no lo pueden hacer porque ellos mismos están hundidos en el inframundo.

    Cuando Rousseau dice: “Todo hombre nacido esclavo, nace para la esclavitud. Los esclavos pierden todo, hasta el deseo de su libertad: aman”, no se refiere al hombre de carne y hueso, al de este mundo, sino al de la sustancia, el del plano metafísico. La esclavitud aquí no es otra cosa que la debilidad por la sustancia, su fuerza atrayente; se es esclavo mientras exista esta rendición.

    fragmento del libro: “LA REAL FILOSOFIA II”, autor: ANTONIO RAMOS MALDONADO

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