La ruptura del ser. Por Yanill Brancaccio Olmos

Cualquier incertidumbre genera pánico. Cualquier cambio genera incertidumbre. Cualquier cambio es consecuencia de una ruptura, de una crisis, una evolución o cosa similar. Si este silogismo es correcto, estamos ante la conclusión de que cualquier ruptura genera pánico. Donde la ruptura es esta incapacidad nuestra de entender lo que sucede hoy como consecuencia de una decisión pasada. O dónde ruptura se entiende como la incapacidad del individuo de asirse a otro así sin más. Ya lo decía Saramago, “el caos es un orden por descifrar”.

Una lectura existencialista (negativa y simplona) de esto que somos nos llevaría a afirmar que el ser, efectivamente, es una protuberancia de la nada (Sartre) y que está hecho para la muerte (Heidegger). Esto es que todo este rollo (llamado vida) carece de sentido. Hay algo roto en mi (en cada individuo) de ahí la imposibilidad de cohabitar con el otro sin que haya algún tipo de violencia.

Por otro lado, una nueva lectura existencialista (optimista y simplona) de esto que somos, nos llevaría a afirmar que, efectivamente, el ser está roto, pero así es su diseño, para construirse, para darle sentido (Marcel), para completarse en el otro y con el otro (Paz).

Sabernos rotos confirma nuestra natural inclinación hacia la búsqueda: no tenemos la verdad, ergo, salgo a encontrarla, lo mismo sucede con el bien, con la felicidad. Sin embargo, para ello despliego mi libertad, coincidencia maravillosa que tuvieron Sartre, Heidegger, Marcel y Paz: somos libres de manera irremediable con todo lo que esto implica.

El ser está roto para un propósito. Estamos rotos, incompletos, inacabados por y para algo. Y no hablo de darle sentido a la manera de la psicología positiva planteada por ahí y mucho menos para ese sentido superior a lo “vocación” o “llamado” de algún agente externo distinto a mí.

Más bien a lo que me refiero es a regresar a ese “telos” (fin: de finalidad, de meta, de para qué) natural que Aristóteles planteaba para todo ser natural. Y esto, en el caso del hombre, por medio de la libertad, pues es su única condición y requisito.

El propósito es, pues, básico y simple: cumplir con esto que somos, buscar nuestra plenitud (nuestra felicidad). Elaborar un proyecto de vida para concretarlo, pues así de la nada, sin plan, será muy complicado lograrlo o, peor aún, nos conformaremos con muy poco o con esas cosas tan finitas y tangibles como el dinero, la fama y el poder, que nunca nos llenan

El reto está puesto sobre la mesa. Que esta última Jirafa del año nos invite a definir el 2021 y los años que sigan, para que ni la pandemia, ni las crisis económicas, laborales o sociales nos trastoquen nuestra búsqueda de plenitud.

Y es que no nos vaya a pasar como aquel (mi cuñado) que no sabía si vivir de acuerdo a ese plan “ultrahumano” que de huerco le propusieron o si vivir en el “carpe diem” que en las redes tanto le insisten y se olvidó de lo importante: definir su propio sentido de vida.

Esta Jirafa pseudo filósofa, seguirá atenta.

Notas

Fuentehttps://d.elhorizonte.mx/opinion/editorial/la-ruptura-del-ser/2982425

30 de diciembre de 2020. MÉXICO



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